Cada fin de año miles de estudiantes terminan sus estudios secundarios y sueñan con dar el anhelado salto a la educación superior. Pero hay un grupo que no puede competir en igualdad de condiciones. Se trata de miles de jóvenes que tienen Necesidades Educacionales Especiales (NEE) y forman parte del Programa Integración Escolar (PIE).
Este plan les permite su inserción al sistema desde Kínder a Cuarto Medio, pues tienen capacidades extraordinarias y pueden aprender lo mismo que cualquier persona, sólo que de forma diferente o a otro ritmo.
El problema es que si bien -con el apoyo de este programa-, miles de ellos logran terminar con éxito su enseñanza básica y media, al momento de dar el salto a la educación superior ese apoyo se esfuma, porque son dejados en segundo plano o simplemente olvidados por las universidades y centros de formación técnica.
En enero de 2019 presentamos un proyecto de resolución que fue aprobado transversalmente y de manera unánime, en el que solicitamos al Presidente de la República Sebastián Piñera que ordene al Ministerio de Educación que impulse en la educación superior, tanto en universidades estatales como privadas, e institutos de formación técnica, un programa que vaya en la misma línea que el Programa de Integración Escolar (PIE), en beneficio de este tipo de estudiantes.
En España, por ejemplo, el Estatuto del Estudiante Universitario establece sistemas y procedimientos que las universidades deben incorporar para garantizar los derechos de los estudiantes con necesidades educativas específicas, debido a su condición de discapacidad cognitiva o física.
Así, en la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid, existe la Unidad de Integración y Coordinación de Políticas de Discapacidad, que ha implementado dos programas de apoyo para estudiantes con discapacidad, experiencia que perfectamente podría implementarse en nuestro país.
Si bien el Demre contempla un programa para que estudiantes con NEE puedan postular a la educación superior, creemos necesario reforzarlo, enfocando más recursos y esfuerzos en las universidades, en particular en las estatales que son financiadas por todos los chilenos, incluyendo las familias de estos estudiantes.
Insistimos en la necesidad de entregar herramientas a los que, por alguna razón están en desventaja y las requieren para poder aprender, sin importar su origen, situación económica o discapacidades que puedan tener.
Estos jóvenes no marchan, no hacen ruido. Esta realidad al parecer no se toma en cuenta, porque la mayoría de las casas de estudios están sometidas por las distintas ideologías que, a pesar de representar a minorías, logran pautear las decisiones de la agenda académica y es ahí donde deberían estar incluidos estos estudiantes.
Hay que igualar la cancha también para ellos, porque como miles en nuestro país, sólo quieren alcanzar su libertad individual y ser un aporte real a nuestra sociedad.