Estamos atravesando un periodo doloroso y difícil como comunidad, en Chile ya han fallecido más de 40 mil personas producto de la pandemia. Las condiciones sanitarias han llevado a que muchas de estas muertes hayan sido vividas de forma solitaria, sin la posibilidad de despedir o acompañar a amigos o familiares.

Los niños y niñas de Chile no han estado ajenos a esta experiencia solitaria de la muerte. En muchas familias, quienes debieran estar para ellos, están demasiado afectados. En otras familias, niños y niñas no han tenido la experiencia de una muerte cercana, pero, la muerte se ha vuelto un tema de todos los días, cargada de incertidumbre y silencios.

Por esto, es importante reflexionar sobre ¿Qué necesita saber un niño sobre la muerte? Todo niño y niña necesita saber la verdad, entender que la muerte es parte de la vida. Que se le explique de forma simple lo que está pasando y dejar abierta la puerta para que pueda preguntar más si así lo desea. Además, es importante que puedan entender que está bien estar triste, que los niños y los adultos podemos sentir pena y llorar cuando alguien muere. Que estas emociones pasarán, pero para eso, hay que vivirlas. Darles, de alguna manera, el permiso para que puedan expresar sus emociones, validarlas y acompañarlas.

El 5 de septiembre ha sido propuesto como el día de la condolencia y el adiós, en el que se propone realizar un memorial auditivo de quienes nos han dejado en este periodo, y un homenaje comunitario para acompañar a los deudos.

A las 21:00 horas, al finalizar el memorial auditivo, se ha invitado a todos a que salgamos afuera de las casas y balcones con una vela en homenaje por los que han perdido su vida, y de esa manera acompañar(nos) todos en este adiós. Creo que esta propuesta es una gran oportunidad para poder sumar a los niños y niñas, para poder abrir los canales de comunicación con ellos dentro de las familias, para poder entender la muerte como parte de la vida, para poder involucrarlos en el rito y darles también un espacio para que ellos y ellas puedan despedir a quienes ya se fueron, acompañar a quienes perdieron a alguien amado y se sientan acompañados por la comunidad.

Ojalá seamos capaces de sumar a nuestros niños y niñas en este día, y que SU dolor no nos sea indiferente.

María Josefina Escobar
Académica Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez

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