El 3 de junio de 2018 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó aquel día como el “Día Mundial de la Bicicleta”, con el objetivo de reconocer, difundir y comprometer a los estados miembros -como Chile- a promover el uso de este medio de transporte. El acta enfatiza la necesidad de fortalecer y de seguir coordinando esfuerzos a todos los niveles, especialmente, en el marco de asociaciones de múltiples interesados, a fin de aprovechar al máximo el potencial de la bicicleta para contribuir al logro de los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las metas de la Agenda 2030, y de una cultura de paz.
Hoy la bicicleta se ha hecho clave para las personas y uso aumenta cada vez más, ya que movilizarse a través de este medio de transporte es más seguro a la hora de evitar posibles contagios de Covid-19, por lo que en abril del año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado para fomentar su uso. También promueve la actividad física, permite ahorrar los gastos asociados al uso de locomoción y evitar las congestiones, entre otros beneficios.
Por estos factores, entre muchos otros, su uso aumentó un 19% durante la pandemia, según una encuesta realizada por la Asociación Chilena de Seguridad (Achs), que además revela que el 83% de las personas declara ser un usuario habitual de este medio de transporte y que el 90% que no lo usa, lo está evaluando.
Si bien en Chile contamos con 1.866 kilómetros de ciclovías y se están construyendo 1.334 kilómetros más, aún falta mucho por hacer y recordar lo pactado. Nuestras ciudades deben adaptarse y planificar la inclusión de la bicicleta como uno de los principales medios de transporte y así promover los múltiples beneficios que conlleva no solo para la calidad de vida de las personas, sino también para el medioambiente.
En el país falta dar igual prioridad a la bicicleta que a los automóviles, pues en otras latitudes como Alemania se imparten clases de educación vial y movilización en este medio de transporte. La velocidad máxima en ciudades debe medir automóviles y bicicletas; no es falta de ciclovías e infraestructura, sino de una fiscalización y normativa mejor estructurada lo que sigue siendo un gran pendiente.
Hoy también es posible hallar características en una bicicleta que la pueden volver más segura pese a ser urbana, por eso estimular su uso se hace aún más urgente con la pandemia y nos presenta una oportunidad inmejorable para fomentar una movilidad urbana más higiénica y segura, contribuyendo a la recuperación económica del país.
Andrés Roi
Gerente de marketing de Yerka Bikes