Chile ha logrado una presencia en el mundo, pese a que somos un país pequeño y alejado de los centros de consumo, ello, gracias a una exitosa política de apertura internacional de varias décadas. Hemos logrado ser líderes en exportaciones en varios productos.
Un botón de muestra de esa exitosa estrategia exportadora es la salmonicultura. Chile es el segundo productor después de Noruega, concentrando el 25% de la producción mundial. Y el salmón se ha convertido en nuestro segundo producto de exportación después del cobre. Aún más, las exportaciones de salmón han tenido un alto crecimiento: pasamos de exportar US$ 1.700 millones en 2005 a US$ 5.100 millones en 2019, por lo que hoy representan el 15% de las exportaciones no mineras.
Regiones como Los Lagos, Aysén, Magallanes, son ejemplo de cómo la salmonicultura ha jugado un rol fundamental en el desarrollo de la macro zona sur de nuestro país. Y, por algunas tendencias mundiales, las perspectivas de mediano plazo siguen siendo auspiciosas.
En este contexto, hay tres elementos que permiten vislumbrar una oportunidad para la macro zona sur y para el país. Primero, la mayor demanda de alimentos por el aumento esperado de la población. Según la ONU, la población mundial alcanzará los 9.700 millones para el año 2050 y, según la FAO, se espera que la necesidad de proteína crezca en un 40% en todo el planeta.
Asimismo, existe en forma creciente una mayor preocupación por el cuidado de la salud a través de buena alimentación y una mayor consciencia de la necesidad de proteger del medio ambiente y producir de alimentos de manera sustentable. La salmonicultura permite conciliar todos esos objetivos: es un alimento sano para satisfacer esa mayor demanda sin agotar los recursos naturales y genera un menor impacto en el medio ambiente en comparación con otras proteínas animales.
Chile tiene condiciones especiales que nos dan ventajas comparativas para producir salmón y debemos estar orgullosos de que un producto de calidad llegue a las mesas de tantas personas en el mundo y compita en los mercados destino internacionales, como EEUU, Brasil, Japón, Rusia, China.
La salmonicultura tiene potencial para seguir aportando al desarrollo y bienestar de los habitantes de las regiones del sur de nuestro país y contribuir a mejorar la calidad de vida de los chilenos, como motor de crecimiento, de empleos, de emprendimientos asociados por toda la cadena de valor de proveedores y de innovación y desarrollo de talento local.
Tenemos entonces una oportunidad como país: aprovechar nuestras ventajas comparativas para competir en el mundo y retomar nuestra estrategia exportadora como motor de un crecimiento sostenido.
Joanna Davidovich
Directora Ejecutiva
Consejo del Salmón