Se ha iniciado la discusión del presupuesto para el 2021, con ingratas noticias para la educación, la ciencia y cultura de nuestro país. Y pese a los anuncios realizados por el presidente Piñera y la ministra Valdés, en el sentido de que habría un aumento del 13% en el presupuesto para cultura y patrimonio, se ha verificado que esto no corresponde con el detalle del proyecto de ley del presupuesto nacional.
El informe del Observatorio de Políticas Culturales ha señalado que lo que existe es una reasignación de fondos relacionados a la cultura, de parte de diversos ministerios que pasan a otros programas prioritarios para el actual Gobierno.
En este contexto, ha sido transparentada la noticia de que el Gobierno ha considerado castigar a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, el Ballet Nacional Chileno, el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal ,con la disminución del 25% de su presupuesto anual, equivalente a casi 700 millones de pesos.
Este recorte implica arruinar la estructura de los elencos estables nacionales, ya que no es posible aplicar una reducción en un cuarto de cada cual sin modificarlos en su esencia, perdiendo el sentido y su razón de existir. Reducirlos es lo equivalente a sacar uno de cada cuatro pilares estructurales de un edificio, el cual se derrumbaría de forma inmediata. Así también funcionan los elencos, ya que se soportan en una estructura artística que les da soporte y forma, creando las condiciones para entregar resultados artísticos de excelencia.
Por otro lado, no existe antecedente de que se haya impulsado un recorte de esta magnitud en la historia de los elencos desde su creación por la Ley 6.696 del año 1940. Tampoco hay otro programa cultural que haya sido castigado de forma tan severa para 2021 por este Gobierno, eliminando de golpe el 25% de su presupuesto basal.
Y si sumamos a estos antecedentes la indiferencia respecto de la compleja situación de nuestro Teatro en plena Plaza Baquedano por ya 12 meses, pareciera que nuestras autoridades se han puesto como tarea el abandonar a la Sinfónica y el Ballet Nacional a su suerte.
Se trata entonces de una decisión política de priorizar otros gastos en programas culturales y artísticos, como los fondos concursables, con un aumento explosivo de 340% en una de sus líneas, en desmedro de los elencos estables nacionales.
Constatar lo anterior resulta desalentador y un síntoma de los tiempos que vivimos. En tiempos de crisis, uno esperaría que el Estado destine recursos para fortalecer las instituciones matrices de la República que han cumplido una función irreemplazable por décadas, entregando servicios de calidad de forma permanente, comprometidas con el acceso democrático y público de experiencias artísticas sustantivas.
En definitiva, estas decisiones demuestran la ausencia de un sentido político de largo plazo de quienes justifican este tipo de recortes sólo con lamentos, poniéndose como victimas en lugar de asumir su responsabilidad por las decisiones u omisiones que adoptan en base a la autoridad con la que han sido investidos.
El monto total del recorte que se propone para la Sinfónica Nacional resulta irrelevante en comparación con el grave daño que podría producir al país. Por eso llamamos a revertir esta medida, la cual condenará a nuestro país a quedarse sin los elencos estables de carácter nacional que Chile ha construido con gran esfuerzo por más de 80 años, en circunstancias incluso aún peores que las actuales.
Diego Matte
Director
Centro Artístico y de Extensión Cultural (CEAC)
Universidad de Chile