La inminente demolición de más de la mitad de los pabellones del antiguo Hospital San José, ubicado en la comuna de Independencia, nuevamente nos pone en alerta y evidencia la fragilidad de nuestro patrimonio arquitectónico y urbano.
Si bien el motivo de esta demolición es la construcción del futuro edificio del Instituto Nacional del Cáncer, un espacio que contribuirá a la modernización del servicio y que es totalmente necesario y justificado, su materialización no tiene por qué ser a costa de la pérdida irreparable del patrimonio hospitalario nacional. Así lo han señalado las organizaciones que hicieron visible esta situación, donde se encuentran Patrimonio Chileno, Historias de Huechuraba, Reviviendo Patrimonios, Fundación Aldea, Amo Santiago, Patrimonio Sur, la Sociedad Chilena de Historia de la Medicina y dirigentes vecinales de la comuna.
El Hospital San José nació justamente durante una epidemia, en circunstancias muy similares a las actuales. Sus pabellones albergaron desde 1870 a enfermos que necesitaban aislamiento a causa de la viruela y el cólera, por lo que su ubicación al costado del Cementerio General era estratégica. La puerta que comunicaba ambos recintos permitía enterrar rápidamente a los pacientes que no lograban recuperarse de la enfermedad, evitando así posibles contagios durante el traslado de cadáveres desde distintos puntos de la ciudad. El Hospital funcionó como tal hasta 1999, momento en que se trasladó a una nueva construcción en un terreno aledaño. Parte del antiguo Hospital logró ser protegido como Monumento Histórico, cuya declaratoria fue obtenida en gran parte gracias a la labor del recientemente fallecido Dr. Patricio Hevia.
Algunos pabellones continuaron siendo utilizados como dependencias anexas del Hospital San José, manteniendo en ellos talleres de ortopedia y reparación de equipos médicos, salas y auditorios de capacitación, áreas de reclutamiento de personal, entre otras funciones complementarias. Otros recintos pasaron a manos de diversas instituciones enfocadas en la atención psico-sanitaria de la población, la cual se orientó principalmente a personas que utilizaban el servicio público y que no tenían otro lugar para recibir este tipo de prestaciones. Tal es el caso de la Agrupación Aliviarte, la Agrupación Chilena de Hungtington, la Corporación Centro del Trastorno del Movimiento, entre muchas más. De manera complementaria, ciertos espacios fueron derivando hacia una vocación de uso comunitario gracias al trabajo de instituciones como la Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud del MINSAL, la Agrupación Servicio para el Desarrollo Evangélico, que entrega capacitación comunitaria y social; la Corporación Cultural de Independencia, por sólo nombrar algunas. Todas estas organizaciones permanecían activas, aunque interrumpidas por la cuarentena, hasta hace un par de semanas.
A los innegables valores sociales del uso actual del antiguo Hospital San José se suma su valor histórico, siendo uno de los últimos representantes en pie de la tipología de hospital-parque, donde los pabellones se ubicaban en torno a patios que permitían la circulación de aire y el asoleamiento de los distintos recintos. Esta tipología, importada desde Europa por los médicos de la época, también fue implementada en otros recintos contemporáneos, como el Hospital del Salvador en la comuna de Providencia. Este último ha sido desfigurado durante décadas, y en la actualidad ha perdido sus pabellones y patios del área norte para dar paso a una construcción que desvirtúa la propuesta urbana original del conjunto.
Los investigadores, profesionales y dirigentes sociales vinculados al área del patrimonio estamos conscientes de la necesidad de mejorar nuestra infraestructura sanitaria. Sin embargo, enfrentar esta urgencia a través de la falsa dicotomía de conservar el patrimonio o permitir el desarrollo del país, como si lo uno no fuera posible junto con lo otro, es desperdiciar tiempo y energía en una discusión que podría ser conducida por nuestras autoridades de manera más eficiente, privilegiando el diálogo y el entendimiento entre las partes involucradas. Sabemos que es posible encontrar una solución que resuelva esta encrucijada, donde se construya el edificio para el Instituto Nacional del Cáncer en un terreno más adecuado para este fin, y del mismo modo se pueda recuperar la infraestructura del antiguo Hospital San José para consolidar este núcleo cultural y de vida comunitaria en el área norte de Santiago.
Andrés Morales
Miembro de la Organización Funcional Barrio Súarez Mújica