Y bien, ya el miércoles el barril de petróleo estaba cotizándose a 49 dólares. Subió todavía un poco más, después bajó un poquito y al parecer, se quedó haciendo equilibrio en torno de los 50 dólares el barril.

Según los traficantes de hidrocarburos, la racha desastrosa ya terminó. Algunos banqueros afirman que antes de fin de año el barril de petróleo llegará a los 60 dólares, pero el ministro de economía de los Emiratos Árabes Unidos señaló que los 60 dólares ya estarán vigentes a fines de julio próximo. Y se estabilizará el precio del petróleo entre 60 y 65 dólares, en definitiva.

Usted ya se da cuenta de lo que esto significa. Para Rusia, por ejemplo, ya al precio de hoy su producción de petróleo le reporta ganancias netas por encima de los 350 millones de dólares diarios.

Para Estados Unidos, que produce un millón 300 mil barriles de petróleo más que Rusia, sin embargo las ganancias serán mucho menores, pues sus costos de producción son el doble de los costos de Rusia, lo que rebaja sus utilidades a unos 150 o 180 millones de dólares diarios. Y para Venezuela, las ganancias netas están siendo de 67 millones de dólares diarios. ¡Cómo cambian las cosas con eso, ¿verdad?!

Por supuesto, el saneamiento de los precios del petróleo y su equivalente en gas natural tiene efectos inmediatos no sólo para la economía mundial sino para la correlación de las fuerzas estratégicas que se están encrespando en el mundo.

En lo referente a Rusia, el rebote de los precios del petróleo, ensamblado con las correcciones económicas con que enfrentó las inútiles pero muy molestas sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea, finalmente le ha permitido una eficiente reinversión de recursos y un potente desarrollo enfocado al autoabastecimiento agrícola y ganadero.

Recordemos que para la Federación Rusa el petróleo, siendo muy importante, nunca llegó a significar más de un 17% de su producto interno bruto. O sea, esta bonanza petrolera de ahora resulta mucho más provechosa que un simple alivio a las dificultades anteriores.

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