La institucionalidad toda debe cuidar Fondecyt, ya que es y ha sido un instrumento muy importante para consolidar la ciencia y la tecnología en Chile.
En las últimas semanas ha existido un intercambio notable de cartas, posiciones e ideas sobre ANID y los proyectos Fondecyt, creándose una sensación de fuerte cuestionamiento e incluso crisis en el programa.
A este respecto, se debe recordar que Fondecyt es un programa de investigación, que probablemente sea de los más exitosos de la historia del país. En efecto, las universidades chilenas se encuentran entre las mejores de América Latina, pese a la exigua inversión en I+D+i. Parte significativa de este logro es gracias al éxito de Fondecyt, que finalmente se traduce en publicaciones relevantes y en el desarrollo de ciencia de primer nivel.
Sin embargo, existen zonas grises que deben ser abordadas por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Por ejemplo, la evaluación de los proyectos debe ser triple, o al menos, doble ciego. Ciertamente, las evaluaciones de panel tienen una serie de riesgos, siendo el principal, la subjetividad y los conflictos de interés evidentes al evaluar un proyecto con el nombre y apellido de una persona.
A su turno, las revistas a considerar en los antecedentes curriculares deben pertenecer a una base de datos del tipo WoS o Scopus, a determinados cuartiles, pero nunca a revistas específicas definidas por personas de los grupos de estudio que son incumbentes, porque cuando postulen justamente las revistas seleccionadas le favorecerán o le perjudicarán en sus aspiraciones.
El peor de los mundos, para lograr objetividad, se da cuando las evaluaciones no son ciegas, son de panel, realizados por personas activas en investigación – por tanto, con intereses académicos individuales o grupales- y cuando las revistas a considerar son determinadas a dedo, sin un criterio objetivo como una base de datos específica (por ejemplo, WoS) o un cuartil específico (por ejemplo, cuartil 1).
Resulta central que los grupos de estudios representen la diversidad de las universidades de Chile, que no se concentren en la región Metropolitana o en unas pocas universidades. Además, sus integrantes no deben postular a fondos Fondecyt mientras ejercen ese rol en un grupo de Estudio (no pueden ser jueces y parte).
Por su parte, un control exhaustivo de las rendiciones de gastos como el que se pretende aplicar, requiere de personal y de un sistema de información que en la actualidad parece no existir por parte de ANID. Por consiguiente, el desafío de avanzar con el apoyo de la inteligencia artificial, de sistemas de gestión de conocimiento y datos, puede ayudar en la construcción e implementación de un sistema viable. También se debe considerar un control por excepción o la selección de muestras para la revisión exhaustiva y no de toda la población.
Resulta evidente que los funcionarios responsables por las rendiciones (funcionarios públicos) no desean asumir los eventuales costos administrativos (sumarios) o civiles (juicios de cuenta) de los errores u omisiones de terceros (investigadoras-es); por lo que el diseño de un muestreo para el control, si esta fuera una opción, debe ir de la mano con sanciones severas a quienes se le detecten fallos en sus rendiciones. Los funcionarios de ANID hacen su mejor esfuerzo, con gran compromiso, para sobrellevar un diseño que probablemente tiene problemas de factibilidad.
En consecuencia, la institucionalidad toda debe cuidar Fondecyt, ya que es y ha sido un instrumento muy importante para consolidar la ciencia y la tecnología en Chile. Con todo, el rol fundamental lo tiene ANID, en virtud de que, aunque debe administrar y gestionar recursos, su rol esencial consiste en establecer ya garantizar las condiciones: justas, transparentes, honestas, para realizar una ciencia de vanguardia, en un marco de eficiencia y eficacia, en la era de la inteligencia artificial.