Ha causado gran revuelo la última medición de la encuesta de La Cosa Nostra, que plantea diversas novedades respecto a las mediciones de otras encuestas realizadas en fechas simultáneas. Debido a nuestra habitual precisión en los resultados y a la búsqueda de oportunidades por parte de algunas candidaturas, se han dado a entender ciertas interpretaciones que, sin ser abusivas, son al menos discutibles.
Agradecemos la polémica, por cierto, pues da visibilidad a un proyecto inédito en Chile: que la encuesta más precisa en cinco años sea una encuesta que no es de una gran empresa de encuestas, que no sea de una universidad y que esté financiada por aportes pequeños, de diez mil pesos, por cientos de personas que añoran una encuesta independiente.
Lo cierto es que en estos días, desde que distribuimos la encuesta, se produjo en dos candidaturas una especie de éxtasis con los resultados: desde la periferia de la candidatura de Carolina Tohá nuestra encuesta se llenó de elogios, señalando que la situábamos con una potencia enorme, de proporciones míticas. Por otro lado, la candidatura de Johannes Kaiser, luego de días de resultados incómodos, mostraba su curva ascendente en nuestra medición.
Lo concreto es que el mundo es más difícil de lo que se pretende en las lecturas apresuradas y dado que hay aspectos del diseño que son relevantes, vale la pena explicar por qué una lámina no hace una conclusión, tal y como una golondrina no hace verano.
Algunas precisiones sobre la encuesta
Como decíamos, la encuesta de La Cosa Nostra está diseñada de una manera tal que no es prudente sacar conclusiones a partir de una sola tabla, de un gráfico o de un dato aislado. Hay suficiente información en la encuesta como para poder elaborar conclusiones más complejas.
Se han realizado análisis con técnicas multivariadas que permiten una mayor precisión y claridad respecto a los fenómenos en juego. Además, en la presentación de la encuesta se incluye un prólogo que explica la existencia de un conjunto de tendencias provenientes de encuestas anteriores, las cuales son importantes de considerar.
No podemos medir todas las variables relevantes en cada ocasión, pues necesitamos explorar también nuevas dimensiones. Por tanto, no es pertinente sobreinterpretar los datos existentes. Por eso añadimos un prólogo al informe, para justamente dar una guía de lectura de los datos.
Entendemos la excitación, pero este es un ejercicio que requiere más prudencia.
Grupos de posicionamientos políticos
Vamos a lo concreto. Lo más importante que muestra la encuesta es que existen dos grandes grupos de posicionamientos políticos. Uno se enmarca en el institucionalismo no crítico; el otro tiene una perspectiva mucho más crítica, incluso corrosiva, muy vinculada al malestar social.
Los institucionalistas no críticos son la centroderecha, la centroizquierda y los concertacionistas.
Y los críticos de la institucionalidad son la derecha, la izquierda y un grupo que llamamos ‘neutros’, pero cuya definición más acotada e ilustrativa es que son concertacionistas que odian la Concertación (y a todos los demás).
Dentro de este último grupo (de composición disruptiva), pasa algo interesante: estos sectores moderados son institucionalistas, pero no creen en la actual institucionalidad ni en las élites que la gestionan. Son concertacionistas en su forma de pensar, pero no están de acuerdo con los actores de la Concertación. El motivo por el cual piensan como concertacionistas es, precisamente, que desean una construcción institucional sólida y democrática, proba y progresista. Y no lo obtienen, motivo por el cual navegan por la historia buscando una respuesta a sus deseos o simplemente a su protesta (normalmente sin grito alguno).
El siguiente mapa muestra las posiciones de estos grupos y verifica que toda posición política está duplicada en un espejo que muestra la versión institucionalista, por un lado, y en su reflejo, la posición de radical refundación, que puede ser un cambio radical hacia lo nuevo o un cambio radical hacia lo viejo.
Los sectores disruptivos y radicales
Los ‘neutros’ son un grupo que resulta difícil de comprender y analizar. Algunos autores lo identificarían como el sector “apolítico”, una nomenclatura que probablemente resulta bastante adecuada. Son personas que desean una refundación de la institucionalidad, pero sin irritación, sin crisis, y que no sea lenta ni paulatina, sino rápida. Desean que, de un momento a otro, Fiat Lux, exista una nueva institucionalidad (y que funcione y que no requiera mayores recursos).
Lo concreto es que, en el sector más crítico con las tres posiciones más indignadas (derecha, izquierda y neutros), se encuentran los sectores más disruptivos. Tanto desde la izquierda como desde la derecha hay actores que proponen ideas no solo sobre la institucionalidad, sino que abiertamente propuestas desinstitucionalizantes.
Esos grupos, que se autosignifican como de izquierda o de derecha, han atravesado un proceso evolutivo. El primer grupo en surgir —incluso antes del estallido— fue el de izquierda, que promovía cambios radicales. Ese afán refundacional fue, paradójicamente, el que los llevó al fracaso en la Convención Constitucional.
Posteriormente (y hasta hoy), esa energía se trasladó hacia la derecha, donde encontramos una nueva forma de radicalidad. Aquí también se buscan transformaciones de gran envergadura y velocidad, pero no orientadas hacia una visión progresista, sino hacia una orientación regresista. Se trata de una radicalidad que quiere construir el futuro a partir del pasado. Aquí vale la pena hacer un apunte sociológico: el estallido social tuvo su primera época ‘izquierdista’, pero lo que vemos hoy son los mismos rasgos de radicalidad, pero ahora por la derecha. El estallido parecía remitido, pero no es cierto, simplemente ahora apareció por derecha.
Eso es lo que une a todos estos sectores más disruptivos: son antiliberales en términos políticos, aunque algunos de ellos promuevan perspectivas liberales en lo económico. Ese es el elemento más importante que muestra la encuesta. Cualquier otro enfoque ideológico nos lleva a interpretaciones inapropiadas.
Vale la pena señalar que, a la luz de la crisis francesa, toda nuestra discusión adquiere ribetes de procesos homólogos en muy diferentes países.
Sigamos con la encuesta.
Candidaturas presidenciales y el fenómemo Kaiser
A nivel electoral, hay que señalar que la derecha mantiene una posición privilegiada. Tiene una capacidad de sumar incluso hasta 60 puntos —y de acuerdo a diversas variables, podría ser aún más—. Sin embargo, su capacidad de aprovechar ese potencial suele ser menor, más discreta, moviéndose en los alrededores de los 55%. De aquí que cualquier conclusión condescendiente y optimista para la izquierda sería un error, aunque ya sabemos que las encuestas están ahí también para producir climas.
Pero vamos al detalle. Dentro de los líderes políticos con candidaturas presidenciales, la evaluación más alta corresponde a Evelyn Matthei, y la segunda, a Tomás Vodanovic. El nombre de Johannes Kaiser aparece bastante más abajo. Él está concentrando votos en sectores afines, pero su camino hacia un alcance mayor no se ve tan fácil. Es decir, las notas de Kaiser son bajas en la encuesta, lo que plantea dificultades porque las notas suelen moverse poco.
Evelyn Matthei, por su parte, ha bajado en su adhesión electoral de manera significativa. Ya no se puede atribuir su descenso a una situación accidental. En nuestra encuesta, Matthei siempre ha estado marcando 30, 29 o incluso más de 30 puntos. Pero de pronto la vemos bajar, en dos meses, a 27 —todavía aceptable— y luego a 24, entrando en una situación bastante distinta y que plantea desafíos importantes para las próximas semanas.
Dentro de estos procesos, Johannes Kaiser es, sin duda, la gran figura del periodo que corresponde a los primeros meses del año 2025. Es indudable. Y su crecimiento lo hemos investigado. Hemos incorporado elementos cualitativos y tenemos claro qué está detrás del fenómeno Johannes Kaiser.
La pregunta pertinente es: ¿de qué se trata el fenómeno de Johannes Kaiser? En primer lugar, la encuesta nos muestra que se trata de un fenómeno bastante alineado con la existencia de liderazgos internacionales. Johannes Kaiser es el principal heredero en Chile de Javier Milei, en primer lugar, y en menor medida —pero también de forma significativa—, de Donald Trump. Las correlaciones entre Kaiser y estos personajes son altísimas. Eso le da un impulso epocal, de ecosistema, pero lo torna vulnerable a vicisitudes internacionales.
Su contrincante más importante dentro de la derecha, Evelyn Matthei, por el contrario, no depende tanto de liderazgos extranjeros. Normalmente, este carácter autonómico de una candidatura que no depende tanto de contextos internacionales puede ser positivo. Sin embargo, una posible alineación exitosa de Milei y Trump en sus respectivos países y a nivel global (en este año) podría beneficiar claramente a Johannes Kaiser en términos de consolidar su posición.
Ahora bien, el fenómeno Kaiser es inusual porque su ajuste narrativo con los chilenos es bajo. Lo que él dice y piensa no es —ni de cerca— lo que piensan los chilenos. Sus proyectos políticos no son los que desea la mayoría del país. Su perspectiva bélica y rupturista no es lo que anhela la ciudadanía… Y sin embargo, se mueve. Así es. Lo están votando.
¿Por qué se vota a un personaje como Kaiser?
Esto ya ocurrió en el caso argentino, como hemos dicho en otras ocasiones, cuando Javier Milei, poco antes de la elección, habló contra Maradona, contra el Papa Francisco y a favor de Margaret Thatcher. Cada una de esas tres afirmaciones, por separado, habría hecho caer cualquier candidatura presidencial. Él dijo las tres, y aun así los argentinos lo votaron.
Entonces, ¿por qué se vota a un personaje como Kaiser, desajustado en el discurso y con bajas notas de evaluación? ¿Qué es lo que produce?
Johannes Kaiser pertenece a ese grupo de políticos a nivel mundial que construyen enemigos, luego construyen un ecosistema de enemigos, y más tarde fagocitan actores para insertarlos en ese ecosistema hasta reducir todo a una única distinción: el enemigo es todo lo que no es él. Todos los otros partidos, finalmente, son parte del enemigo. Se parte con los delincuentes, se pasa a los burócratas, luego a los funcionarios públicos, después a la izquierda rentista de los cargos políticos, posteriormente a los partidos políticos en su totalidad, y finalmente incluso a los partidos tradicionales de la derecha. Así se construye —con o sin nombre— eso que Milei llamó “la casta” y que ya se había nombrado antes en Europa, especialmente en Italia y España, donde se configuró este conflicto con las élites y, sobre todo, con el sistema político.
Johannes Kaiser tiene una visión que lo hace deseable para “mearle el asado” (la frase salió de estudios cualitativos) a las élites políticas. Sus votantes no están pensando en el Chile del futuro ni en el gobierno de Johannes Kaiser; están pensando en vengarse de aquellos que, a su juicio, se han burlado del pueblo y/o de ellos. Es una venganza, una forma de propinar una humillación a quienes sienten que los han humillado. No se quiere un presidente, ni siquiera un redentor. Se requiere alguien que devuelva la agresión, el bullyng, que convierta en débiles y serviles a los poderosos.
Seamos justos: Kaiser no es el primero. Parte de estos discursos de enemización se desarrollaron también desde la izquierda en su momento. Pero hoy, sin duda, llegan a su punto más fértil donde históricamente estos discursos han sido más prolíficos: en la extrema derecha.
Si los jugadores políticos se mueven en el terreno de la provocación, la performance, la radicalidad, si hablan de cárceles, de muertos, del caos o del desgobierno, en todos esos casos el ganador es Kaiser. Él se adaptó, aprobó y se insertó en un campo semántico que ya se estaba construyendo y, astutamente, se ha convertido en el dueño de ese espacio. Además, no hay nadie más radicalizado que él. Por la izquierda, no ha surgido ningún actor con igual nivel de beligerancia. Por tanto, su monopolio del radicalismo lo convierte en el único que juega ese partido dentro del sistema, mientras entre los prudentes y moderados hay una competencia fuerte por saber qué prudencia será electoralmente favorable.
Evelyn Matthei y Carolina Tohá
De alguna manera, Evelyn Matthei y Carolina Tohá tendrán que repartirse los votos en las zonas más céntricas del sistema político.
En ese escenario, Matthei aventaja a Tohá, ya que esta última recibe hoy el respaldo de gran parte de su coalición, más allá de su propio sector. De hecho, Matthei es más fuerte entre los votantes concertacionistas, es decir, aquellos que evalúan mejor a los presidentes de la Concertación. Ella ha logrado llegar a ese territorio, ha logrado cruzar ese río. Pero el crecimiento de votos de Kaiser en la derecha debe compensarse con un avance hacia el centro, Matthei enfrenta un dilema no resuelto: ¿atacar los votos de la derecha o disputar los del centro? En esa decisión se juega el partido completo.
Vamos a Carolina Tohá. Sus seguidores tomaron la encuesta de La Cosa Nostra como una revelación: extraordinaria, fabulosa y conveniente. Me alegro de su alegría, me congratulo por los elogiosos comentarios hacia nuestro trabajo. Lamento un poco que los elogios acompañen la conveniencia, pero no se puede tener todo. No obstante los grandes elogios, me veo en la obligación de ser modesto.
La encuesta, al día de hoy, no tiene la profundidad, ni los datos necesarios, para afirmar que Carolina Tohá llega con particular fuerza. Nuestros estudios más bien indican que su número se encuentra en una situación de piso y techo corto. Y, desgraciadamente para sus aliados y defensores, la hipótesis más altisonante —la de un posible triunfo en primera vuelta— está muy lejos de ser posible.
Carolina Tohá no está mostrando condiciones estructurales en su rendimiento que nos permitan suponer una posibilidad de triunfo. Se ha desplegado en estas dos semanas sola en el escenario de la izquierda, y ahora comenzarán a aparecer sus competidores. Allí sabremos cuán firme y fuerte es realmente su posición. Veremos si sube o si baja, veremos cómo funciona.
Entre los distintos escenarios que utilizamos, el que más se ajuste a un escenario probable hoy es el siguiente:
Y en este caso Tohá obtiene una buena votación y Matthei y Kaiser llegan empatados. La fortaleza de Tohá no se ratificará en segundas vueltas, pues en ellas tiene un empate técnico con Kaiser y una derrota abultada con Matthei (como se ve la tabla siguiente).
En resumen: agradecemos la atención que se ha prestado y la polémica unida a nuestra encuesta, entendemos que las encuestas salen de la mano de encuestadores y que posteriormente, de circulación en circulación, los datos adquieren nuevas propiedades, les crecen trozos de interpretaciones y se comenta lo existente y lo no tanto. Lo sabemos. Pero vale la pena que las candidaturas tengan en cuenta estos informes.
Por lo demás, nuestros estudios cualitativos nos muestran a Tohá con poca tracción, poca capacidad de generar movimientos en el tablero. Pero bueno, las campañas son misteriosas y esto recién comienza.
Es necesario recordar que quienes deseen acceder al documento completo pueden solicitarlo en la página elpoderimporta@gmail.com.