Al final de cuentas, ser víctima de las propias palabras nunca despertará una gran misericordia.

El efecto de las conversaciones entre Karol Cariola e Irací Hassler es relevante y, en tanto tal, merece un examen. Por supuesto es necesario realizar los reparos sobre una conversación privada que se abre y que emerge con una manifiesta operación política en su conocimiento público. En la definición de operación política está la instancia en la que se hace público algo que afecta a un enemigo. Y en este caso la situación es concretamente cierta y de hecho es necesario pensar a quién le conviene.

Y es necesario pensar en qué responsabilidad cabe al Fiscal Nacional.

Pero en cualquier caso (y esto es muy importante) los políticos básicamente emiten opiniones, por desgracia (hay que agregar), pues deberían diseñar políticas públicas y proyectos importantes para legislar o construir, pero dado que solo opinan y poco más hay que asumir un punto indiscutible: ningún político puede apelar al argumento de la intimidad en una conversación política.

Yo fui sancionado (durante un par de horas para ser preciso) en el Frente Amplio por unos audios donde criticaba una operación política en mi contra a quienes la habían ejecutado, intentaron manifestar violencia de género o conductas antiéticas. Pues entonces liberé los audios y a las ocho de la mañana, subiéndome a la micro, ya el micrero me dijo: “oiga, pero no hay nada ahí, ¡qué le pasa a la gente!” Comprobé entonces algo lógico: el sentido común predomina normalmente. La operación había fracasado.

Pero, ¿qué pasa cuando actores políticos se exponen a conversaciones que no están dispuestos a defender en público? ¿No es políticamente relevante? A mi juicio, las voces como la de Mansuy citando a Kundera respecto a que una conversación de amigos que se difunde es un síntoma de que el mundo se ha convertido en un campo de concentración; resultan no solo equivocadas, sino profundamente superficiales. Parte de lo que se espera es que las conversaciones no sean, al menos, inversas a la opinión política que se explaya ante la ciudadanía.

Nadie pide que un miembro de una coalición que desprecia al Presidente tenga que decirlo, pero sí se espera una conducta relativamente severa, un respeto que sea propio del cargo del líder político, pero no un elogio altisonante. Hay políticos que te han visto dos veces y te tratan de “hermano”. Indudablemente es inapropiado. Y lo es no por un asunto moral, sino por la importancia de la actividad realizada donde las opiniones deben tener un trasfondo, pues de lo contrario la elite política queda vacía de contenido.

Todo esto no quita el carácter inapropiado de la filtración. Pero tampoco es cierto señalar que la filtración, por su inapropiado origen, se deba dejar de lado en el análisis, pues lo que nos entrega es una información parcial y pequeña, pero al menos algo, sobre lo que pasa en la coalición de gobierno. Y al respecto la conversación entre dos de las figuras más prominentes de la coalición de gobierno es muy ilustrativa.

¿Coalición política o coalición de poder?

Me parece pertinente hacer una distinción conceptual. Usamos habitualmente de modo indistinto los términos ‘poder’ y ‘política’, pero en realidad deberíamos ser más rigurosos. La política es la modulación del poder, es su forma orgánica, muchas veces institucional. Una pelea a combos entre dos personas que se ofuscaron después de chocar sus autos supone una dimensión de poder, pero normalmente carecerá de política (la que solo comenzará si alguien filmó, si el asunto supuso el arribo de la policía o alguna clase de interacción con un marco institucional).

Cuando analizamos una coalición de gobierno esto es importante. Hay diferencias estructurales entre una coalición política (donde los actores se agrupan para coordinar intereses y gobernar de forma institucionalizada) y una coalición de poder (donde lo único que importa es el control del poder, sin preocuparse por los principios o el funcionamiento democrático de las instituciones).

En el caso de Karol Cariola, lo que se percibe es una contradicción entre la unidad pública que se transmite en la coalición de gobierno y las fracturas internas que emergen en el ámbito privado.

Los chats de Karol Cariola

Las conversaciones filtradas, con críticas duras hacia el presidente y ministros de su propia coalición, son contradictorias con la imagen pública que el gobierno intenta proyectar y que los mismos actores manifiestan. Esto revela que, en lugar de existir una coalición política funcional que trabaje en la construcción de políticas públicas, se está viviendo una coalición de poder que prioriza la concentración del control y la gestión de los intereses internos por encima del bienestar colectivo y la gobernabilidad institucional.

¿Por qué se deduce esto? Es simple: Las discrepancias internas son naturales, pero deben ser gestionadas públicamente. Por supuesto, no es necesario decir cosas particularmente ácidas contra los aliados, más bien la crítica política debe basarse en el respeto. Pero este gobierno se ha caracterizado por un discurso naif externamente, mientras por debajo las operaciones políticas son realmente asquerosas.

Incluso en este caso no es impensado que la filtración haya sido resultado de una operación desde la coalición de gobierno. De hecho, sin que importe para este análisis, la información que me ha llegado es que se trata de una disputa interna por la estructuración de candidaturas parlamentarios de primer orden (todos sabemos que Karol Cariola era una carta fuerte y que probablemente avanzaría a una candidatura al Senado). De esto hablaremos más adelante.

Lo cierto es que la diferencia política debe aparecer y no esconderse en acciones soterradas.

Pondré un ejemplo: Durante el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), se produjo una notable confrontación entre el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, y el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade. Esta disputa reflejó las diferencias ideológicas y estratégicas dentro de la coalición gobernante, la Concertación.

La confrontación entre Velasco y Andrade se centró en la reforma laboral que el gobierno buscaba implementar. Andrade, con una sólida conexión con el mundo sindical, defendía un proyecto que regulaba aspectos del mercado laboral, buscando fortalecer la negociación colectiva y mejorar las condiciones de los trabajadores. Por otro lado, Velasco, con una formación económica liberal y una destacada carrera académica en el mainstream de la economía, promovía una reforma orientada a la flexibilidad laboral, inspirada en el modelo de “flexiseguridad” danés, que combinaba flexibilidad en el mercado laboral con seguridad para los trabajadores. Lo concreto es que la tensión entre ambos ministros se extendió durante gran parte del primer mandato de Bachelet.

Uno de los momentos álgidos ocurrió a fines de 2006, cuando Velasco, en una presentación ante empresarios en el Encuentro Nacional de la Empresa (Enade), elogió el modelo danés de flexiseguridad. Esta postura generó una profunda molestia en Andrade y en sectores sindicales, que veían en la flexibilidad laboral una amenaza a los derechos de los trabajadores. A pesar de reuniones posteriores para intentar descomprimir la relación, las diferencias persistieron. Y como Michelle Bachelet decidió no zanjar la discusión, aunque en la práctica le dio mayor apoyo a Velasco, la discusión no permitió ganar en profundidad política de esa disputa.

Todo esto implicó que no se logró implementar cambios significativos en áreas como la eliminación del multiRUT ni se legisló para fortalecer la negociación colectiva. Pero Andrade tuvo algunos triunfos. Por ejemplo, en el marco del conflicto con Subcontratistas de Codelco, Andrés Velasco no era partidario de que el gobierno interviniera. Finalmente las presiones de Andrade facilitaron que el Ejecutivo mediara.

También se avanzó en un reajuste del 10% para el sector público, una cifra inédita en ese tipo de negociaciones. En definitiva, el orden general no se vio modificado (triunfo para Velasco), pero las batallas específicas fueron a favor de Andrade.

Esta confrontación entre Velasco y Andrade evidenció las tensiones inherentes en una coalición política diversa, donde coexistían visiones distintas sobre el rumbo económico y social del país. Aunque las diferencias fueron públicas y prolongadas, reflejaron el debate interno sobre cómo equilibrar el crecimiento económico con la protección de los derechos laborales.

¿Es lo correcto? Por supuesto. Las coaliciones de gobierno no tienen zanjado todo y es legítima la disputa hecha con altura de miras, con respeto y de cara a la ciudadanía. Las luchas de poder deben trasladarse al debate político abierto. Es molesto para nosotros como ciudadanos asumir que lo que se dice en la televisión es falso y no un poco falso, sino completamente.

Hay muchas formas políticas de mandar un recado al Presidente públicamente sin ser ostentoso ni generar un problema político, pero demostrar que se espera más de él. La diputada Karol Cariola no tenía por qué ser más recatada en sus chats, sino que requería ser más osada en sus alocuciones públicas. Decir “esperamos que el gobierno no olvide las grandes tareas que comprometimos en nuestro programa” no es ningún insulto ni generará una crisis, pero es un aviso de la insatisfacción.

Es por estas conductas que líderes que deberían saber la magnitud de sus problemas de posicionamiento, lo desconocen. Y es que no solo el entorno más cercano, sino incluso otros líderes que deberían ser claros, sencillamente callan en público, callan políticamente en privado y dejan sus reclamos al nivel del cotilleo. Que no se quejen si sus cargos mañana pierden valor. Y es que al final el sistema político se va convirtiendo en grupos de poder cuyos líderes no hacen y cuando opinan ocultan su verdadera perspectiva. Siendo así, no es tan difícil que la ciudadanía quiera simplemente (y absurdamente) quedarse sin sistema político.

Los intereses detrás de la filtración

El último punto se refiere a quién se beneficia de la filtración de las conversaciones. La fragmentación política en torno a los intereses que se crean dentro y fuera de la coalición, así como los actores que buscan capitalizar sobre la crisis, son una cuestión relevante.

Los distintos sectores políticos pueden sacar provecho de estas filtraciones, ya sea para debilitar al gobierno, afectar a ciertas figuras dentro de la coalición o aprovecharse del desorden para ganar apoyo político.

Los principales sospechosos de la operación son aquellos que se ven beneficiados. Ensayamos un listado simple:

a) La oposición de derecha

La derecha se ve beneficiada en este caso y puede ser que tenga participación en los esfuerzos por tensionar el escenario.

La filtración de los chats de Karol Cariola es un golpe directo a la unidad de la izquierda chilena, lo que automáticamente favorece a la oposición de derecha. La situación es altamente impactante, aun cuando no supone ningún aspecto formalmente relevante (no está en juego un proyecto clave, por ejemplo).

Pero como se sabe, la posibilidad de vislumbrar grandes y profundas divisiones muestra una coalición fracturada y una posición comunicacional poco creíble, debilitando al grupo. Es así como este escenario implica desgaste interno del oficialismo, revelando que ni siquiera sus aliados más cercanos confían en el liderazgo de dos rostros cruciales como Boric y Vallejo.

Esto supone una posible desmoralización del electorado de izquierda, pues muchos electores y militantes pueden sentirse desencantados y desmovilizados. Para colmo, las conversaciones se concentran en una narrativa de “fracaso de la izquierda”. Aquí la derecha puede utilizar esta crisis para presentarse como una alternativa de estabilidad y orden, contrastando con un oficialismo dividido y caótico.

b) Grupos internos del Partido Comunista que desafían a Vallejo (y Boric)

Más allá de la opinión expresada por Karol Cariola, su nombre está íntimamente asociado a un sector más moderno y blando del Partido Comunista. Se le considera un nombre clasificable junto a Vallejo, Boric, Vodanovic y otros. Y como se sabe, dentro del Partido Comunista (PC), hay sectores más ortodoxos que han visto con recelo la forma de la integración de las figuras jóvenes al gobierno de Boric.

La filtración de los chats puede beneficiar a estos sectores que podrían estar pensando en un discurso crítico del actual gobierno y que efectivamente podrían modificar la geología de las próximas elecciones. Es la esperanza de Daniel Jadue sin ir más lejos.

Los chats, a fin de cuentas, debilitan a Vallejo dentro del partido, pues demuestra que incluso sus propios compañeros dudan de su liderazgo. Y además emerge un escenario donde se refuerza la idea de que el PC debería marcar más distancia con Boric, en lugar de seguir como un aliado subordinado dentro de la coalición oficialista.

c) Figuras del Frente Amplio que buscan debilitar al PC

Para el Frente Amplio, siempre el Partido Comunista ha sido un competidor natural que ha crecido fuertemente y que podría llegar a ser incluso más fuerte que el Frente Amplio si llega a la elección con una candidatura presidencial (como Jara) y si logra manifestar diferencias respecto al gobierno. No es raro entonces que sectores del oficialismo puedan ver estas conversaciones como una oportunidad para reducir la influencia del Partido Comunista dentro del gobierno.

En estos días se intensifican las negociaciones de candidaturas, tanto parlamentarias como presidenciales, y al respecto las ecuaciones que definirán las decisiones dependen de muchos factores.

Por lo pronto, el Frente Amplio tiene un problema con el PC y tiene otro problema con Cariola, para efectos de sus intereses. Respecto a los problemas y tensiones entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, la situación es evidente: al PC puede convenirle una postura más crítica, buscando quitar votos del FA. Pero es un riesgo también, pues sería entregarlos a la órbita socialista y potencialmente quedar aislados.

La tesis de algunos miembros del PC de poder dar un salto electoral acompañado de un discurso crítico al gobierno no es insensato, pero sí es riesgoso. Una operación política para evitar esta ‘imaginación’ podría ser la causa de esta aparición en medios.

Por otro lado, Karol Cariola sería candidata cabeza de lista en casi cualquier lugar que eligiera. Se hablaba de una posible participación en la elección senatorial de la quinta región, pero más allá de dónde fuera a arribar como candidata, lo cierto es que es una candidata fuerte que prácticamente dejaba a cualquier otro miembro de la coalición sin opción.

Si era vista como una amenaza electoral, la filtración puede cumplir un rol. Esta tesis no es considerada imposible por militantes importantes del Frente Amplio, de hecho, me fue señalada por una persona que considera probable una ruta como esta.

Una responsabilidad que se debe asumir

En resumen, lo cierto es que más allá de los oscuros intereses y de la grave filtración de las conversaciones desde fiscalía, no es menos cierto que hay una responsabilidad en Cariola que debe asumir: no haber sido una líder capaz de defender sus visiones políticamente y haber permitido que predominase un discurso de autosatisfacción que no le parecía ni justo ni cierto. Y ese pecado, en política, es grave.

Al final de cuentas, ser víctima de las propias palabras nunca despertará una gran misericordia.

Solo termino diciendo que la escena de Karol Cariola con su bebé de días en la Cámara de Diputados es una ostentosa falta de respeto a una perspectiva que respeta la salud y la integridad de un niño.

comillas
Desgraciadamente la parte más seria de la crítica de Cariola a Boric y Vallejo, aquella donde resalta la superficialidad y la búsqueda de llamar la atención a través de ‘shows’ comunicacionales, resultó simplemente una mala broma: y es que decidió resolver ella misma su crisis con un show, que resultó además fallido. Tal parece que es una generación atrapada por el show y sin capacidad de hacer política de verdad.
- Alberto Mayol