Con una tasa de fecundidad de 1,1 hijos nacidos por mujer, Chile lidera una de las natalidades más bajas del continente.

Este desplome ha acelerado el envejecimiento de nuestra población, enfrentando al país a un escenario social que podría dar pie a un explosivo conflicto entre generaciones por conservar beneficios para sí misma, o bien a un despoblamiento preocupante de extensas regiones del país.

La disminución de la natalidad en Chile no es un fenómeno aislado ni particular de nuestro país, pues se manifiesta en toda América Latina, aunque a velocidades inferiores que la anotada por Chile.

En el caso chileno se trata de un proceso cada vez más rápido a partir de 1990, ya que, si ese año la población- hasta 14 años- representaba el 29,8% de los habitantes, en 2025 descendió a 16,5%, y en 2040 alcanzará el 12,2% del total.

El país enfrenta una contracción de su población infantil que es inédita en nuestra historia, y que tiene un efecto espejo con la tasa de población mayor a 65 años, ya que, si en 1990 esta representaba el 6% del total nacional, en 2025 ascendió a un 14,6% y en 2040 se empinará a un 21,8%. 

¿Cómo enfrentar entonces el problema?

Algunos países con mayor capacidad económica han procurado establecer bonos o beneficios para las familias numerosas, pero los resultados no han sido los esperados, pues la situación económica es solo uno de los factores que incide en la decisión sobre tener más o menos hijos.

La inmigración es otro factor que debe considerarse en la ecuación demográfica, pero se requiere de una decisión clara por parte del Estado de impulsar una política que privilegie a aquellos migrantes que constituyen un aporte y no una carga al sistema social, tal como lo hacen Canadá o Australia.

Por ejemplo, los médicos ecuatorianos que facilitan el funcionamiento de nuestras redes básicas de salud, quienes junto a otros médicos extranjeros son la primera carta de atención del Estado.

En 2015 había 3.668 médicos en la Atención Primaria de Salud, de los cuales 1.158 eran extranjeros, representando el 32% del total de profesionales en ese nivel de atención.

Se cita comúnmente a la inmigración como un alivio al envejecimiento poblacional chileno. Sin embargo, la migración es un fenómeno que se ha vuelto esencialmente circulatorio y reversible, pues demora años en mostrar un ánimo de asentamiento y sedentarismo, dado que las motivaciones para migrar suelen asentarse en razones como las oportunidades económicas, calidad de vida, etc., todos fenómenos cambiantes y dinámicos que pueden mostrar incluso regresiones intergeneracionales. 

Cambiantes y dinámicos

Chile necesita recuperar una tasa de natalidad que garantice su subsistencia como nación.

Si se quiere prospectar el Chile del futuro, bien se haría en analizar con más detenimiento la importancia de la migración como una herramienta necesaria para la estabilización social, el poblamiento territorial, el desarrollo y el progreso y bienestar de nuestro país, implementando una política migratoria selectiva, sustentable y asimilable a los valores, prácticas, usos y costumbres arraigados por siglos en la nación chilena