Este miércoles 29 de enero fue un gran día para Chile. La aprobación de la reforma al sistema de pensiones, que se convertirá en ley después de dos años de discusión en el Congreso, es un gran paso para la modernización del país.
La gran lección que recogemos es que los acuerdos son fundamentales para avanzar y mejorar la vida de las chilenas y chilenos. El hecho que todos los sectores políticos nos hayamos sentado a conversar y priorizáramos el bienestar de la gente por sobre las ideologías y los intereses partidista, debe marcar un precedente.
No fue fácil para la actual administración llegar a consensos ni convencer a los partidos de la oposición de la urgente necesidad de terminar con un sistema que fue creado en dictadura, en forma inconsulta. Un sistema que actualmente beneficiaba solo al sector privado, a los empresarios propietarios de las administradoras de fondos de pensiones, pero no a los aportantes.
Apoyo transversal a la reforma previsional
En noviembre de 2022, el Presidente Gabriel Boric presentó una propuesta de reforma previsional para mejorar las pensiones de los actuales y futuros jubilados, con un énfasis particular en las mujeres, quienes, aun habiendo trabajado toda su vida, reciben montos que no les alcanzan para vivir.
Por eso que es valioso que en la larga sesión de ayer de la Cámara de Diputados, tanto Chile Vamos como los partidos oficialistas, ratificaran lo que ya había hecho el Senado y decidieran respaldar la reforma. Hubo casi 50 votaciones para artículos de este proyecto y cada una de ellas obtuvo más de 100 votos afirmativos, lo que deja de manifiesto que aquí primó el criterio social y el bienestar de las personas. Para aprobar cada norma se necesitaban como mínimo 77 votos.
En mis visitas a regiones, ya sea en el norte o sur del país, escuché la opinión de las personas, que era una sola: había que terminar con un sistema que no traía beneficios para los hombres y mujeres de nuestro país que, después de años de trabajo y sacrificio, se acogen a jubilación.
Por el contrario, el actual régimen previsional convierte sus ingresos mensuales en sueldos miserables, que no les alcanza para subsistir. Y el Estado tiene el deber de garantizar una vida digna para todos sus ciudadanos. En esta ocasión, se legisló con criterio de Estado.
Grandes mejoras y avances
Una vez promulgada la ley, se cumplirá el objetivo central, como es el aumento de las pensiones y la reducción de las desigualdades entre hombres y mujeres al momento de acogerse a su jubilación. La Superintendencia de Pensiones calcula que este incremento podría llegar, según cada caso, a cerca de un 35%.
Otro punto muy importante es el alza de la Pensión Garantizada Universal (PGU) a 250 mil pesos, incluyendo a los beneficiarios de leyes reparatorias (Rettig, Valech y exonerados políticos), que no estaban incluidos en la PGU. Ellos, como víctimas de violaciones a los derechos humanos, también tienen que acceder a mejorar su calidad de vida. Esto permitirá que reciban el beneficio completo de la PGU, sin descontar sus pensiones reparatorias, siempre que cumplan los requisitos de edad, focalización y residencia.
Y también se incluyen a las montepiadas de las pensiones de la Dirección de Previsión de Carabineros de Chile y de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional, de tal manera que nadie queda fuera de estas mejoras al sistema previsional.
Aunque hubo críticas, advertencias y amenazas de diversos sectores políticos respecto a estas indicaciones, que mejoraron de gran manera el proyecto original y apuntaron en el sentido correcto, finalmente la mayoría legisló con altura de miras, pensando en quienes se quiere ayudar y proteger.
Aquí no hay ganadores políticos
Los senadores socialistas habíamos anunciado que nos pronunciaríamos a favor de un proyecto que ayudara a las personas, que aumentara las pensiones de la gente. Y no validaríamos una propuesta que beneficiara soterradamente a las AFP. Y eso finalmente se cumplió.
Asumo que hubo disensos y parlamentarios que decidieron plantear reservas de constitucionalidad por algunas normas aprobadas. Pero, finalmente, primó el criterio, la racionalidad, el pensar en Chile y su gente. Y esa debe ser la gran lección de este proceso que culmina: solo el diálogo y los acuerdos permitirán que sigamos avanzando.
Y de verdad esperamos que la derecha más extrema entienda que las personas no pueden seguir esperando para mejorar su calidad de vida. Es necesario dejar de lado los intereses particulares y legislar en favor de todo el país y no de determinados sectores.
Aquí no hay ganadores de uno u otro sector. Aquí el gran triunfador es Chile, y esperamos seguir por este camino de diálogo y entendimiento.