En estos días la reforma de pensiones atraviesa momentos cruciales, y es relevante saber de qué lado estará cada quién. Sería bueno sincerar posiciones.

Aunque pareciera ser una pregunta retórica, porque la evidencia está a la vista, preguntarse quién ganó en serio con las AFP en Chile es relevante, porque permite entender el espinoso curso de la reforma, y los intereses que están realmente en juego. Después de cuatro décadas con este sistema de pensiones, se puede sostener que desde su inicio mismo ha sido una estafa para los trabajadores y un gigantesco negocio para el gran empresariado nacional.

Vamos primero con la estafa

El primer engaño, y más evidente, es la tasa de reemplazo. Como es sabido, la promesa del sistema de AFP era entregar pensiones equivalentes al 70% de la remuneración obtenida al final de la vida laboral. 30 años después del inicio del sistema, en febrero del 2000, la Asociación de AFP tuvo la osadía de decirle a los trabajadores chilenos que “se pensionarían con el 100% de su sueldo el 2020”.

Pasado el 2020, la realidad es completamente diferente y lo sabemos hace rato.

En 2015 la Comisión Bravo, convocada por la presidenta Bachelet, indicaba que la Tasa de Reemplazo calculada por la dictadura prometía “pensiones que sólo se podían alcanzar en circunstancias excepcionales, no representativas de la realidad de la gran mayoría”.

Hoy la situación no puede estar más lejos de esa promesa inicial. Según el informe emanado en enero de 2024 por la Superintendencia de pensiones, la mediana de la tasa de reemplazo autofinanciada es del 17%. La traducción de esto son las ya conocidas pensiones paupérrimas que entregan las AFP —46 mil pesos para la mitad de las mujeres y 155 mil para la mitad de los hombres— y que solo se han dignificado después del aporte estatal (PGU).

La derecha responde a esto culpando al mercado laboral: “el sistema de pensiones no puede hacerse cargo de las inequidades del mercado laboral”, se escucha decir a menudo.

Pero esto tiene un gran supuesto oculto, que es la segunda mentira que está a la base de esta estafa: las inequidades del mercado laboral tienen como base el “plan laboral” elaborado por ¡el mismo José Piñera!, y constituye el fundamento del Código del Trabajo, que rige el mercado laboral hasta nuestros días.

Se trata de un Código abiertamente proempresarial y anti sindicatos, que ha desbalanceado dramáticamente la relación de fuerzas entre el capital y el trabajo. Y que, sumado a una orientación explícita hacia la flexibilización laboral, ha generado un mercado laboral inestable, con una informalidad permanente y profundas desigualdades de género. Esto ha hecho estructuralmente imposible que los trabajadores puedan cotizar de manera estable a lo largo de su vida.

La anterior estafa tiene como corolario el objetivo real del sistema de pensiones: el gran negocio que había detrás.

El gran negocio de las AFP

El sistema de pensiones no era ningún Mercedes Benz, como dijo Piñera, en realidad se parece más a una red de bencineras usada para alimentar a un entramado de grandes empresas, con un combustible que no es otro que el salario de los trabajadores chilenos.

Así, la instalación del sistema de pensiones estuvo a la base de la con­formación de un gran mercado de capitales. Sin embargo, ha sido demostrado que, si bien los fondos de pensiones son una fuente de desarrollo para ese mercado financiero, el impacto sobre la inversión real ha sido poco significativo, dado que han sido utilizados principalmente para la compra de acciones de empresas ya existentes, profundizando el carácter rentista, poco complejo y alérgico a la innovación del modelo económico chileno.

Actualmente, esta situación sigue siendo determinante, aunque los focos del debate no la han iluminado todo cuanto deberían. El debate se ha concentrado en las groseras utilidades de las AFP, el gasto en publicidad y su contraste con las paupérrimas pensiones que entregan. Esto está bien, pero la respuesta a la pregunta por quiénes son los que han ganado con este modelo va más allá de los conglomerados controladores de las AFP.

Según el informe “Inversión de los fondos de pensiones”, elaborado por la Superintendencia de Pensiones para el tercer trimestre 2024, las AFP administran US$209.072 millones de dólares, lo que equivale al 64% del PIB del país —previo a los retiros alcanzaba al 80%—. De esto, 110 mil millones de dólares lo invierten en el país (52,6%).

¿A dónde va esa inversión?

Considerando la inversión nacional y descontando lo invertido en tesorería, dentro de los 10 principales destinos de la inversión, 27 mil millones de dólares se reparten entre 8 empresas y bancos privados, dentro de los cuales están involucrados los grupos Luksic (Banco de Chile, US$4.484 millones), Solari (Falabella US$2.016 millones), Yarur (BCI, US$3.950 millones), Angelini (COPEC, US$1.605 millones), Ponce Lerou (SQM, US$1.804 millones).

En total, aproximadamente US$50 mil millones de dólares se encuentran invertidos en bancos y empresas privadas, siendo una fuente de ganancia directa a las grandes empresas del país.

De este modo, la creación y mantención de las AFP, contrariamente al utopismo de un mercado competitivo y diversificado, contribuyó a la alteración y concentración de la estructura de la propiedad y al enriquecimiento de los grupos que lograron hacerse de su control, fomentando aún más la con­centración económica y la desigualdad.

Ya para el 2014, como ha mostrado la Fundación SOL, diez bancos y diez empresas IPSA recibían en torno a los 38.650 millones de dólares, provenientes del dinero de los trabajadores. En 2020, 10 empresas privadas recibían el 43% de la inversión en la categoría empresas, y tan solo 5 bancos recibían el 73% de la inversión en instituciones financieras.

¿Quién ganó con las AFP en Chile?

La pregunta de quién ganó con el sistema de AFP cae por su propio peso. Los trabajadores de Chile fueron estafados y los grandes grupos empresariales hicieron un gran negocio. Se ha tratado de un verdadero festín, una danza de millones que ha fluido hacia estos grupos económicos que la han estrujado sin parar hasta poder beber hasta la última gota.

Por ahora, estos grandes grupos económicos se han mantenido en absoluto silencio, pero cabe preguntarse por la responsabilidad que tienen en el inmoral bloqueo que la derecha ha realizado a la reforma previsional, impidiendo que Chile tenga pensiones dignas. Todo hace pensar que tienen mucho que ver, porque se ha visto cómo han legislado sistemáticamente en favor de estos intereses.

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El modelo actual de capitalización individual es una moneda que simplemente tiene dos caras: por un lado, ha significado pensiones de miseria para los trabajadores y, por otra, una fuente inagotable de financiamiento para los grandes propietarios, que multiplican la riqueza y la concentran cada día más. En estos días la reforma de pensiones atraviesa momentos cruciales, y es relevante saber de qué lado estará cada quién. Sería bueno sincerar posiciones.
- Simón Ramírez, secretario ejecutivo Frente Amplio