La verdadera pregunta que debemos hacernos es: ¿queremos proyectar esta industria de manera sostenible? Si la respuesta es afirmativa, pongamos las ideas sobre la mesa. ¿O preferimos, en cambio, eliminar la salmonicultura en Chile?
En una columna publicada la semana pasada, titulada “Desenmascarando los mitos de crecimiento sostenible de la industria salmonera”, la Fundación Terram menciona una serie de datos que dejarían en off-side una hipótesis que sostenemos desde Pivotes: la salmonicultura chilena se encuentra estancada desde hace casi una década.
Este intercambio de columnas de opinión podría prolongarse in aeternum, con ambas partes argumentando extensamente por qué la interpretación de la otra no es correcta.
Sin embargo, creo que caer en este ciclo interminable no contribuye a lograr lo que desde Pivotes –y espero también desde la Fundación Terram– buscamos: definir un crecimiento sostenible para la industria salmonera nacional a largo plazo.
Chile podría quedar fuera de grandes oportunidades
Resulta poco realista pretender que una industria que genera más de US$6.000 millones en exportaciones anuales simplemente desaparezca. Lo sensato sería buscar puntos de acuerdo y superar esta constante tensión, que solo dificulta abordar los problemas de fondo de manera efectiva.
Este escenario es, además, indeseable por una razón que la propia Fundación Terram señala en su más reciente columna: el principal productor de salmón del mundo, Noruega, ya opera con estándares excepcionales y busca triplicar su producción al año 2050. Por eso, si Chile no implementa cambios regulatorios que aseguren los más altos niveles de bioseguridad y, a la vez, permitan proyectar un crecimiento sostenible en la producción, perderemos la oportunidad de liderar el suministro de proteínas ecológicas a nivel mundial.
En este sentido, la consultora especializada en productos del mar, Kontali, proyecta un aumento del 40% en la producción global salmonicultora hacia 2033. Alguien satisfará esta creciente demanda, nos guste o no, y Chile podría quedar fuera de esta oportunidad.
Propuestas para el futuro de la salmonicultura
En un espíritu constructivo, propongo que dejemos de lado este inconducente intercambio de datos y pongamos sobre la mesa algo más relevante: ¿qué proponemos para el futuro de la salmonicultura en Chile?
Desde Pivotes, contamos con un par de propuestas concretas para abordar los desafíos futuros de esta industria, las cuales queremos someter al escrutinio de la opinión pública. Al mismo tiempo, nos gustaría conocer las alternativas que Terram, así como cualquier otro actor interesado en este debate, puedan sugerir.
1. Relocalización de concesiones situadas en áreas protegidas
En primer lugar, creemos que es esencial concretar, de una vez por todas, la relocalización de concesiones situadas en áreas protegidas, como el Parque Nacional Alberto de Agostini. Así también aquellas que, por razones económicas, no pueden ser utilizadas, las cuales representan cerca del 20% de las concesiones acuícolas para salmónidos otorgadas.
Las controvertidas moratorias vigentes en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes –las cuales suspenden el ingreso de nuevas solicitudes de concesiones de acuicultura– podrían estar justificadas, tal como señaló el ministro de Economía, Fomento y Turismo, Lucas Palacios, en 2021, siempre que el proceso de relocalización de concesiones acuícolas sea expedito y dinámico.
Esto permitiría aprovechar el espacio disponible en las Áreas Apropiadas para el Ejercicio de la Acuicultura (A.A.A.) para efectuar relocalizaciones en zonas con mayor capacidad de carga e intensidad de corrientes, lo que favorecería una operación más segura en términos medioambientales. Asimismo, las relocalizaciones podrían generar economías de escala para las empresas, facilitando la instalación de centros de cultivo más grandes y cercanos a las instalaciones del proceso productivo, como plantas de proceso, reduciendo así costos de transporte, personal y otros recursos adicionales.
Según estimaciones de Pivotes, dicho espacio disponible en las A.A.A. ya creadas permitiría otorgar, relocalizar o fusionar hasta 248 concesiones acuícolas. Sin embargo, desde la creación de este instrumento en 2010, solo una concesión ha sido relocalizada, mientras que 196 solicitudes permanecen en trámite, con un promedio de 6,8 años de demora, según datos de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA). Por ello, la primera prioridad de esta Subsecretaría debería ser agilizar la tramitación de las solicitudes pendientes, permitiendo la operación salmonicultora en zonas libres de conflicto.
2. Beneficios para propuestas innovadoras en la reducción del impacto ambiental
En segundo lugar, es importante reconocer que esta industria adquirió una mala reputación antes de la crisis del Virus ISA, cuando efectivamente estaba subregulada y los métodos de producción generaron un daño ecosistémico significativo, evidenciado en altas mortalidades, escapes de peces y desechos inorgánicos en playas, entre otros problemas.
En ese sentido, aquellos centros de cultivo que implementen innovaciones destinadas a reducir su impacto ambiental, operando con estándares por sobre los mínimos establecidos por la ley, podrían ser beneficiados con procesos de tramitación acelerada para nuevas concesiones.
Esto funcionaría como un incentivo para fomentar la adopción de prácticas más sostenibles en la industria, lo que a su vez permita destrabar las más de 190 solicitudes de concesiones que, a pesar de haber sido ingresadas previamente al establecimiento de las moratorias, permanecen congeladas en su tramitación.
Al respecto, existen diversas alternativas a estudiar. Por ejemplo, una es tramitar de forma más expedita las solicitudes de concesiones que adopten el estándar del Aquaculture Stewardship Council (ASC), reconocida como la norma global más exigente en términos ambientales, sanitarios y sociales.
Otra opción sería priorizar las solicitudes que incorporen la instalación de bosques de huiro en las cercanías de los centros de cultivo. Estas algas no solo absorben grandes cantidades de CO2 atmosférico y crean hábitats para otras especies nativas, sino que también retienen fósforo y nitrógeno del agua, los principales responsables de la eutrofización causada por la producción salmonicultora.
De esta forma, además de promover una producción más sostenible, se puede abrir un camino viable para que la industria proyecte su crecimiento responsablemente.
¿Proyectar o eliminar la industria salmonera?
Estas medidas no constituyen una bala de plata y por cierto hay muchas más que podemos discutir. La verdadera pregunta que debemos hacernos es: ¿queremos proyectar esta industria de manera sostenible? Si la respuesta es afirmativa, pongamos las ideas sobre la mesa. ¿O preferimos, en cambio, eliminar la salmonicultura en Chile? Es una postura al menos argumentable, pero también es necesario ser honestos sobre cómo se compensarán las inevitables pérdidas de ingresos y empleo que esta decisión implicaría.
Parte de ejercer incidencia pública de manera responsable es asumir las consecuencias que las propuestas de política pública generan una vez implementadas. Esto es aplicable tanto para Terram, Pivotes, como para cualquier otra institución que desee participar en este debate. Por ello, es fundamental pasar de la simple constatación de hechos a la formulación de soluciones concretas, si lo que buscamos es aportar insumos útiles y efectivos para la discusión.