Mi impresión es que el presidente de la Democracia Cristiana, Alberto Undurraga, no se encuentra en el centro de operaciones donde realmente se están gestando los cambios necesarios. Esta percepción no es trivial, pues uno de los elementos cruciales de la crisis política actual es precisamente la dispersión del centro político y la disminución de la representación de la Democracia Cristiana.
Los resultados electorales recientes han mostrado una contracción significativa en su influencia, lo que refleja una crisis de identidad y representación dentro del partido.
La invitación, por tanto, es clara: debemos trabajar activamente para reconstituir y fortalecer el centroizquierda. Esto implica construir acuerdos sólidos y duraderos que nos permitan mirar al futuro con esperanza y determinación. La capacidad de formar coaliciones y consensos dentro de la centroizquierda será determinante para ofrecer un gobierno que responda a las verdaderas necesidades del país.
Una necesaria articulación de la centroizquierda
Es fundamental que todas las fuerzas políticas de centro-izquierda asuman un rol proactivo en este proceso de reforma. Debemos ser capaces de articular una visión compartida que trascienda las diferencias individuales y se enfoque en el bien común. Solo así podremos garantizar un sistema político más robusto y una democracia más participativa y representativa.
De acuerdo con lo señalado anteriormente, y aplicable únicamente a la elección parlamentaria del año 2025, los partidos políticos que, habiendo participado en una misma lista o pacto electoral, no alcanzaran individualmente el umbral establecido en el inciso anterior, podrán fusionarse con el partido político de la misma lista o pacto que sí lo hubiera alcanzado. Para ello, será necesario proceder a la fusión con dicho partido. Alternativamente, también podrán integrarse en una federación de partidos políticos, según lo estipulado por la ley.
Reforma constitucional: la oportunidad
Este llamado a la unidad y al consenso no es solo una cuestión de estrategia política, sino una necesidad imperiosa para enfrentar los desafíos que tiene Chile. Necesitamos una democracia que no solo funcione, sino que sea capaz de responder a las demandas de la ciudadanía, que promueva la justicia social y que garantice un desarrollo inclusivo y sostenible.
En este sentido, la reforma constitucional debe ser vista como una herramienta para potenciar nuestra democracia, asegurando una mayor transparencia, eficiencia y representatividad en nuestras instituciones. Es el momento de asumir este desafío con responsabilidad y compromiso, construyendo los puentes necesarios para avanzar juntos hacia un futuro mejor.
La invitación está extendida a todos los actores de la centroizquierda: unámonos en esta tarea de renovar y fortalecer nuestra democracia. Solo a través del diálogo y la cooperación podremos construir el país que todos anhelamos, uno donde la justicia, la igualdad y la participación sean pilares fundamentales