En cada uno de estos casos el triunfo se interpretó como la expresión de preferencias de largo plazo y de una determinada posición hegemónica en la sociedad, lo que moldeó equivocadamente el actuar de los partidos en los meses siguientes a las elecciones y que rápidamente fue puesto de manifiesto por la volatilidad de los votantes entre una y otra.
Debemos tener mucho cuidado de cometer el mismo error.
¿Moderación?
Tras las muchas voces que ven en la segunda vuelta de gobernadores una tendencia del electorado hacia la moderación, es importante tomar algunas prevenciones ante quienes pretenden hacer de ello el sello del panorama político actual en nuestro país.
Ante liderazgos que han hecho de la violencia verbal y la descalificación una constante, la moderación se presenta como una forma de hacer política de manera respetuosa, donde el adversario no es enemigo y que considera otras opciones tan válidas como la que uno mismo defiende.
Es importante, sin duda. Y si bien ante cierto tipo de candidatos bien puede ser la estrategia suficiente, su protagonismo debe considerarse en justa medida. A fin de cuentas, la moderación sigue apelando principalmente a la forma y la política sigue siendo sobre todo fondo.
Disputar el sentido común
En una época en que el relato es más importante que el dato y en donde las personas escogen a placer aquellos que se enmarcan en su forma de pensar, la lucha por el sentido común y por la dirección en que queremos se construya la sociedad sigue abierta. Y disputarlo es más urgente que nunca.
La agenda de seguridad es un buen ejemplo. Ante el clamor ciudadano, medidas que van contra la evidencia son cosa de todos los días. El aumento desmedido de penas, el abuso de la prisión preventiva o la militarización de la seguridad pública son una respuesta efectiva a los temores y pasiones de la población, pero inefectiva para el problema que pretende solucionar.
Ese sentido común no necesita ser gestionado, necesita ser disputado.
Si las redes sociales son una caja de resonancia donde abunda información -o desinformación- capaz de validar cualquier visión del mundo, entonces no siempre bastará con un liderazgo contrapuesto a aquellos polarizantes: en el largo plazo lo principal seguirá siendo proponer y que sea la vida cotidiana un proyecto de normalidad alternativa que conecte con las emociones de la gente.