El desafío que enfrentamos es enorme, pero no imposible.
Como presidenta de la Directiva del Colegio Médico, en los últimos meses he tenido el privilegio de recorrer distintas regiones de nuestro país, conociendo de primera fuente las realidades y desafíos que enfrentan nuestros colegas en distintos rincones de Chile. Desde hospitales antiguos, con una mística única, pero con infraestructura estrecha, hasta grandes proyectos sanitarios, bajo distintos modelos de administración.
En todos los casos, lo que marca la diferencia es el liderazgo de los equipos directivos, en tanto su nivel de dominio de la gestión sanitaria y la capacidad de convocar en torno a una visión común.
Gestión sanitaria: no se trata solo de administrar recursos
Históricamente, fueron los médicos quienes lideraron las organizaciones de salud, actuando como puente entre las distintas unidades y desempeñando un rol clave en la toma de decisiones. Esto se debe no solo a su conocimiento técnico, sino también a su capacidad para priorizar recursos y tomar decisiones difíciles, siempre pensando en el bienestar de las y los pacientes. Podríamos hablar de competencias más bien éticas.
Sin embargo, en la última década, ha disminuido notablemente el interés por asumir estos cargos, cediendo espacios a perfiles más administrativos que, aunque saben mucho de gestión financiera, no siempre comprenden la complejidad de la atención sanitaria.
Un buen gestor en salud no solo administra recursos, sino que los asigna bajo el principio de “justicia sanitaria”, priorizando el acceso justo y la calidad de la atención. Este principio ético es esencial en un contexto de recursos escasos, costos al alza y necesidades crecientes de la población, exacerbadas por factores como el envejecimiento, las migraciones y los efectos del cambio climático.
Es necesario transformar la institucionalidad
En nuestras reuniones con la Ministra de Salud, hemos compartido la constatación de la escasez de médicos y médicas en roles clave dentro del sistema sanitario, como las Seremis, el Servicio Médico Legal y el Instituto de Salud Pública, por mencionar algunos. La experiencia en terreno nos muestra que, donde hay liderazgo médico, se pueden logran mejores resultados, tanto en calidad como en acceso a la atención. La evidencia es clara: necesitamos retomar estos espacios de toma de decisiones para mejorar las políticas de salud.
Desde el Colegio Médico, queremos contribuir a esta tarea, motivando a nuestros colegas a reconocer el impacto positivo que pueden generar desde roles de liderazgo y a considerar la gestión como un campo de acción que, bien ejecutado, puede transformar una institución y, por ende, la vida de muchas personas.
Sin embargo, no bastan las buenas intenciones. Es necesario transformar la institucionalidad, generando condiciones para construir una mejor carrera funcionaria; modernizar el proceso de selección de cargos directivos, privilegiando criterios técnicos, experiencia y desempeño, por sobre la filiación política, otorgando así la estabilidad necesaria; además se deben incorporar competencias en gestión de la salud, desde las etapas formativas de la profesión.
¿Cuál es el fin? Cambiar la mirada de nuestras instituciones de salud, como meros “centros de costo”, y volver a pensarlas y diseñarlas, con foco en los servicios clínicos y en los pacientes. Esto no significa abandonar la eficiencia, sino adoptar una perspectiva más humanista que permita gestionar los recursos con sabiduría, protegiendo siempre la vida y el bienestar de las personas.
El desafío que enfrentamos es enorme, pero no imposible.