Nos parece justo preguntarnos, ¿qué es lo que está matando a las ballenas? Solo sorprende que las empresas que están en la mira no se estén haciendo la misma pregunta.
En las últimas semanas, hemos conocido la noticia de tres cetáceos muertos al interior de áreas protegidas en la Patagonia chilena: a las dos ballenas jorobadas encontradas en los últimos días de octubre en la Reserva Nacional Kawésqar y el Parque Nacional San Rafael, recientemente se sumó el hallazgo de una ballena sei fallecida al interior del Parque Marino Francisco Coloane.
Protección insuficiente y vulnerabilidad
Estas noticias no solo impactan por la tristeza que provoca la muerte de ballenas jóvenes y los efectos de aquello en materia medioambiental. Impacta porque esto ocurre al interior de espacios que debieran proteger a estas especies (y a tantas otras que los habitan), lo que evidencia que los mecanismos de conservación establecidos aún no son suficientes y estos mamíferos siguen siendo vulnerables, incluso en estos lugares.
En el caso de las ballenas jorobadas, el hecho de que los cuerpos de los cetáceos se hayan encontrado en cercanías de centros de engorda de salmones genera un manto de dudas que no se puede desconocer. Esto, respecto de las condiciones y posibles motivos por los que estos cetáceos murieron y es algo que, a nuestro juicio, debiese empujar a las autoridades competentes a realizar investigaciones profundas en la materia.
Cetáceos y salmonicultura
En Chile, pese a que existe amplia documentación sobre las consecuencias de la operación salmonera en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes -donde sus actividades están concentradas-, las interacciones negativas entre la salmonicultura y los mamíferos marinos (particularmente, cetáceos) aún no cuentan con estudios científicos contundentes y estadísticas concretas; una situación grave, pues comprender estas amenazas es fundamental para promover la efectiva conservación de los cetáceos.
Es en ese marco que, recientemente, la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), Greenpeace y ONG FIMA -organizaciones aliadas en la resistencia a la expansión de la salmonicultura en las aguas de la Patagonia chilena- dieron a conocer un avance de su informe científico ‘Cetáceos y salmonicultura: desafíos para la protección de la biodiversidad marina en la Patagonia chilena’, el que busca aportar la evidencia necesaria para una correcta toma de decisiones en la materia.
Entre los resultados de este informe multidisciplinar, se evidencia el impacto que la salmonicultura está teniendo en los cetáceos de la Patagonia, lo que pone en relieve la importancia e, incluso, urgencia de frenar la expansión de la salmonicultura en nuestros mares australes.
Amenazas de las operaciones salmoneras sobre los cetáceos
Desde que se dieron a conocer la muerte de las dos ballenas jorobadas en cercanías de operaciones de las empresas salmoneras Australis Mar y Cooke Aquaculture, la industria ha salido en defensa de sus operaciones, asegurando que las ballenas se habrían enmallado ya muertas, lo que es sin duda una posibilidad.
Sin embargo, son diversos los peligros que enfrentan las ballenas y otras especies marinas en nuestros mares australes. De hecho, en su informe, AIDA enumera algunas de las principales amenazas de las operaciones salmoneras sobre los cetáceos, entre las que destacan:
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– La captura incidental en redes antidepredadores
– Colisiones con embarcaciones
– Contaminación acústica
– Escapes de salmones y competencia con la fauna nativa
– La contaminación por plásticos y microplásticos
– Uso de antibióticos y la generación de condiciones hipóxicas en los lugares donde se instalan las jaulas de cultivo.
Hemos visto con anterioridad casos de ballenas y delfines enredados en mallas antidepredadores y muertos por ahogamiento, por lo que no es una locura preguntarse si eso fue lo que ocurrió con estas ballenas-
Hemos sido testigos también de animales marinos muertos y/o mutilados tras el choque con grandes embarcaciones en sus rutas, por lo que no es absurdo cuestionar si eso puede haber ocurrido acá.
Y hemos conocido lo que pueden provocar los desechos de la industria salmonera en los entornos en los que opera, donde la floración de algas nocivas y las condiciones hipóxicas no son un triste invento, sino una realidad.
Sabemos que en la actualidad los mares patagónicos están siendo contaminados, incluso aquellos espacios que deben ser protegidos. Frente a ello, nos parece justo preguntarnos, ¿qué es lo que está matando a las ballenas? Solo sorprende que las empresas que están en la mira no se estén haciendo la misma pregunta.