El “atajo trumpista”
Como una suerte de Déjà vu se vuelve a instalar en la política local (con los resultados de ayer martes) la tentación por el regreso del “atajo trumpista”. Como sabemos este se caracteriza por liderazgos populistas y disruptivos que desafían a las estructuras políticas tradicionales.
Chile, en un contexto post-crisis social y con demandas ciudadanas que siguen latentes y problemas silentes, puede extraer lecciones clave del fenómeno Trump, tanto en términos de lo que representa para la política en general, como en la estrategia que los candidatos chilenos podrían considerar.
En primer lugar, la figura de Trump encarna un rechazo a las élites políticas y económicas, un fenómeno que ha resonado con fuerza en Chile. Las últimas elecciones locales y regionales dieron varias muestras de lo anterior. En línea con esto, la política chilena ha visto una caída sostenida en la confianza de las instituciones tradicionales, y el apoyo a figuras externas al establishment es muestra de que la ciudadanía busca nuevas alternativas.
El atajo trumpista se expresa precisamente en el rechazo a las élites políticas y la búsqueda de “outsiders”, una tendencia que Chile ya vive con figuras como Franco Parisi. Este fenómeno es una advertencia para los partidos tradicionales, que necesitan renovarse para conectar con las realidades ciudadanas y evitar el terreno perdido frente a líderes “antielitistas.”
Este descontento abre el espacio a candidatos que no necesariamente provienen de los partidos tradicionales, sino que logran conectar con los votantes mediante mensajes simples y directos, lo que es una característica del populismo moderno.
Para los candidatos en Chile, esto significa que no basta con defender las estructuras tradicionales: deberán demostrar capacidad de cambio real y adaptación a las necesidades ciudadanas, o arriesgarse a perder terreno frente a figuras disruptivas.
Las redes sociales como recurso
Otro aspecto importante es el uso estratégico de las redes sociales como herramienta de polarización y desinformación. Trump ha hecho de las redes sociales un canal privilegiado de comunicación directa, eludiendo medios convencionales y ofreciendo un contacto que muchos perciben como más personal y auténtico.
En Chile, esta táctica también puede ser decisiva, especialmente ante un electorado joven que encuentra en las plataformas digitales una fuente de información y expresión. No obstante, el éxito de esta estrategia implica no solo presencia, sino una narrativa que resuene emocionalmente y que logre capturar la atención en un entorno saturado de información.
Los candidatos de 2025 en Chile deberán considerar cómo utilizar redes sociales no solo para transmitir mensajes, sino para construir una relación continua con sus audiencias.
“Make America Great Again”
La elección de Trump también destaca la relevancia de una narrativa identitaria. Su lema de “Make America Great Again” encapsula una añoranza por tiempos percibidos como mejores, una estrategia que moviliza sectores nostálgicos del país.
En el caso de Chile, esta estrategia puede ser adaptada por candidatos que apelan a la identidad nacional y al sentido de pertenencia, en un momento en que el país se replantea valores y principios fundamentales. Sin embargo, este tipo de retórica en nuestro caso deberá manejarse con cuidado, ya que, si bien puede unir a ciertos sectores, también corre el riesgo de polarizar y excluir.
Otra lección fundamental es la capacidad de Trump para capitalizar la desconfianza hacia las instituciones, que ha sido uno de sus mensajes más recurrentes. En Chile, la confianza en el Congreso, el poder judicial y otros organismos continúa siendo baja, y una campaña que reconozca esta realidad y proponga mecanismos concretos de transparencia y rendición de cuentas podría tener un impacto positivo.
Los candidatos que se presenten como figuras confiables y con un plan claro para restaurar la legitimidad institucional podrían captar un sector importante del electorado, especialmente aquellos que sienten que las instituciones no responden a sus demandas.
Además, Trump ha demostrado cómo los discursos de orden y seguridad pueden atraer un apoyo significativo, especialmente en momentos de incertidumbre. En Chile, donde la seguridad se ha convertido en una prioridad en el debate público, los candidatos deberán ofrecer soluciones concretas en esta área para responder a las preocupaciones ciudadanas.
Un electorado volátil y exigente
Finalmente, el fenómeno de Donald Trump muestra la importancia de una narrativa de recuperación económica dirigida a los sectores más afectados por las crisis. En Chile, el impacto económico post pandemia, sumado a la inflación y al bajo crecimiento, ha afectado a amplias capas de la población. Los candidatos en 2025 deberán ofertar un programa económico inclusivo que muestre sensibilidad hacia las necesidades de quienes han visto sus ingresos deteriorados. Las propuestas deberán estar alineadas con una visión de desarrollo que reduzca las brechas y promueva oportunidades equitativas.
La elección de Donald Trump es un recordatorio de que en la política moderna los discursos simples y la apelación a las emociones tienen poder. Chile, en su proceso de redefinición, debe aprender de este fenómeno y adaptarse a un electorado volátil y exigente que, al igual que en Estados Unidos, puede recurrir a figuras alternativas si las opciones tradicionales no satisfacen sus expectativas.