Es justo reconocer que lo de Boric con Cordero no es el único acto irracional que observamos en las acciones de los gobiernos. Pareciera que el sentido común está en desuso en todos los poderes del Estado chileno y son innumerables las situaciones en que esto se demuestra.
Si yo proclamo que quiero hincar clavos en una tabla, pero me acerco a ella empuñando un serrucho, puedo estar seguro de que todos los que me observan están concluyendo que nunca tuve intenciones de hincar clavos y que siempre tuve intenciones de aserruchar la tabla. Esa conclusión es algo de sentido común.
Pero ¿qué es el sentido común? Es nada menos que nuestra cédula de identidad que nos acredita como seres humanos, puesto que el uso de la razón es lo único esencial que nos diferencia de todas las demás especies animales. Fue el filósofo francés René Descartes (1596 – 1650) el que sintetizó eso con su célebre aforismo “cojito ergo sum” (“pienso, luego existo”).
Se supone que el sentido común es un atributo siempre presente en todo ser humano, pero la verdad es que no es así. Muchas veces vemos a personas que actúan en estricta contradicción con el sentido común y nos tenemos que preguntar si es que no pertenecen a nuestra misma especie. La sabiduría popular refleja esa duda cuando afirma que “el sentido común es el menos común de los sentidos”.
Nombramiento de Cordero: ¿Un error de sentido común de Gabriel Boric?
Lamentablemente, esa duda nos invade cuando apreciamos las muchas y continuas diferencias entre lo que nuestro actual Presidente Gabriel Boric dice, hace y es su deber hacer. Acaba de ocurrir eso con el nombramiento del comunista Sr. Cordero en el puesto de manejo de las Fuerzas de Seguridad Pública.
El Presidente sabe que la seguridad es la preocupación máxima de los chilenos hoy día. Sabe, además, que es el principal deber de su gobierno el garantizar la seguridad de sus conciudadanos. Sabe que el Subsecretario del Interior es el que maneja directamente los servicios del Estado en materia de inteligencia criminal y seguridad. Sabe que su Ministra del Interior es frecuentemente objetada por las deficiencias en esa materia, y, sabiendo todo eso, coloca a un conocido miembro del Partido Comunista en la jefatura que ha dejado vacante el desgraciado asunto de Manuel Monsalve.
Parece increíble que el Presidente Gabriel Boric no se dé cuenta de que, al nombrar a Luis Cordero en ese cargo, está enviando una señal poderosa e inequívoca de que sus intenciones no son precisamente la enérgica contención de la delincuencia y el crimen organizado.
Estoy seguro de que muchos me juzgaran de prejuicioso porque le atribuyo malas intenciones al nuevo subsecretario y creen que se debe a una obsesión anticomunista. Pero ocurre que, aparte de los antecedentes del Sr. Cordero, la aprobación de la violencia como herramienta política está en la doctrina y en los manuales de praxis de todos los partidos comunistas que existieron o existen por todo el mundo.
El Partido Comunista es el único que no ha abdicado públicamente de la violencia en Chile, apoya abiertamente a regímenes que, como el venezolano y el cubano, llegaron al poder utilizando la violencia y se mantienen en él a través de su uso descarado y diario. Esas son verdades que yo no tengo en primordial consideración, sino que son hechos suscritos por buena parte de la humanidad.
“Es que he leído a Mark, a Lenin, a Mao”
El Presidente Gabriel Boric no es tonto y, por lo tanto, no se puede suponer que no comprende los mensajes que transmite cada nombramiento de un comunista en los poderes del Estado. No puede ignorar que, para una amplia mayoría de los chilenos, siempre un comunista significa anti iniciativa privada, eliminación de la salud, de la educación y de la previsión privadas, partidario de la educación utilizada como proselitismo y, ciertamente, cuidadoso trato de los violentos porque son una herramienta de presión política siempre dispuesta a ser utilizada para desvirtuar las emociones democráticas.
Y esas posiciones no son escondidas, sino que están en sus programas y en todos sus actos históricos, aquí y en todas partes. El Presidente no puede dejar de saber que un comunista al mando de la Ministra Tohá es una bomba de tiempo política, que el Sr. Cordero, haga lo que haga va a ser siempre blanco y vulnerable a las críticas del manejo de la seguridad, no puede dejar de saber, en suma, que ese nombramiento envía una fuerte señal de duda sobre sus propias intenciones.
Para amenguar la previsible acusación de sicosis anticomunista, voy a recordar un hecho histórico. En la Francia de principios del siglo XX existió una famosa periodista llamada Genevieve Tabouts (1892 – 1985) que se hizo famosa porque, a partir de los años 20, comenzó a alertar a su patria sobre los peligros que representaba Hitler y el nazismo alemán. Por eso sus enceguecidos colegas la llamaron Casandra, aludiendo a la agorera hija del Rey Priamo que predijo la caída de Troya, contrariando la opinión de toda la corte de su padre.
Cuando las críticas se convirtieron en alabanzas por su perspicacia y su capacidad para predecir el futuro, ella se limitó a decir: “No hay magia alguna. Es que yo leí Mi Lucha”. Ese es el libro escrito por Hitler cuando estaba en la cárcel por intentar un golpe de Estado y en el cual se explaya sobre sus ideales, sus propósitos y sus proyectos de gobierno y de conquista.
A los que puedan acusarme de obsesión anticomunista, yo, imitando a la Tabouts, les digo: “Es que he leído a Mark, a Lenin, a Mao y hasta me he tragado el libro que Stalin mandó escribir para dárselas de intelectual”. Además de eso, me he dado el penoso trabajo de repasar la Historia de Chile y las actuaciones del PC desde su fundación y no he encontrado nada que contradiga las vocaciones que le adjudico.
El sentido común está en desuso en todos los poderes del Estado
Es justo reconocer que lo de Gabriel Boric con Cordero no es el único acto irracional que observamos en las acciones de los gobiernos. Pareciera que el sentido común está en desuso en todos los poderes del Estado chileno y son innumerables las situaciones en que esto se demuestra. Por solo nombrar una:
¿Hay algún político preocupado del colapso que sufrirá Santiago en fechas totalmente predecibles y cercanas por el aumento indiscriminado de automóviles que se incorporan todos los años? Pareciera como si el cobro de permisos de circulación fuera más importante que comprender que muy pronto llegará el colapso de la ciudad, como demuestra un simple cálculo aritmético y sobre todo, el sentido común.
Hay muchas otras situaciones de sentido común que, sin embargo, nadie corrige y a nadie parecen preocupar. Por ejemplo, se discute la mejora de las pensiones de los jubilados, pero se les cobran contribuciones a los que tienen casa propia y que muchas veces no han terminado de pagar sus dividendos hipotecarios. Por ejemplo, se han borrado del curriculum educacional las importantísimas asignaturas de respeto y orden y se ha inventado una especie de extra territorialidad al interior de los colegios y universidades, con las consecuencias que están diariamente a la vista.
Las medidas para corregir esto son de sentido común, pero no existen en la bitácora gubernamental. Por ejemplo, se trata de suprimir la salud y la educación privada cuando se tiene colapsados esos servicios públicos y el Estado debería agradecer a los ciudadanos que optan por pagar más para tener un servicio alternativo. Es un problema de sentido común, pero que tampoco está en los programas de este gobierno.
Podríamos prolongar la lista casi indefinidamente, pero creo que esos ejemplos bastan para entender que estamos equivocados al buscar alienígenas en el espacio infinito, cuando en realidad nos abundan en nuestra patria.