Todavía quedan muchas dudas al revisar los tres textos del Pacto por el Futuro aprobados en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 193 países miembros de la ONU realizada en septiembre en Nueva York. Además ha sido recibido con un cierto escepticismo, especialmente por la sociedad civil y los especialistas, e incluso por algunos gobiernos como el de Argentina, que directamente “ninguneó” y rechazó el acuerdo y cuestionó todo el sistema multilateral encabezado por las Naciones Unidas.
La Cumbre del Futuro fue convocada con gran expectativa por la Asamblea General, luego del informe del Secretario General, Antonio Guterres, titulado Nuestra Agenda Común, presentado en 2021. A través de este informe, Guterres propuso un giro, una inflexión y un marco para que el sistema multilateral, junto a los países miembros, aproveche las oportunidades de esta nueva era, haciéndose cargo de los desafíos y amenazas estratégicas y existenciales que ponen en serio riesgo no solo el desarrollo sostenible, sino también la propia supervivencia de la humanidad.
Esta cumbre formaba parte de la trilogía propuesta por Guterres para superar la inflexión del sistema, junto con una Cumbre sobre la Educación (realizada en 2023) y una Cumbre Social, a realizarse en 2025.
Sobre las acciones del Pacto por el Futuro
Pensando positivamente y con una necesaria dosis combinada de realismo y optimismo, el Pacto por el Futuro es un buen esfuerzo por replantear la misión, estructura y funcionamiento del sistema multilateral creado hace 70 años. Sin embargo, una parte importante se basa en textos y declaraciones pasadas, así como en acuerdos anteriores parcialmente cumplidos y en manifestaciones políticamente correctas; por lo tanto, hay poca o ninguna mención a nuevos temas.
El pacto se despliega en cinco áreas, que dan origen a 56 acciones: desarrollo sostenible y financiación para el desarrollo; paz y seguridad internacional; ciencia, tecnología e innovación y cooperación digital; los jóvenes y las generaciones futuras; y la gobernanza global.
Procura unas Naciones Unidas más ágiles, receptivas y resilientes, mejorando las capacidades en innovación, análisis de datos, transformación digital, prospectiva estratégica y ciencia del comportamiento, capaz de liderar una respuesta internacional más coherente, cooperativa, coordinada y multidimensional a las crisis mundiales complejas. Propone una reforma del Consejo de Seguridad, para hacerlo más representativo, inclusivo, transparente, eficiente, eficaz, democrático y responsable.
El veto es un elemento clave de la reforma para replantear su uso y aplicación. Se propone asimismo fortalecer la labor del Consejo Económico y Social y de la Comisión de Consolidación de la Paz, sometiendo a examen su arquitectura el 2025, y acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional y la financiación del desarrollo, especialmente para el cumplimiento de los ODS. Y haciéndose cargo de una nueva realidad emergente y peligrosa, señala la utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, pensando en la realización de una cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Exploración del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (UNISPACE IV), en 2027, que asuma compromisos firmes en este ámbito.
Asimismo, habría un compromiso intergeneracional para garantizar que las generaciones presentes actúen con responsabilidad para salvaguardar las necesidades e intereses de las generaciones futuras. Y en materia digital, fomentar un espacio digital inclusivo, abierto, seguro y protegido que respete, proteja y promueva los derechos humanos. Promover enfoques de gobernanza de datos responsables, equitativos e interoperables y mejorar la gobernanza internacional de la inteligencia artificial en beneficio de la humanidad.
¿Hay voluntad política para cumplir con los compromisos?
Pero hay un ambiente de muchas dudas sobre la voluntad política real de cumplir con los propósitos y compromisos aprobados, sobre la capacidad real de la ONU para impulsarlos e implementarlos en el sistema multilateral y sobre si se va a contar con la financiación necesaria.
Falta claridad prospectiva más allá de la retórica sobre el futuro. No hay un plan, debería haberlo, pero no es posible si antes no se alinean los grandes actores que condicionan todo cumplimiento, en concreto Estados Unidos, China, la Unión Europea, India, Rusia y los BRICS ampliados.
Hay tres temas críticos que requieren una resolución urgente y sobre los que se deben buscar consensos básicos de inmediato:
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1. Inteligencia artificial general.
2. Cambio climático.
3. Paz y seguridad.
Si no se llega a un consenso práctico firme sobre estas tres cuestiones, todo lo demás en los Pactos será precario y correrá el riesgo de perder relevancia existencial.
Pacto por el Futuro y la urgencia de un compromiso global
El Secretario General Guterres ha sido escuchado por los Estados y las partes interesadas, pero ha tenido poco apoyo para la implementación de los compromisos. Mientras, continúan la guerra en Ucrania y Oriente Medio, las atrocidades en Sudán, el calentamiento global no se reduce, y tantas otras crisis.
Para cumplir con estos compromisos y aplicar las 56 medidas que se proponen, es preciso generar una sinergia entre los gobiernos, los parlamentos, al sistema de las Naciones Unidas, y otras instituciones internacionales. Junto a las autoridades locales, los pueblos indígenas, la sociedad civil, las empresas y el sector privado, las organizaciones religiosas y los gobiernos locales, organizaciones internacionales, las comunidades científicas y académicas, y la comunidad en general.
Debe haber una gran movilización a escala global del mundo civil, académico, científico, empresarial, think tanks y ONG, presionando por el cumplimiento de estos acuerdos, empoderando a la ONU para generar un plan factible y aplicable a través de Pactos para el Futuro en cada estado miembro.