Por Luis Castillo, médico
Paula Figueroa, abogada
Universidad Autónoma de Chile
A medida que se discuten cifras y proyecciones, es vital detenerse y reflexionar sobre cómo abordar este problema persistente.
Las listas de espera han alcanzado niveles alarmantes y son miles los pacientes que se ven atrapados en un limbo, a menudo esperando meses e incluso años, para recibir el tratamiento que requieren. Esta situación exacerba las desigualdades en el acceso a la salud. Las comunidades más vulnerables son las más afectadas, ya que carecen de los recursos para buscar alternativas. Hay aquí una clara vulneración constitucional.
Aunque el nuevo presupuesto incluye incrementos en varias áreas -incluido mayores recursos para este tema-, la falta de un programa concreto para ello es preocupante.
Listas de espera y acceso a la atención
Las partidas que se destinarán a infraestructura y personal serán insuficientes si no se vinculan directamente a la eliminación de estos retrasos. Sin un plan claro y metas concretas, es probable que las promesas se queden en el papel, mientras los pacientes continúan sufriendo.
El presupuesto no da cuenta de una reducción efectiva en la desigualdad en el acceso a la atención y tampoco delinea ninguna medida nueva e innovadora que garantice que todos los ciudadanos tengan acceso a atención médica en tiempo y forma, independientemente de su situación socioeconómica. Las listas de espera se siguen presentando como un problema más a financiar en la medida de lo posible.
Presupuesto 2025: el sistema debe garantizar el bienestar de los pacientes
Otro aspecto crítico es la opacidad en el uso de los fondos asignados. Sin mecanismos claros de rendición de cuentas, es difícil saber si los recursos están siendo utilizados de manera efectiva para abordar este flagelo. Los ciudadanos tienen derecho a exigir transparencia y a ser informados sobre cómo se están utilizando sus impuestos para mejorar el sistema de salud y su accesibilidad a este.
Es fundamental que quienes aprueban el presupuesto comprendan la urgencia y la magnitud social de este problema. Se requieren medidas concretas: invertir en contrataciones dinámicas de más profesionales de la salud, mejorar la eficiencia en la gestión de interconsultas, utilizar tecnología que agilice procesos, integrar al sector privado prestador más allá de una simple licitación de compras de procedimientos y cirugías, e integrar el sistema prestador público y privado en garantías en cáncer. Solo así se podrá comenzar a desmantelar las listas de espera y ofrecer a los pacientes la atención que merecen.
El presupuesto de salud 2025 puede marcar una diferencia significativa, pero esto solo sucederá si se toma en serio el desafío de las listas de espera para miles de chilenos. Es hora de que las autoridades y el Congreso ejecuten su responsabilidad constitucional. Sin un compromiso real, continuaremos atrapados en un ciclo de ineficiencia y descontento, mientras los pacientes esperan su turno en un sistema que debe garantizar su bienestar.