Estos factores, que pueden incluir desde el impacto de eventos repentinos hasta las emociones generadas en el electorado, juegan un papel determinante en la forma en que los votantes toman decisiones, especialmente cuando faltan pocos días para una elección. El caso del exsubsecretario Manuel Monsalve, acusado de violación, se inserta perfectamente en esta discusión, dado su potencial para alterar la conducta electoral a solo 4 días de las elecciones regionales y locales en Chile.
Efecto de los escándalos en la política electoral
Los estudios políticos han documentado ampliamente el impacto de los escándalos políticos en la conducta electoral. Un escándalo que involucra a un alto funcionario, como es el caso de Manuel Monsalve, tiende a generar un efecto perturbador en las dinámicas electorales, incluso si el político directamente involucrado no está en competencia en esas elecciones.
Los votantes, especialmente aquellos indecisos o despolitizados (5 millones) pueden interpretar el escándalo como un reflejo de la gestión del gobierno al que el acusado está vinculado. Esto puede llevar a un voto de castigo o a un cambio de preferencias de última hora.
La literatura identifica dos efectos principales de los escándalos, en primer término tenemos el llamado “Efecto de contagio”. En este caso, el escándalo no solo afecta a la figura directamente implicada, sino que puede manchar la reputación de todo el gobierno o la coalición política. En este sentido, el caso de Monsalve puede generar un daño colateral a candidatos del oficialismo, al asociarlos con una administración que se percibe como corrupta, incompetente o moralmente cuestionable.
Otro efecto posible es la literatura denomina “Movilización negativa”. En lugar de motivar a los votantes a participar a favor de un partido, un escándalo puede motivar a los ciudadanos a acudir a las urnas para votar en contra del gobierno, un fenómeno conocido como voto de castigo. Esto es especialmente probable en situaciones de crisis o descontento generalizado con la clase política.
Elecciones y el impacto de los factores emocionales en el voto
Los factores emocionales también pueden jugar un papel clave en las decisiones electorales, especialmente cuando se trata de situaciones imprevistas como un escándalo de último momento. La literatura politológica, a través de enfoques como la teoría de las emociones políticas, ha mostrado cómo las emociones como el miedo, la ira y el descontento pueden activar comportamientos electorales que, de otro modo, no habrían ocurrido.
Como sabemos, muchos estudios vienen mostrando como las emociones de ira o indignación son particularmente potentes en las decisiones electorales. En un contexto donde la ciudadanía ya percibe un deterioro en la confianza hacia las instituciones, un escándalo como el de Monsalve puede potenciar estos sentimientos y traducirse en un voto de castigo, no solo contra el oficialismo, sino también contra la clase política en general.
Proximidad temporal a los comicios y su impacto en las decisiones electorales
Otro aspecto fundamental es la proximidad temporal entre el escándalo y las elecciones. La teoría del “issue voting” (voto por temas) sugiere que los votantes tienden a priorizar los temas que están en el centro del debate público en los días previos a la elección.
En este caso, el escándalo de Monsalve, al estar en el foco mediático y público, puede desplazar otras preocupaciones de la agenda electoral (como la gestión económica, la seguridad pública o la educación) y convertirse en el factor decisivo en el voto de muchos ciudadanos. Los estudios sobre comportamiento electoral destacan que los votantes indecisos o despolitizados son particularmente susceptibles a eventos de último momento.
Estos electores volátiles, que pueden no tener preferencias claras, son más propensos a cambiar su intención de voto ante un escándalo político, favoreciendo una alternativa que no esté directamente asociada con el gobierno en cuestión.
También la ciencia política muestra que los votantes pueden actuar estratégicamente en respuesta a una crisis. Algunos pueden optar por apoyar a la oposición si consideran que el escándalo refleja una incapacidad más profunda del gobierno para gestionar el país, mientras que otros pueden abstenerse de votar si sienten que ninguna opción es viable o que el escándalo ha profundizado su desafección hacia la política.
El escándalo Monsalve y las elecciones, ¿posibles efectos?
A días de las elecciones, el caso Monsalve se instala como un factor disruptivo en el comportamiento electoral chileno. La combinación de factores emocionales, como la indignación o el miedo, junto con la cercanía del escándalo a la fecha de los comicios, podría tener varios efectos:
1. Aumento del voto de castigo: Es probable que el caso Monsalve genere una movilización negativa contra los candidatos oficialistas, sobre todo en contextos donde ya exista un malestar acumulado con la administración actual. Los electores pueden ver el escándalo como la “gota que colma el vaso” y optar por castigar al gobierno en las urnas.
2. Impacto en los indecisos: Los votantes indecisos o despolitizados, que suelen decidir su voto en los últimos días, podrían verse influenciados por la prominencia mediática del caso. El escándalo puede convertirse en el tema central para muchos de estos votantes, que decidirán en base a emociones más que a una evaluación racional de las propuestas de los candidatos.
3. Posible abstención: Por otro lado, el escándalo podría aumentar la desafección política, impulsando a algunos ciudadanos a abstenerse, sobre todo si perciben que la política está plagada de corrupción o que el sistema político en su conjunto es incapaz de manejar crisis de esta magnitud.
De este modo, y a pesar del actual escenario de incertidumbre, los estudios comparados en ciencia política muestran que los factores contextuales y emocionales, como los escándalos de último momento, tienen un impacto considerable en los resultados electorales.
El caso del exsubsecretario Manuel Monsalve, a pocos días de las elecciones, es un ejemplo claro de cómo una crisis puede reconfigurar el comportamiento electoral. La indignación, el miedo y la desafección podrían conducir a un voto de castigo (contra el oficialismo, pero también y de manera más amplia contra la clase política) afectar a los electores indecisos (volátiles) y aumentar la abstención, todo en un contexto de alta sensibilidad política y social.
El resultado de las elecciones podría depender, en gran medida, de cómo los electores procesen emocionalmente estos escándalos en el corto tiempo que queda antes de los comicios.