Entre el original y la copia, los votantes prefieren el original.

La frase de Jean-Marie Le Pen, otrora líder de la derecha radical francesa, es ilustrativa de una de las principales disyuntivas que enfrenta la derecha tradicional ante el ascenso de los partidos de extrema derecha: asumir o no sus posturas políticas.

De manera irreflexiva, y ante el evidente desconcierto que les produce la pérdida de votos, en buena parte del mundo la derecha convencional ha intentado recuperar apoyo electoral pronunciándose sobre los mismos temas y adoptando las mismas posiciones que la derecha radical. En Chile pareciera que están decididos a cometer el mismo error.

Acusaciones constitucionales como herramienta para protagonismo político

Ante el ingreso de una acusación constitucional en contra de la ministra Tohá por parte del Partido Republicano, los diputados de Renovación Nacional quisieron recuperar protagonismo político utilizando este mismo libreto y anunciaron una acusación constitucional contra el presidente Boric.

Si bien la insensatez de pretender sacar de su cargo al mandatario electo más votado en la historia de nuestro país duró menos de 24 horas y fue rechazada incluso por la directiva de este mismo partido, es una señal de la desorientación que recorre a la derecha tradicional chilena a la hora de enfrentar el avance del partido de José Antonio Kast.

La experiencia, sin embargo, es bastante elocuente.

La estrategia de adoptar políticas más duras para convencer a la población de que les vuelvan a apoyar está desacreditada: los votantes se inclinan hacia la derecha radical una vez que esta se consolida como actor electoral.

Chile vamos debe hacer una reflexión

El desdibujamiento de la frontera que distingue entre tipos de derecha lo único que consigue es normalizar un discurso político que desconoce la validez de los procesos electorales y que cuestiona el funcionamiento de la democracia liberal, lo que fortalece a la opción política que está identificada con dichas posturas y no a quienes se le acoplan.

Aquí Chile Vamos debe hacer una reflexión. El derecho a disentir políticamente no es un cheque en blanco que permita ejercer una oposición irresponsable y ya dejó en otras partes del mundo imágenes tan crudas como el asalto al Capitolio de EEUU o al Congreso de Brasil.

La hegemonía en su sector político está en juego y si insisten en seguir el manual del Partido Republicano ocurrirá lo que profetizó Le Pen: al final del día, el votante prefiere al original.