En momentos donde la derecha retoma su ofensiva autoritaria, profitando del miedo para satisfacer sus mezquinos intereses, el camino es la profundización democrática
“Les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente”.
Salvador Allende, 1973.
A muchos les gustaría que esa frase fuera un destello pasajero, les gustaría enterrarla en los lugares más recónditos del olvido y la indiferencia. Pero esa semilla germinó y dejó raíces de socialismo que ya no se pueden arrancar.
Esta idea que se ha tratado de instalar en el último tiempo, de que los responsables del golpe de Estado serían el presidente Salvador Allende y la Unidad Popular, no es más que una artimaña para desligar de su responsabilidad a los militares traidores, los cómplices civiles-empresariales y la intervención extranjera, al mismo tiempo que se busca ignorar el legado democrático de la vía chilena al socialismo.
Los legados
No debemos olvidar nunca que los exiliados, ejecutados y detenidos desaparecidos fueron víctimas de una política de exterminio por las ideas que defendieron. Hombres y mujeres que durante largos años lucharon por construir una sociedad plenamente democrática, donde el pueblo de Chile tuvieran voz y fuera partícipe del ejercicio del poder, donde fuéramos plenamente soberanos de nuestros recursos naturales y la vida en comunidad tuviera como objetivo el desarrollo integral de todos sus habitantes.
Mientras el Gobierno de Salvador Allende buscó dejar como legado la nacionalización del cobre, una reforma agraria que beneficiara al campesinado y un modelo de organización comunitaria, la dictadura militar nos heredó una profunda fractura social, la destrucción del tejido social y un modelo económico que privatizó todos los aspectos de nuestra vida. La consecuencia directa de esto ha sido la ausencia total del Estado en las poblaciones, lo que ha dejado la cancha libre para el avance del crimen organizado y precarizado la vida de las personas.
Es clave volcarse a la politización de los sectores populares
A 51 años del golpe de Estado que terminó con la vía chilena al socialismo, es necesario levantar las banderas que en ese entonces conjugaron una mayoría que apostó por la democratización del poder, la redistribución de la riqueza, la nacionalización de los recursos naturales y la recuperación de lo público. Frente a eso es clave volcarse a la politización de los sectores populares y las clases medias, con un profundo compromiso de un futuro mejor.
En momentos donde la derecha retoma su ofensiva autoritaria, profitando del miedo para satisfacer sus mezquinos intereses, el camino es la profundización democrática. Chile tiene derecho a ser un país mejor.
Tenemos el deber de continuar la senda que abrió el compañero Salvador Allende, con la convicción de que por la vía democrática es posible avanzar en transformaciones por un país con igualdad plena, con justicia social, con respeto y humanidad hacia todos los habitantes de su pueblo.