El caso Hermosilla no ha dejado a nadie indiferente. Los audios revelados ante la opinión pública pasaron de ser una “caja de pandora” a como se les catalogó inicialmente, a convertirse en un verdadero “conteiner de secretos”, muchos que han ido demostrando los lazos y vínculos de poder del otrora poderoso abogado Hermosilla, no solo con el mundo político y empresarial, sino también con el de las instituciones: el poder judicial, la PDI, el aparataje gubernamental y quizás cuantas cosas más que develarán las más de 700.000 páginas de conversaciones que desde esta semana entregará la Fiscalía a la defensa del penalista.
El Presidente de la República, no ha estado exento de la polémica. Sus dichos primero alegrándose de la privación de libertad de Hermosilla y después señalando que está bien que en Chile caigan “los poderosos”, no cayeron nada de bien en el mundo político, que ha salido a expresar que, habiendo una investigación en curso, no es bueno que un Presidente de la República se adelante a los hechos.
Desde mi perspectiva no encuentro nada de malo en que el Presidente exprese, que en el país que dirige, que nadie puede estar sobre la ley ni gozar de privilegios. Aunque lamentablemente omite el hecho de que Hermosilla ya goza del privilegio de estar preso en Capitán Yáber, una cárcel exclusiva para delincuentes de “cuello y corbata”. A diferencia, por ejemplo de la abogada también con prisión preventiva en esta causa, Leonarda Villalobos, la que, de manera discriminatoria, está en prisión en una cárcel común.
Mensajes entre Hermosilla y Miguel Crispi
No es bueno alegrarse de la prisión de nadie, pero lo osado del Presidente, es que sus dichos provocaron la airada reacción del abogado de Hermosilla, su hermano Juan Pablo, quien de manera bastante poco elegante, amenaza a personas e instituciones de develar las conversaciones del acusado en la causa. Todo esto sin medir que el propio Luis Hermosilla, fue el abogado de uno de sus principales asesores del segundo piso, Miguel Crispi. Estoy más que convencido que solo lo une su continuidad al cargo, la amistad con el mandatario, pues en cualquier otro Gobierno su prolongada estadía en La Moneda ya estaría finiquitada, toda vez que su permanencia solo le ha traído coletazos nefastos al oficialismo.
Es importante hacer un breve análisis en este punto. ¿Todas las conversaciones entre Hermosilla y Crispi están resguardadas bajo el secreto profesional? Claramente que no. Para llegar a concretarse ese vínculo profesional hubo conversaciones previas no amparadas por el secreto, que deben ser develadas, para que el país sepa toda la verdad: que el señor Crispi eventualmente era conocedor de hacía semanas previas al estallido del caso convenios y que omitió información valiosísima a la Presidencia.
Muy importante sería que los diputados socialistas querellantes en la causa demostraran transparencia ante el país y pidieran estas conversaciones previas y las mostrarán al escrutinio público, pues hasta la fecha han demostrado una parcial forma de investigar: han amenazado con acusaciones constitucionales contra jueces, pero han estado silentes en el caso convenios, que involucran a cercanos del FA.
Cárcel efectiva a los corruptos
Las críticas a la figura de Luis Hermosilla se relacionan directamente a su eventual participación en hechos delictivos, a sus abusos de poder, a la falta de ética profesional y el uso inapropiado de ese poder para beneficiar con recursos públicos (impuestos) a terceros.
Se le acusa de actuar en beneficio de intereses privados en lugar de servir al interés público. Su enfermiza forma de presentarse ante sus pares como “un omnipotente y poderoso” han puesto incluso en tela de juicio la integridad del sistema judicial chileno, lo que aumenta la percepción de que la corrupción es un problema endémico en el país.
La corrupción que se ha visto reflejada en el “caso Audio” ha tenido repercusiones significativas en la sociedad chilena, contribuyendo a la desconfianza en las instituciones y a un clima de impunidad, que ya todos los chilenos(as) recuerdan en el pasado caso “Penta”, en donde los delincuentes de “cuello y corbata” pagaron sus condenas con “clases de ética”.
El caso Audio nos debe llevar a una profunda reflexión que nos permita encontrar que es lo que estamos haciendo mal, para que la corrupción no siga escalando en el país. Cárcel efectiva a los corruptos es la premisa que yo defiendo, pero eso no basta. Hoy más que nunca es necesario hacer un paréntesis en la agenda y realizar reformas que fortalezcan la ética y la transparencia. O si no, nuestro querido Chile y nuestra democracia, se irán al despeñadero.
Que el caso Hermosilla y su container de secretos sean una oportunidad para avanzar hacia aquello.