Aburrido de escribir columnas prosaicas, he vuelto a las décimas tradicionales de los juglares españoles y los poetas chilenos de la lira popular.

    Voy a contarles la vida
    de Hermosilla dos hermanos
    a uno lo mentaban “Malo”,
    “Bueno” al otro le decían.
    Juan Pablo al Bueno llamaban
    quien contra curas pleiteaba
    miserables pedofilos
    que abusaban de los niños
    y a la cárcel los fletaba.

    Don Nurieldín Hermosilla
    de ambos el progenitor
    comunista agitador
    un día cambió de silla
    y se volvió penalista
    de los platudos señores
    contra los trabajadores,
    y coleccionaba objetos,
    libros, esquelas y textos
    de Neruda y sus amores.

    Luis el Malo era hombre fuerte
    compinche de magistrados
    en las tripas del Estado
    violando constantemente
    las leyes como demente
    con tal de agarrar mil palos
    y la gran vida a dos manos.
    Pero le cayó la teja
    y al ir a dar tras las rejas
    pidió socorro a su hermano.

    Y el Bueno subió al estrado
    mandó callar a la jueza
    y disparó a la cabeza
    de Boric y su tinglado
    que al Malo habían atacado.
    Aguardemos el próximo acto
    cuando el Malo rompa el pacto
    y salgan a circular
    cientos de miles de whatsapp
    y pillastres caigan hartos.

    A esta altura me pregunto
    qué es lo que va a acontecer
    en las cloacas del poder,
    si acaso seguirán juntos
    el Bueno y el Malo. Barrunto
    que un día volará el ave
    que estos entuertos aclare
    mientras en fina prisión
    descansa y juega pimpón
    el Malo en Capitán Yáber.