Desde la salud pública centralizada podemos dar nuestro testimonio: vemos desde hace años el crecimiento exponencial de los problemas de salud mental, emocional y física, que se explican principalmente por la sobrecarga laboral.

El tema del ausentismo laboral en el sector público ha salido a la palestra con fuerza en las últimas semanas. Al respecto, los datos entregados por la Dirección de Presupuesto (DIPRES) del Ministerio de Hacienda indican que durante el 2023 se registró un promedio de 31,8 días de ausentismo en los organismos dependientes del gobierno central, lo que a todas luces es preocupante.

Sin embargo, el enfoque que se le está dando a este problema no va en la dirección correcta, en especial si vemos que 22,3 del total de esos días corresponden a licencias médicas. Pese a ello, las autoridades y distintos personeros del mundo político han apuntado hacia los mismos funcionarios e incluso han deslizado posibles irregularidades.

Sin ir más lejos, el exministro de Salud, Jaime Mañalich, expresó en el mes de abril que existiría una red de “microtráfico de licencias médicas” en la salud pública. Denuncia sobre la cual no aportó ninguna prueba. En tanto, desde DIPRES abordaron el problema anunciando que los servicios no podrán solicitar aumentos de dotación en sus anteproyectos de presupuesto 2025 si sus niveles de ausentismo superan el 30%.

¿Por qué han subido los niveles de ausentismo?

Las y los funcionarios de la salud pública conocemos muy bien la preocupante realidad del ausentismo laboral y sus efectos en la calidad de los servicios, por lo cual compartimos la preocupación. Sin embargo, lo que hace falta en este debate –si lo que se quiere es buscar soluciones reales- son diagnósticos certeros sobre las causas de este problema. ¿Por qué han subido los niveles de ausentismo? Y, más específico aún, ¿Por qué tantas licencias médicas?

Desde la salud pública centralizada podemos dar nuestro testimonio: vemos desde hace años el crecimiento exponencial de los problemas de salud mental, emocional y física, que se explican principalmente por la sobrecarga laboral. En los recintos públicos falta personal e infraestructura, lo que se expresa en las demoras de atención y el crecimiento de las listas de espera, pero también en el desmedro físico, mental y emocional de las y los trabajadores.

Esta realidad se vio aumentada considerablemente durante la pandemia, que exigió de los funcionarios un esfuerzo adicional enorme. En 2021, un informe sobre el impacto de la pandemia en la salud mental de los trabajadores de la salud de Chile reveló que más de un 25% de los profesionales clínicos y de gestión de salud presentaron síntomas depresivos moderados a severos. La cifra ascendió a un 43% entre los trabajadores clínicos no profesionales.

En tanto, más de la mitad de los encuestados señaló que las medidas de protección de la salud mental eran insuficientes o inexistentes en sus centros de trabajo.

Estos datos se complementan con un estudio realizado en distintos países por la Internacional de Servicios Públicos en 2023. Este mostró que las condiciones laborales actuales hacen que muchos trabajadores de la salud consideren dejar sus empleos debido, principalmente, a la insuficiencia salarial y la falta de personal. Un 80% mencionó que no había personal suficiente para cubrir las demandas de la población. En tanto, tres de cada cuatro trabajadores expresaron sentirse traicionados tras haber sido considerados “héroes” durante la pandemia.

Estos números calzan con la realidad que día a día vemos en nuestros recintos, con funcionarios y funcionarias que presentan altos niveles de agotamiento, estrés y ansiedad, lo que a su vez genera ambientes laborales tensos donde se multiplican los casos de maltrato y acoso.

Un problema estructural y multicausal

A la luz de esta realidad, no debería sorprender el aumento de licencias médicas. Lo que sí sorprende es que autoridades actuales y pasadas insistan en culpar a las personas por un problema a todas luces estructural y multicausal, donde la pandemia, las malas condiciones laborales, la sobrecarga y los problemas país se juntan para incidir negativamente en la salud física y mental de los trabajadores públicos.

Por todo esto, es imperativo que las autoridades aborden el problema del ausentismo desde una perspectiva integral que considere las causas de fondo. En este marco, el debate que viene sobre reforma a la salud es una oportunidad para abordar las condiciones laborales, al menos en esta parte del sector público, tomando en cuenta que el actual gobierno se comprometió a reparar déficits históricos que afectan a esta área.

Abordemos el problema de fondo para encontrar soluciones duraderas. La calidad de los servicios públicos y el bienestar de miles de funcionarios y funcionarias dependen de ello.