Por Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetácea
Juan Carlos Cárdenas, director del Centro Ecocéanos

Paul Watson (73 años), histórico defensor de los océanos de nacionalidad canadiense-norteamericana, fundador y exmiembro de Sea Shepherd, organización ecologista conocida a nivel global por haber evitado durante 30 años la matanza ilegal de más de 5.000 ballenas de parte de la flota industrial japonesa que operaba en el santuario de ballenas del Océano Austral, fue detenido el 21 de julio en Groenlandia, territorio autónomo bajo dominio danés.

En el 2022, el activista ambiental creó la Fundación Capitán Paul Watson (CPWF) con el fin de continuar desarrollando acciones directas en defensa de la vida marina. Watson y su tripulación habían recalado con la nave John DeJoria para abastecerse antes de continuar rumbo hacia el Pacífico Norte. El objetivo era interceptar el nuevo buque arponero factoría japonés Kangei Maru, el cual recientemente incorporó a su controversial caza comercial ejemplares de ballenas de aleta (Balaenoptera physalus), la segunda especie de mayor tamaño después de la ballena azul.

La emboscada de la diplomacia ballenera japonesa que busca extender sus operaciones el 2025

Lo que había comenzado como una nueva expedición contra las operaciones de caza industrial de ballenas finalizó abruptamente debido a una notificación roja de la Interpol, la cual se había mantenido confidencial hasta el momento de la detención. En 2012 el gobierno japonés emitió dicha notificación argumentando que incidentes ocurridos en 2010 entre la ilegal flota ballenera nipona y las naves de Sea Shepherd en el Océano Austral habrían causado «daños y lesiones» a sus embarcaciones y a un tripulante.

Esta orden de detención había dejado de estar en línea hace algunos meses, lo que entregó una falsa sensación de seguridad al activista. De acuerdo a la CPWF, la envergadura y autonomía del nuevo buque factoría ballenero estaría indicando que el gobierno de Japón estaría buscando reanudar la caza comercial de ballenas en aguas internacionales en 2025, incluso en aguas del santuario de ballenas del Océano Austral.

La reactivación secreta de la notificación roja de Interpol fue coincidente con el lanzamiento del nuevo buque factoría japonés Kangei Maru, por lo que pareciera que la real motivación detrás de la detención de Watson pareciera ser política y orientada a amedrentar a quienes se oponen a las operaciones de caza de ballenas del país asiático en el Pacífico.

El 1 de agosto, el gobierno japonés solicitó la extradición de Watson. El tribunal de Nuuk decidió el 15 de agosto pasado -sin aceptar ver las pruebas de la defensa que evidenciaban la falsedad de las acusaciones- extender su detención hasta el próximo 5 de septiembre, para que el ministerio de justicia danés pueda decidir si acepta o rechaza la solicitud del gobierno nipón. De aprobarse, Watson podría llegar a cumplir una durísima condena de 15 años, lo que para una persona de 73 años de edad significaría pasar el resto de su vida en prisión.

El sistema de justicia de Dinamarca enfrentado a la denominada “justicia de rehenes japonesa”. De acuerdo a un informe de Human Rights Watch de 2023, el denominado sistema de «justicia de rehenes» de Japón niega a los sospechosos de delitos el debido proceso y un juicio justo, por lo que si las autoridades danesas aceptan la solicitud de extradición de Japón, el futuro de uno de los más emblemáticos conservacionistas de la vida marina será más que sombrío.

Bajo la figura de prisión preventiva en Japón, Watson recibirá el mismo trato abusivo que reciben los sospechosos de delitos graves. Entre ellos se destacan la privación del derecho a permanecer en silencio, interrogatorios sin abogado, confesiones obligatorias bajo presión y vigilancia constante.

Para Kanae Doi, directora de Human Rights Watch en Japón, las prácticas abusivas del sistema de justicia de rehenes «han destrozado vidas y familias, y han dado lugar a condenas injustas».

En contraposición, el sistema judicial danés es reconocido a nivel global por su calidad y postura progresista para garantizar el respeto a los derechos humanos e igualdad ante ley. Por lo tanto, la justicia danesa tiene el deber de evitar convertirse en cómplice del sistema de justicia de rehenes japonés, y rechazar la solicitud de extradición con el objetivo de cumplir con su mandato de resguardar el derecho a igualdad y justicia para todos.

Cuando los ecocidas de los océanos se convierten en acusadores

Durante más de treinta años, el gobierno de Japón cazó ilegalmente decenas de miles de ballenas en el Océano Austral. Sus operaciones se iniciaron tras alcanzar un acuerdo con Estados Unidos para desarrollar la denominada «caza científica» de ballenas, tras la adopción de la moratoria global a la caza comercial en 1986.

Las capturas se incrementaron incluso después de 1994, cuando las aguas del océano Austral fueron declaradas santuario de ballenas. No fue sino hasta 2016 que Japón se vio obligado a abandonar la caza ballenera en aguas de la Antártica, tras el histórico dictamen de la Corte Internacional de Justicia que sentenció estas matanzas como ilegales en 2014.

Durante tres décadas, Japón removió unilateralmente del ecosistema marino antártico a miles de ejemplares de ballenas minke (Balaenoptera acutorostrata). Gracias a la investigación no letal de cetáceos, la ciencia ha demostrado que cada ballena viva cumple un papel fundamental en temas tan importantes como la productividad marina y el combate al cambio climático, por lo que la captura ilegal de cada ejemplar de esas ballenas por parte del gobierno japonés constituye un crimen tanto legal como ambiental.

Por lo tanto, las acciones emprendidas por Paul Watson en 2010 se encuadran en la defensa de la biodiversidad marina y la aplicación de la normativa ambiental internacional, acciones en las que diversos Estados han fallado de manera lamentable.

Por ello resulta irónico que nos enfrentemos a la intervención del Estado japonés, el que pese a haber cazado ilegalmente decenas de miles de ballenas durante tres décadas, ahora intenta criminalizar el legítimo derecho de autoridades, organizaciones conservacionistas, o en este caso, ciudadanos, de asegurar el cumplimiento de la legislación y regulaciones ambientales para la protección de los océanos.

Creciente indignación global ante la diplomacia del arpón de Japón

Durante las dos primeras semanas del arresto de Paul Watson, la indignación mundial se ha hecho sentir en innumerables acciones y las peticiones de más de 700.000 ciudadanos y figuras públicas a la primera ministra de Dinamarca para que libere al activista ambiental.

El 23 de julio, tan solo dos días después de su detención, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó que estaba presionando a las autoridades danesas para evitar su extradición. Recientemente, el medio francés Le Monde publicó una carta firmada por destacados personajes del mundo artístico, político y académico, haciendo un llamado a las Naciones Unidas para interceder ante Japón con el fin de obtener la liberación de Paul Watson.

En la editorial, los autores afirman que dejar a Watson bajo arresto es ignorar los principios del derecho internacional en favor de los intereses de un solo país, en desmedro de toda la humanidad. También agregan que la defensa de las ballenas no es una pretensión ambientalista, sino una necesidad científica crucial para mantener el equilibrio de los océanos y preservar la biodiversidad, esencial para la supervivencia de la humanidad. Y concluyen que liberar a Watson y responsabilizar al verdadero transgresor, el Estado japonés y sus prácticas de caza anacrónicas, ilegales y moralmente cuestionables, es una responsabilidad compartida por todos.

Llamado a la acción ciudadana para la defensa de la vida

Como organizaciones de la sociedad civil históricamente comprometidas con la defensa del derecho a la protección de la biodiversidad oceánica – especialmente de mamíferos marinos –, el Centro Ecocéanos y el Centro de Conservación Cetácea de Chile se unen al llamado mundial para solicitar a la primera ministra Mette Frederiksen y autoridades danesas rechazar la solicitud de extradición a Japón de Paul Watson, y proceder a su liberación inmediata.

Invitamos a todos los lectores, organizaciones ciudadanas y comunidad científica a sumar su nombre en la defensa de la vida y los océanos, así como en la aplicación de las regulaciones internacionales vigentes relativas a la conservación de la biodiversidad marina, y el resguardo de los derechos humanos.