El segundo semestre sudamericano se despliega dinámico, a ratos desafiando tanto los cauces institucionales como la necesaria estabilidad económica. El cono sur no escapa a este proceso. En esta oportunidad nos vamos a concentrar en el quehacer de los vecinos inmediatos de Chile, aunque las tendencias que allí se evidencian, corresponden a procesos bastante similares del resto del continente.
La marcha de la economía
Aquí no hay mayores sorpresas, al igual que el resto de América Latina no pasamos un momento propicio. La CEPAL calcula que el promedio de crecimiento regional alcanzará al 1,8%, en gran parte por lo que denomina “contexto internacional incierto”. Recordemos que cuando apenas estábamos saliendo de la pandemia, el deterioro de la paz global y sus consecuencias en la economía internacional, nos afectaron al igual que a todo el planeta.
En ese contexto, y ya entrando a la realidad de cada país, la CEPAL calcula que el PIB de Argentina caerá un 3,6% este año, lo que es compartido por el FMI quien se adelanta en pronosticar un rebote de un 5% para 2025. De Bolivia se estima crecerá a un 1,4% este año (estimación Banco Mundial) y un 1,5% para el 2025. En cuanto al Perú su crecimiento, el primer semestre alcanzó el 2,7% impulsado en gran medida por obras de construcción y minería.
La caída de la economía argentina, muchos la explican por la política antiinflacionaria del nuevo gobierno. La administración Milei ha aplicado un severo programa de ajuste. Lo prometió en campaña, para controlar la inflación y volver a ser una potencia en el futuro. Como es comprensible el impacto social ha sido severo, la pobreza alcanza a poco más de la mitad de la población, mientras que la indigencia bordea el 20%. No es necesario ser cientista político para captar el desafío de gobernabilidad.
¿Resistirá el gobierno en sus planes hasta que emerjan los brotes verdes? ¿Cuándo llegarán estos? El Perú, en cambio, apuesta a que la gran vitrina mundial que será la próxima reunión del APEC, a efectuarse en Lima este fin de año, le permitirá atraer las inversiones que necesita. No es seguro que asistan todos los líderes, pero el que sí ya ha confirmado su presencia es el presidente chino Xi Xinping.
El valor del dólar muestra con claridad el momento en que nos encontramos en el Cono Sur. Pese a todas las medidas adoptadas, el dólar sigue subiendo en Argentina y Bolivia. El dólar oficial en Buenos Aires se transa alrededor de 900 pesos argentinos, pero el llamado “dólar blue” ya supero los 1,300. En Bolivia el oficial bordea los 7 bolivianos por dólar, pero en las casas de cambio no se consigue a menos de 14 bolivianos. La economía boliviana carece de dólares, sus reservas han disminuido vertiginosamente, y ello se traduce en escasez de todo lo importado, empezando por la energía, en especial el diesel, lo que ha provocado paros y tomas de carreteras, en especial del gremio de camioneros. En Perú el dólar se transa en 3,7 soles por dólar y no se pronostican mayores cambios de aquí a fin de año.
Economías estancadas generan sociedades disconformes. ¿Cómo procesa la política todos estos desafíos?
La inestabilidad política
Algo que no hemos dicho: a la inestabilidad económica predominante, podemos perfectamente agregarle un común denominador de desafecto y desconfianza entre ciudadanía y elites. Entre gobernantes y gobernados. Esto pone a prueba a los regímenes democráticos que surgieron en nuestros países a fines del siglo pasado, que postulaban la recuperación de las prácticas democráticas, en sencillo que las autoridades surjan de elecciones, que voten todos, que se cuenten los votos y que gane el que obtuvo más.
Argentina: La sociedad argentina está polarizada, el gobierno aún mantiene un porcentaje importante de apoyo social que asume que el apretón era necesario y confía en que mañana vendrán tiempos mejores. Lo cierto es que las medidas de ajuste han desplomado buena parte de la actividad económica y muchos precios, especialmente los de servicios básicos, aún no se liberan del todo.
El gobierno carece de mayoría parlamentaria y ello lo ha obligado a una laboriosa gestión de alianzas de diverso tipo para avanzar en sus planes de gobierno. Hasta ahora ha funcionado, con dificultad, pero lo ha logrado. ¿Se sostendrá? El tiempo lo dirá, si no se reactiva parcialmente la economía, es probable que emerja la decepción de muchos. Eso sí, en Argentina el debate está organizado institucionalmente, los partidos conservan sus identidades, ninguno ha implosionado, lo que no niega que se estén desarrollando fuertes disputas en su interior, como ocurre en el PRO de Macri y como era de esperar, al interior del peronismo. Lo que también es evidente es que Argentina dejó de ser un país de una amplia clase media.
Perú: En Perú hace rato que la estabilidad económica es diametralmente opuesta a la balcanización de la política, la pulverización del debate, la emergencia de liderazgos de diverso tipo y que comparten el rechazo de la ciudadanía. Según los estudios del Instituto de Estudios del Perú, arriba del 90% de la opinión pública rechaza la gestión de la presidenta Boluarte. Ocurre lo mismo con el congreso. La corrupción ha corroído en gran parte la confianza y justo es decir que ese fenómeno no es exclusividad del Perú.
Defenestrado el presidente Castillo, ha sido reemplazado por su vicepresidenta Dina Boluarte, que solo se sostiene por el respaldo del congreso unicameral, hoy presidido por una variopinta alianza donde participan partidos de derecha (como el fujimorismo) y partidos de izquierda de Guerra Fría como el creado por el actualmente prófugo Vladimir Cerrón. Congreso y gobierno han hecho oídos sordos a la demanda de adelantar elecciones que en principio debieran realizarse a inicios del 2026. ¿Resistirá la estabilidad peruana? Otra buena pregunta, donde el día a día trae nuevos escándalos que incrementan la brecha entre la población y sus dirigentes. Mientras, el dólar se mantiene estable y la inflación también.
Bolivia: Este país experimenta la división del Movimiento al socialismo, el MAS, que ha sido un factor de primer orden en la política desde inicios de siglo. Su fuerza popular posibilitó varios mandatos de Evo Morales, que acompañado de los tiempos de oro del precio del gas, disfruto de bonanza económica y estabilidad política por varios años. Pero la bonanza económica se terminó, las reservas de gas se agotaron, no se hicieron nuevas prospecciones, el gasto público se incrementó, y más encima el MAS se dividió, al parecer de manera definitiva, entre los liderazgos del actual presidente Arce y los seguidores de Evo. Obviamente, si van divididos a las próximas elecciones, perderán. La oposición, por su parte, está más dividida que el MAS y carece a la fecha de un liderazgo que las convoque en su plenitud.
De las actuales dificultades económicas ya hemos hablado, el presidente acaba de levantar propuestas para salir de la crisis: llamar a un referéndum a fines de año, para que la población zanje varios temas: las características de la reelección presidencial, la subsistencia de los subsidios al combustible y redefinir el número de diputados por departamento atendiendo a las nuevas realidades demográficas del país. Hasta la fecha, el anuncio que fue hecho el 6 de agosto, ninguna fuerza lo ha respaldado a plenitud.
El presidente Arce también ha convocado a un diálogo productivo, donde participen empresarios, sindicalistas, organizaciones sociales, esto ha tenido mayor recepción, aunque vaya la aclaración que es probable que de realizarse, los convocados arriben con posiciones y demandas muy enfrentadas entre sí. Para condimentar la escena, aún resuenan los ecos de la toma de la plaza Murillo, del blindado rompiendo la puerta del Palacio Quemado en un déjà vu que algunos consideran un golpe (fallido) y otros un autogolpe del propio gobierno.
En suma, Bolivia experimenta una preocupante escasez de divisas con todas sus secuelas y graves dificultades para construir una mirada común de cómo salir de la crisis. Las elecciones presidenciales previstas para agosto del 2025, para muchos, se ven demasiado lejanas, por lo que exigen al presidente Arce que adelante el fin de su mandato. Tanto Perú como Bolivia, y en menor medida Argentina, experimentan presidencialismos de minoría.
Complejo escenario regional
Está complejo el panorama en nuestro entorno vecinal. Nobleza obliga: los chilenos no cantamos mal las rancheras en estos momentos.
Y para no dejar la mesa coja, agreguemos que a las dificultades económicas y sus secuelas políticas y sociales, se suma el difícil desafío que a todos nuestros países le agrega el crimen organizado.
Pero visto con optimismo, todo lo expuesto nos habla de necesidades comunes: de cómo reactivar nuestras economías, de combatir cooperativamente a las bandas transnacionales, y para ello fortalecer nuestras institucionalidades y nuestro diálogo con base en concretas tareas.