Aquello que coloquialmente hemos llamado las “tripas de la ciudad” -las múltiples redes de tuberías y cables que hacen que la ciudad funcione y sus habitantes logren acceder a los flujos fundamentales- es la trama que casi nadie ve, pero que es anterior o más importante que cualquier proyecto industrial o inmobiliario. Las redes, su distribución, respaldo de carga y soporte son lo que permiten dibujar la planta de la ciudad, no sus edificios.
Las redes subterráneas y aéreas
Hace un par de décadas, bajo las calles de las ciudades chilenas, corrían redes de agua potable, redes de agua para incendios, redes de recolección de aguas lluvias, redes de aguas servidas o alcantarillado, tuberías de gas natural, tuberías de gas de petróleo. Casi todas ellas, superando los cauces abiertos medievales, circulan subterráneas.
Luego venían vía aérea, las antiguas redes de telégrafo, las redes de teléfonos alámbricos (casi extintas), la televisión por cable (en extinción), las redes de electricidad, de alta tensión, media tensión, alumbrado y tensión domiciliaria. Desgraciadamente, todas ellas usaban y compartían postación callejera, ocupando las veredas de toda la ciudad, no siempre con tino urbano, priorizando el negocio por sobre el ciudadano.
Los nudos en el paisaje
Uno de los problemas más notables se produce porque las empresas encargadas de esas redes aéreas no estaban ni están obligados a retirarlas del paisaje, llegando a producirse enmarañados y surrealistas nudos de cientos y hasta miles de cables en grotescos nidos de cobre con aislante. La mente humana, por la persistencia de la imagen en el cerebro, le permite a transeúnte cotidiano no ver siquiera los cables que obviamente deterioran el paisaje urbano.
Está claro que para las redes aéreas urbanas es más barato y directo desentenderse e irlas dejando allí, mientras no se haya normado el retirarlas. De hecho, muchos de esos cables corresponden a empresas que ya no existen y las ciudades no logran regular el evidente desastre. También es notorio el conflicto entre estas redes y el arbolado urbano y los árboles no tienen defensa, puesto que en sí, no son ningún negocio a defender.
La crisis arbolado v/s cables del tendido eléctrico
Durante el último siglo y medio, las ciudades como Santiago han crecido exponencialmente y sus redes generales se han visto sometidas a situaciones de mucho estrés, sobre todo porque para responder a la demanda creciente de la expansión, no hay nada más fácil que agregar más cables, más postes y más nudos.
La crisis arbolado v/s tendido eléctrico ha hecho hoy en día un desastre mayor, debido al cambio climático por calentamiento global, que ha alterado el patrón de tormentas, con intensas lluvias en poco tiempo, ríos atmosféricos cada vez mayores, vientos huracanados de 100 o más km/h e incluso tornados costeros.
La última lluvia de agosto de 2024 ha derrumbado gran cantidad de árboles mayores ¿Dónde?… precisamente sobre el descuidado tendido eléctrico de zonas urbanas y periurbanas. Solo en Santiago fueron derrumbados 2000 árboles mayores, provocado el corte de energía eléctrica a miles de clientes en distintas comunas, caídas de cientos de postes de hormigón, cortes de comunicación, alumbrado, semáforos, detención de plantas de bombeo de agua, en algunos casos casi por una semana, con millonarias pérdidas en alimentos congelados, crisis para enfermos electrodependientes, detención de faenas industriales, detención de clases en colegios… Muchos usuarios y comunas se han querellado legalmente contra las empresas eléctricas, en varias regiones de Chile.
Evidentemente, hay un desencuentro entre la postación, los miles de kilómetros de cables y el arbolado de la ciudad, ambos con mala mantención y descoordinados entre sí, sobre todo frente al viento.
La postación y el cableado son negocio privado en Chile, y el arbolado no es valorado económicamente: sombra, control de temperatura y humedad, reducción de carbono, amortiguación de ruido, mejor paisaje, tienen un valor socioambiental incalculable en las ciudades.
A la hora de elegir, corresponden dos cosas: supervisión estructural de todos los árboles que la ciudad planta y cuida, más soterramiento seguro de todos los cables.
“Hay dos cosas infinitas: la expansión del universo y la estupidez humana”
Todo indica que los vientos serán peores cada año y que el soterramiento de cables, aparte de limpiar el paisaje urbano resultará a la larga, mucho más barato para las compañías que los costos de reparación y el pago de millonarias multas.
Puestos a elegir, resulta que un poste de hormigón lleno de cables no da sombra, no secuestra carbono, no regula ni la temperatura ni la humedad y difícilmente, constituirá paisaje. Solo servirá para llevar un servicio pagado a multinacionales, de un modo fácil y barato frente a las alternativas.
Por su lado, plantar árboles de gran altura y frágil raíz, será siempre un peligro urbano. Lo que corresponde es plantar árboles de mayor copa, que den sombra generosa, menos altos y más enraizados, sobre todo nativos locales. Ya mucho pedir sería plantar frutales bien trabajados, de cuidado vecinal, que den sombra y frutas (leer La ciudad comestible).
Echarle la culpa al viento por los cortes de luz y la caída de árboles ya no debiese proceder. Sabemos desde ya que vendrán vientos mayores, lluvias más intensas, ríos atmosféricos e inundaciones. Seguir con los mismos postes, cables de antaño y árboles urbanos gigantes demostrará lo predicho por Einstein: hay dos cosas infinitas: la expansión del universo y la estupidez humana.