En la presente columna compilo un conjunto de conclusiones desarrolladas fundamentalmente a partir de los datos de la encuesta LCN (que dirijo) y que desde hace unos meses estamos entregando cada treinta días. Para las presentes conclusiones trabajamos con los excelentes datos que hemos recopilado (hemos sido la encuesta más precisa si se miran todos los eventos electorales desde 2020), pero lo fundamental está en la visión investigativa que supone la exploración de diversas hipótesis y mecanismos para fomentar definiciones tempranas de quienes responden nuestro cuestionario.
Además, hemos aplicado análisis multivariable, que es la forma en que se puede sacar provecho a datos como los aquí recopilados. Por supuesto, sería ideal involucrar más herramientas y no solo cuantitativamente hablando, pero las hipótesis que manejamos nos parecen fundadas.
En un medio atiborrado de remilgos y frases que no comprometan demasiado en el análisis, lo que señalaremos parecerá exageradamente enfático. Siempre es bueno señalar que la ciencia es provisional, pero que la forma de enunciar hipótesis y teorías no es diciendo una cosa y lo contrario.
Por eso, lanzaremos a continuación un conjunto de conjeturas respecto de las cuales podemos comprometernos. Esto lo digo como director de la encuesta y del conjunto de investigaciones que nos han servido como complemento. No comprometo con esto a quien ha estado trabajando conmigo en el análisis estadístico de la encuesta, Ariel Villalobos, quien es responsable de las certezas y no de los riesgos.
He aquí las sentencias propuestas:
a) Evelyn Matthei ganará la elección de 2025, en segunda vuelta, con un margen holgado (sobre 53%), Su rendimiento aparece estabilizado, sumando más de 30 puntos en primera vuelta desde fines del año 2023, resistiendo dilemas complejos en el plebiscito de diciembre 2023 y siendo la única candidatura que tiene capacidad para cruzar fronteras en su beneficio.
b) Michelle Bachelet es efectivamente (esto ya lo han dicho todos) la mejor candidatura cuantitativamente hablando para la izquierda. Sus razonables números, en todo caso, no alcanzan para disputar con Matthei en la actualidad.
c) Carolina Tohá es la mejor candidata si no acepta Bachelet estar en la papeleta. Teniendo atributos para crecer, sin embargo, sus datos están estancados hace meses e incluso no mejora cuando se cambia el escenario de candidaturas (hemos probado distintas combinaciones de candidaturas y no mejora considerablemente). Le cuesta llegar a la izquierda y aun cuando tiene un ‘piso’ razonable, su evolución parece mostrar un techo bajo. Todo se puede cambiar, pero claro, para cambiar hay que cambiar.
d) Las candidaturas de la izquierda tienen grandes dificultades para moverse a números competitivos. Camila Vallejo y Tomás Vodanovic son los mejores al respecto, pero están lejos de rendimientos necesarios para un presidenciable.
e) La derecha está de pie en un escenario perfecto, óptimo para sus intereses. Es comparable a lo que ocurrió, pero al revés, en 2012 y 2013 en favor de la izquierda: todas las áreas temáticas cruciales les convienen, las narrativas dominantes son cómodas para ellos y, por tanto, caminan por una ruta limpia, tranquila, sin riesgos y con luz.
Todo proceso electoral es como cruzar un bosque y, en este caso, les ha tocado un bosque muy amable, con rocío matinal, lindos pajaritos y aguas cristalinas a su lado para cuando arrecie la sed. Por supuesto, todos nos podemos perder en el bosque más sencillo, todos nos podemos doblar un pie o ahogarnos en el agua del manantial de tanto mirarnos. Esto último no le está pasando a la derecha (le pasó a la izquierda en su proceso constituyente), pero sí está aconteciendo que la derecha no es capaz de rentabilizar su enorme ventaja en el escenario en candidaturas exitosas.
Allí donde miremos, sabemos que variables predictoras, que suelen ser exitosas para ver hacia dónde irán los votos, muestran una radical ventaja para la derecha. Pero cuando pasamos a lo electoral, eso queda en casi nada. Es decir, sirve para ganar, pero la derecha tiene un ‘momento gramsciano’ a su favor que lo está desaprovechando de manera extraordinaria.
f) El foco de la derecha en la ‘tesis securitaria’ ha sido su mecanismo para aprovechar el escenario y ha sido una mala idea. La tesis securitaria es la que tiende a concentrar la acción del estado en los asuntos de seguridad, generando un destacado énfasis en mostrar la gestión del orden público, la lucha contra el crimen y el control de fronteras.
La verdad es que son muy pocos casos en el mundo en que líderes políticos le han logrado sacar partido a la seguridad. Para decirlo en simple, suele servir para debilitar gobiernos, pero no es un mecanismo que empuje triunfos electorales. Los casos en que ha sido diferente (todos piensan en Bukele) se explican por características que están en la forma en que esos líderes han avanzado sobre el tema (lo trabajamos, con el caso de Bukele, hace meses atrás).
Lo claro es que, además del problema mencionado a la hora de ‘aprovechar’ el escenario de seguridad en Chile, los chilenos están preocupados del problema, pero no están alineados con la tesis securitaria: el valor del orden ha bajado notoriamente en ocho meses y la tesis punitiva como solución (aumento de penas para delitos) vive su peor momento, compartiendo el primer lugar junto a la tesis que defiende que la educación es el mejor mecanismo para combatir la delincuencia, asunto que algunos meses atrás no era así.
Vale la pena comentar que (se observa en el gráfico siguiente), dado que planteamos diferentes escenarios electorales, construimos un esquema simple que revela lo siguiente: hay un 35,2% de respuestas que en todas las preguntas donde hubo que optar por candidaturas, siempre optó por la derecha.
En la izquierda ese número se reduce dramáticamente a 21,8%. Esta diferencia en lo que se puede equiparar a un votante firme es abrumadora y difícil de gestionar desde izquierda.
Hay también quienes priorizaron un sector, pero que bajo ciertas condiciones migraron al otro. Ese porcentaje en total es un 40% aproximadamente y se distribuyen exactamente partiendo el total por la mitad, es decir, 20% para la izquierda y 20% para la derecha.
El grupo que ha votado sin un eje político claro
Otro dato de perfilamiento es también de muchísima utilidad. En la encuesta venimos evaluando a quienes han ostentado el cargo de Presidente de Chile desde 1960 (los encuestados dan nota entre 1 y 7). A partir de esas notas hemos clasificado a las personas en grupos:
a) Los que ponen buenas notas a los gobiernos de derecha y a ningún otro. En el siguiente gráfico lo llamaremos ‘derecha’.
b) Los que dan buenas calificaciones a los gobiernos de derecha y a los de la Concertación. Los llamaremos ‘derecha y concertación’.
c) Los que ponen buenas notas a los gobiernos de izquierda y a ningún otro. En el siguiente gráfico lo llamaremos ‘izquierda’.
d) Los que dan buenas calificaciones a los gobiernos de izquierda y a los de la Concertación. Los llamaremos ‘izquierda y concertación’.
e) Los que dan buenas notas a los presidentes concertacionistas y a nadie más.
f) Los que no le dan buena nota a nadie. Para evitar darles un nombre con sesgo, simplemente los llamaremos ‘neutros’.
Como se aprecia, el número más importante está en aquellos que no están evaluando bien a nadie, con un 25,5% del total de la muestra. Este grupo, sobre el que hemos profundizado bastante en análisis, es prácticamente en todo muy similar al perfil del concertacionista, pero tiene una crítica radical a sus liderazgos.
Los datos nos indican que es un grupo que ha votado sin un eje político claro, migrando en cada escenario: votaron mayoritariamente a favor del proceso constituyente 1, luego rechazaron la propuesta 1, votaron en la segunda vuelta presidencial anterior por Boric, luego por Republicanos para el proceso constituyente 2, pero rechazaron la propuesta en el plebiscito de 2023. Y hoy están mayoritariamente con Matthei. Pero están exigiendo una capacidad de construcción institucional que el sistema político no está brindando a la hora de liderar procesos. Y siguen desilusionados, frustrados y/o molestos.
¿Requiere más investigación? Mucha, pero es un fenómeno de altísima importancia y parecen ser el sujeto clave de nuestro tiempo (y quizás no solo electoralmente).