Cuando en 2019 se informó del surgimiento de una nueva isla de origen volcánico en pleno Océano Pacífico, nadie imaginó la trascendencia mundial que ese flamante territorio adquiriría tras la reunión secreta de la Corte Penal Internacional (CPI) celebrada esta semana.

Los magistrados de la CPI se reunieron a puertas cerradas para dar curso de una vez por todas a las acusaciones pendientes contra una decena de gobernantes y líderes de los diversos continentes por genocidio, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.

Las órdenes de detención fueron emitidas en La Haya de madrugada y ese mismo día los cascos azules de la ONU salieron hacia distintos países a la caza de los inculpados, a quienes trasladaron en barco, avión o helicóptero hasta el lugar elegido para recluirlos y someterlos a proceso: la llamada Isla Nueva (New Island, Nouvelle Île, Neue Insel, Hовый остров) surgida en 2019.

Y allí están hoy a la espera de ser juzgados por la CPI, personajes tan connotados como Vladimir Putin y Donald Trump, Nicolás Maduro y Javier Milei, Kim Jong-un y Benjamín Netanyahu, y varios gobernantes africanos y jefes de grupos islámicos cuyos nombres son poco conocidos en nuestro país.

Cada uno permanece tras los barrotes de una celda que por sus comodidades más parece la habitación de un hotel cinco estrellas, donde dispone de baño, televisor, computadora y un teléfono celular para comunicarse con sus familiares.

Sin embargo, por orden de la CPI les está vedado todo contacto entre ellos, pues se teme que si algunos se hallaran cara a cara pudiera estallar una trifulca a puñetazos, patadas y mordiscos.

En la isla se ha construido un cómodo y vasto anfiteatro donde los acusados serán juzgados uno por uno con pleno respeto a sus derechos, su dignidad y la labor de sus abogados, todo ello ante la prensa internacional y las cámaras de televisión.

Existe expectación mundial.

¿Y si fuera cierto?