Francisco Vidal, presidente de TVN, y Javier Macaya, ex presidente de la UDI, coinciden en una cosa: ambos afirman que no debieron decir lo que dijeron.
Sus palabras nos recuerdan los tiempos de nuestro Congreso Nacional, antes de que fuera disuelto por los militares, en el que imperaban los malabarismos versallescos.
Cuando un senador o diputado endilgaba expresiones subidas de tono contra un colega, el presidente de la sesión le exigía, de acuerdo con el reglamento, que retirara sus palabras. Y si el presidente no atinaba a hacerlo, ahí estaba el todopoderoso secretario de la corporación, Pelayo Figueroa, para dictarle al oído lo que tenía que decir.
Entonces, el honorable parlamentario retiraba impajaritablemente (“impajaritable”, magnífica palabra chilena) sus términos ofensivos, pues en caso contrario le caería encima la filuda teja del reglamento.
No faltaba, eso sí, el senador o diputado que se las arreglara para cumplir el reglamento, salvando a la vez la cara mediante un pícaro, ingenioso subterfugio:
—Señor Presidente, retiro lo dicho, pero mantengo el concepto.
Así, el insulto proferido seguía vigente, pero no quedaría en acta.
El vitriólico y bigotudo diputado socialista Mario Palestro, cacique de San Miguel, recurrió varias veces a esa frase salvadora, pero no pudo evitar el castigo reglamentario en las ocasiones en que asestó a algún honorable en plena sesión el muy chileno “combo en el hocico”.
Carmen Lazo, la “Negra”, vehemente colega y camarada de Palestro, también se salvó en algunas ocasiones con la famosa frasecita, pero hubo de afrontar una sanción cuando en pleno hemiciclo le dio un charchazo a un diputado de derecha.
En los días que corren, nuestros parlamentarios y parlamentarias, ministros o ministras, e incluso el presidente Boric, suelen tildar de “mentirosos” y “mentirosas” a sus adversarios o adversarias, término estrictamente prohibido en el antiguo reglamento.
Lo único que en tal sentido se podía decir en el Congreso de antaño sin recibir una amonestación eran frases de este tipo:
“Su Señoría está equivocado… Su Señoría está mal informado… Su Señoría desconoce los hechos…”
Vidal y Macaya
Por lo visto, Francisco Vidal y Javier Macaya ignoran la conveniencia de pensarlo dos veces y contar hasta diez antes de formular una afirmación peliaguda.
En defensa de un aumento del financiamiento de la televisión pública, el presidente de TVN se lanzó en picada contra la televisión privada, mencionando con todas sus letras a “grupos económicos como Luksic (Canal 13) o Heller (Mega)” y “unos gringos que andan circulando en Chilevisión”.
La falta de una televisión pública poderosa implica según él, que “los chilenos se informen por esos grupos económicos” que persiguen sus propios intereses.
Ante la protesta indignada de esos grupos y la desautorización del propio directorio de TVN, Francisco Vidal recogió cañuela explicando que “me traicionó una vez más el tono”, aunque sin modificar su punto de vista, como quien dice: “retiro lo dicho, pero mantengo el concepto”.
Por su parte, el senador Macaya, tras defender en una entrevista la inocencia de su padre condenado a seis años de cárcel por abuso sexual reiterado a menores y habiendo denigrado a la niña que se atrevió a grabar y denunciar los actos de su progenitor, se vio obligado a renunciar a la presidencia de la UDI ante la avalancha de críticas que le cayó encima.
“Reconozco que cometí un error respecto a mencionar detalles procesales”, fueron los términos con que Macaya recogió cañuela en lo referente a la forma de sus palabras, pero no en cuanto al fondo, al estilo de: “retiro lo dicho, pero mantengo el concepto”.
Vidal y Macaya, nada nuevo bajo el sol.