Las encuestas en Venezuela coinciden en darle una significativa ventaja al candidato opositor Edmundo González sobre Nicolás Maduro, cifras que se ven refrendadas en los multitudinarios actos de masa encabezados por María Corina Machado.
Maduro ha construido una narrativa en que afirma que él gana y que la oposición acusará fraude y convocará a protestas. Últimamente ha sostenido que, si pierde, se avecina una guerra civil.
Una campaña violenta
La campaña electoral de Maduro se ha basado en incrementar la violencia y la coerción, a medida que se acerca el día de los comicios. Según el prestigioso Foro Penal venezolano, desde enero a la fecha se han llevado a cabo 125 detenciones arbitrarias de opositores, de ellos 103 vinculados al partido de Machado.
De ellos, se contabilizan 78 detenidos después del 4 de julio, coincidiendo con el inicio a la campaña presidencial. Una estrategia acompañada de amedrentamiento, amenazas y clausura de numerosos locales que se han prestado para apoyar la campaña de María Corina Machado en sus recorridos por Venezuela.
Lo que se observa es una clara muestra del deslave del oficialismo y una creciente estampida de electores que antes apoyaron al chavismo, pero que con el empobrecimiento y desarraigo de miles de familias se desencantaron del régimen.
Los comicios constituyen por lo mismo el hecho actual de la más alta significación para la política exterior chilena y cabe entonces preguntarse si nuestra diplomacia acompañó y acompañará este proceso con carácter, dedicación y prudencia.
Chile y Venezuela
Chile podría haber contribuido más a robustecer el proceso político en marcha en Venezuela, tal como lo han hecho los presidentes Lula, Petro y el mismo Biden, considerando las críticas que el Presidente Boric ha formulado contra el régimen de Maduro.
Los esfuerzos de Brasil, Colombia y Estados Unidos han logrado empujar a Maduro a las puertas de unas elecciones que son trascendentales. Entonces, no sólo debemos reconocer el papel que estos gobiernos están jugando en Venezuela, sino que es importante preguntarnos por qué Chile no integra un grupo de apoyo a la democracia en Venezuela, especialmente a la transición que debemos esperar, para forzar al régimen a aceptar los resultados.
Siendo altamente probable que Maduro pierda las elecciones, nuestros esfuerzos deben concentrarse en que los resultados no puedan ser desconocidos, socavados mañosamente o utilizados para perpetuar la dictadura. Dado que el traspaso del poder tiene lugar en el mes de enero de 2025, el régimen tendrá largos meses para tramar algo que desvirtúe el resultado electoral.
Las fuerzas opositoras democráticas han comprendido que se avecina una transición política, la que demandará sacrificios para que concluya en una democracia plena.
La decisión de los gobiernos democráticos de Iberoamérica sea cual sea su signo político, debe hacerle ver a Maduro que la violencia y mañas no serán aceptadas y que la voluntad popular debe respetarse.
Chile se juega en las elecciones en Venezuela no sólo la imagen de un país que contribuye a la democracia, sino además, que apoya el restablecimiento del Estado de Derecho de un país que tiene gran centralidad en el flagelo de la violencia transnacional que afecta a nuestro país.