Señor director:

En una belicosa misiva, la Subdirectora de Campañas de Greenpeace cita eventuales infracciones cometidas por empresas acuícolas y concluye que “la avaricia descontrolada de los salmoneros es tan escalofriante como desesperanzadora”. Más allá de las acusaciones, que han sido contestadas y desmentidas por la empresa aludida, la columna cierra con una pregunta retórica que despertó mi interés: “¿qué más quiere el sector salmonero?”.

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La respuesta a esa pregunta no parece ser la más interesante para el debate público. Como todo sector económico, seguramente la respuesta sea “crecer”.

La pregunta verdaderamente interesante es qué debiese querer Chile respecto de esta y de otras industrias basadas en el uso de la extensa franja de borde costero de nuestro país. Para empezar a responderla, sería de muchísima utilidad saber: ¿Qué quiere Greenpeace? Más allá del uso profuso de adjetivos calificativos, en su opinión ¿debe existir la industria acuícola en Chile? Y si la respuesta es que sí, ¿bajo qué parámetros y condiciones?

Como no basta con interpelar, parto por explicitar qué buscamos desde Pivotes. Nosotros creemos que el mar chileno es una fuente de proteínas sanas, saludables y de mucho menor impacto ambiental que otras alternativas animales.

En un contexto global en que la demanda por proteínas se espera que crezca en más de dos mil millones de personas al 2080, esto representa una oportunidad y una responsabilidad para Chile de proveer al mundo alimentos marinos con bajas emisiones de gases de efecto invernadero y extremadamente eficientes en uso de suelo. Esto se debe hacer con un marco regulatorio claro, estándares ambientales exigentes y sanciones por incumplimiento severas que se fiscalicen adecuadamente, pero también implica consensuar que la industria acuícola debe crecer.

La subdirectora afirma que la salmonicultura “ha sembrado la discordia entre las comunidades del sur”. Este juicio tan categórico contrasta con la masiva movilización ciudadana de mayo del año pasado en apoyo a la industria. Es posible que sean más quienes quieren un crecimiento bien hecho que quienes buscan truncar la principal fuente de empleos de la región.

Los datos de la encuesta “Valor Productivo” muestran que las personas de las zonas afectadas valoran la industria salmonera de forma similar a quienes se benefician de la industria minera o frutícola. Un gran desafío para los salmoneros está en mejorar la percepción de quienes no viven en el sur de Chile.

Cada oportunidad de prosperidad se puede implementar de buena o mala manera. Cuando identificamos casos de lo segundo, lo que corresponde es sancionar al infractor específico conforme a las reglas que nos hemos dado como sociedad y adoptar las medidas para prevenir que ello se repita. Lo que no tiene sentido es demonizar la actividad misma.

Es positivo que Chile se plantee qué rol debe jugar nuestra costa en su desarrollo futuro, y para eso tenemos que contrastar posturas aparentemente divergentes. Vuelvo entonces a la pregunta inicial, ¿qué rol juega la acuicultura y salmonicultura en el futuro de Chile para Greenpeace?