El 20 de julio de 1969, la humanidad dio un salto gigante al pisar la superficie lunar por primera vez. Neil Armstrong y Edwin Aldrin dejaron sus huellas en el polvo lunar, mientras Michael Collins orbitaba la Luna en el módulo de mando.
Este hecho histórico tuvo curiosas conexiones con Chile
En 1954, mucho antes de la llegada del hombre a la Luna, un talquino llamado Jenaro Gajardo inscribió la Luna a su nombre en una notaría de su ciudad por solo un dólar. Esta peculiar acción le valió el apodo de “el hombre de la Luna”. Aunque las notarías solo tienen validez en territorio nacional, la historia de Gajardo se hizo mundialmente conocida, dando pie a la leyenda de que la NASA le pedía permiso cada vez que realizaba una misión lunar.
Otra anécdota curiosa fue que la tripulación del Apolo 11 escuchó una radio chilena durante su viaje al satélite. La emisora que escucharon fue El Conquistador, cuya dulce melodía les pareció agradable, según relató años después Neil Armstrong. La señal en español fue captada cuando pasaban por el Océano Pacífico, demostrando la potencia de las ondas radiales.
Chile se convirtió en el único país latinoamericano en transmitir en vivo la llegada del hombre a la Luna. La Estación Satelital de Longovilo hizo posible captar la señal del satélite de transmisión internacional ubicado en el Océano Pacífico, permitiendo a los chilenos ser testigos en tiempo real de este hito histórico.
Tras la caminata lunar, los astronautas regresaron a la Tierra y amerizaron en el Océano Pacífico el 24 de julio, ocho días después de haber iniciado su misión desde Cabo Cañaveral.
La llegada del hombre a la Luna fue un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Chile, a su manera, también dejó su huella en este viaje, demostrando que la distancia no es un obstáculo para la conexión y el querer soñar en grande.