Durante las últimas semanas se reactivó el debate en torno al uso de celulares en establecimientos educacionales, esto a propósito de la campaña “Colegios sin celulares” de la Municipalidad de Las Condes. Este interés nos permite abrir discusiones sustantivas sobre un asunto de naturaleza compleja, superando el falso dilema entre disposiciones permisivas y prohibicionismos absolutos.

Desde el Ministerio de Educación hemos estado trabajando sistemáticamente para ofrecer orientaciones y material de apoyo respecto al uso de celulares y dispositivos móviles en el ámbito educativo. Lo hemos hecho desde la convicción de que es posible sacar el máximo provecho pedagógico de estas herramientas, sin relativizar el riesgo que conlleva un uso indiscriminado o sin acompañamiento.

En marzo de este año, desde el Centro de Innovación de Mineduc compartimos una serie de orientaciones para regular el uso de celulares y otros dispositivos en establecimientos educativos, que en las próximas semanas serán complementadas por cartillas con sugerencias específicas para mediar la inserción al mundo digital y reforzar las competencias de las familias y los establecimientos educacionales en ese tipo de procesos.

Celulares: uso seguro y responsable en las rutinas escolares

Estas iniciativas empalman con los objetivos del Plan de Ciudadanía y Alfabetización Digital que llevamos adelante con el Ministerio Secretaría General de Gobierno, cuyo foco es promover un uso seguro y responsable, y a la vez crítico y reflexivo de las tecnologías digitales, asumiendo lo decisivas que son para nuestra cotidianidad.

Cada uno de estos insumos ha sido elaborado atendiendo a la evidencia nacional e internacional, visibilizando las oportunidades y también los riesgos asociados al uso de celulares y su impacto en los procesos educativos. Dado que nuestro interés es aportar a un debate informado, nuestros documentos ponderan todo tipo de referencias, no solo los que respaldan nuestra posición.

Es sobre la base de esos antecedentes que hemos propuesto marcos de adaptación diferenciados para el uso de dispositivos, distinguiendo por rango etario y nivel escolar. Sostenemos que esa distinción permite promover una integración controlada y gradual de celulares y aparatos electrónicos en las rutinas escolares.

No podemos eludir el deber de enseñar

Educar en el uso responsable y provechoso de aparatos ya integrados en nuestras vidas es más responsable que entregarse a los atajos de la prohibición. Por eso también hemos promovido que sean las mismas comunidades educativas las que normen el uso de la tecnología en sus reglamentos internos, considerando las competencias profesionales de las y los docentes para definir sus métodos de enseñanza.

Esta es una opinión que también han manifestado las comunidades educativas. De acuerdo con el informe del reciente Congreso Pedagógico y Curricular, computación y alfabetización digital es la segunda prioridad –tras lenguaje/habilidades comunicativas– que educadores, docentes y asistentes de la educación mencionan como temas relevantes de aprender en la trayectoria educativa.

No parece aconsejable desconocer los tiempos en que vivimos ni el hecho de que cada vez son más las tareas y actividades que se desarrollan por medio de dispositivos digitales. Por ello como gobierno nos hemos comprometido con reducir las brechas de acceso y uso de las nuevas tecnologías, lo que incluye educar para una correcta utilización, alfabetizar digitalmente a la ciudadanía más rezagada, y promover un uso ético, crítico y responsable de contenidos digitales.

Reducir la discusión a prohibir o no el uso de celulares en espacios educativos nos lleva a perder de vista lo más importante: cómo educar a niñas, niños y adolescentes para interactuar sanamente con artefactos que seguirán estando presentes en sus vidas.