EFE

Qué aprender de Francia: izquierda y derecha deberían tomar nota

08 julio 2024 | 12:38

Hay algunas “máximas” en política. Por ejemplo, se dice que a mayor votación, menor votación a los extremos, o que una campaña basada en el miedo es más potente que una basada en la esperanza a la hora de movilizar a los votantes. Pues Francia acaba de superar estos dogmas, dándole en la primera vuelta de las legislativas francesas el triunfo a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella.

Consolidando la ola nacionalista de las pasadas elecciones europeas, la derecha radical francesa le asesta un duro golpe a la ex mayoría presidencial de Macron. De hecho fue tal el resultado del 30 de junio, que no es posible decir que simplemente es un voto de protesta contra el Presidente, sino más bien una adhesión real y convencida en el proyecto de Le Pen.

Cuando Macron anunció el 10 de junio la disolución de la Asamblea Nacional con el objetivo de “clarificar” las fuerzas políticas, presa del pánico de la jornada del día anterior, no calculó en su apuesta una debacle como la que acaba de vivir.

¿Qué lecciones puede seguir nuestro país?

Tanto izquierdas como derechas deberían tomar nota de lo que está ocurriendo en Francia. La izquierda debería entender que sus miedos, anhelos y convicciones no son los de la gente común.

El Nuevo Frente Popular francés es ejemplo de esa realidad. Mientras sigan obsesionados en un discurso buenista, que apela a abstracciones sin demostrar el efecto inmediato en la vida de la ciudadanía – caso del cambio climático – sin proponer un proyecto político que vaya más allá del “no a la extrema derecha”, parece difícil que logren rearticular una alternativa real de gobierno.

Sin perjuicio de las importantes diferencias idiosincráticas entre nuestro país y Francia, estas elecciones han demostrado que el recurso del miedo al otro, no es suficiente contra un discurso nacionalista basado en las preocupaciones reales de la ciudadanía.

Ideales y convicciones sólidas

La Agrupación Nacional podrá gustar o no, podrá o no tener mayoría absoluta, pero no es posible negar que tras ella hay un proyecto político real, basado en ideas, encabezado por líderes con convicción y que luego de años de ostracismo y cercos sanitarios, ha sido capaz de conquistar la conciencia de millones de franceses.

Es evidente que algo ha cambiado en la mentalidad francesa, en la realidad diaria de los franceses, que ha sido correctamente leída por la agrupación nacionalista de Le Pen y Bardella.

Es por ello que entre tanto griterío y llamado de alerta, quienes ven con preocupación este fenómeno, harían bien en proponer un proyecto político anclado en ideales y convicciones sólidas, consciente de la realidad y de los problemas que afectan a las distintas capas del tejido social y no simples acuerdos electoralistas.

En Francia, Italia o Argentina podemos ver que la defensa férrea de ideas y convicciones, pueden llegar a tener vocación de mayoría social y política, y no quedar arrinconadas y valoradas por un grupo reducido de dogmáticos y fanáticos, como mandan las máximas.

Esto vale para derechas radicales y tradicionales: la promoción y defensa de ideas, con coraje y determinación, sin ambigüedad, es lo que la ciudadanía está demandando a gritos, y que están dispuestos a premiar con su respaldo electoral y darles así una oportunidad de gobernar. En definitiva, nada más y nada menos, que valentía y honestidad.