En un mundo ideal, la orientación sexual sería un aspecto íntimo y subjetivo de cada persona, algo que no debería importar más allá del ámbito privado. Sin embargo, la realidad dista mucho de este ideal.
Como especialista en género y profesora de cursos de diversidad sexual, he escuchado innumerables veces la pregunta: “¿Por qué nos tenemos que preocupar de la orientación sexual, si es privado?”
A simple vista, esta pregunta puede parecer lógica, pero es esencial entender que la orientación sexual, aunque íntima y subjetiva, se convierte en un dispositivo de discriminación y desigualdad en nuestra sociedad.
La discriminación no es privada
La orientación sexual puede ser un fenómeno subjetivo, pero las repercusiones de ser parte de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, están lejos de ser privadas. En muchos lugares, la discriminación basada en la orientación sexual es una realidad cotidiana que afecta el acceso a derechos básicos como la educación, el empleo, la salud y la seguridad personal.
Las personas LGBTIQA+ a menudo enfrentan violencia física y emocional, exclusión social y laboral, y una constante amenaza a su bienestar.
Un dispositivo de desigualdad
La sociedad, a través de sus normas y estructuras, ha convertido la orientación sexual en un criterio de desigualdad. La discriminación no solo se manifiesta en actos individuales de odio y rechazo, sino que está institucionalizada en leyes y políticas que niegan derechos fundamentales a las personas por su orientación sexual.
En muchos países, las leyes siguen penalizando la homosexualidad y negando el reconocimiento de las familias diversas. En contextos donde estas leyes no existen, persiste una fuerte discriminación social y cultural que marginaliza a la comunidad LGBTIQA+.
La crueldad de las normas sociales
Mucho se ha escrito de ¿qué es ser humano?, pero si hay algo que podemos responder de forma rotunda y con certeza, es que somos seres sociales y sexuados. Las normas sociales son particularmente crueles con las personas de orientación sexual diversa. Aunque la orientación sexual tiene un componente íntimo, también posee un fuerte componente social.
Hablar de tu pareja en el trabajo, llevar una foto de tu familia y ponerla en tu escritorio, asistir a actividades sociales con tu pareja, o ir a las cenas de fin de año de las empresas son actos cotidianos para muchas personas, pero a menudo inalcanzables para quienes conformaron una familia diversa y lo llevan en un triste secreto.
La necesidad de esconderse, de ocultar una parte esencial de su identidad para evitar el juicio y la discriminación, margina a las personas de actividades públicas y sociales fundamentales, perpetuando su invisibilidad y sufrimiento.
La violencia y la exclusión son dos caras de la misma moneda de la discriminación. Las personas de orientación sexual diversa son desproporcionadamente víctimas de crímenes de odio y violencia en todas sus formas. La falta de aceptación en la familia y en la comunidad lleva a muchas personas LGBTIQA+ a situaciones de calle y precariedad.
La discriminación laboral resulta en tasas de desempleo y subempleo más altas para la comunidad LGBTIQA+, perpetuando un ciclo de pobreza y vulnerabilidad.
La importancia de la visibilidad y la educación
Para combatir esta discriminación, es vital aumentar la visibilidad y la educación sobre la diversidad sexual. La educación es una herramienta poderosa para desmantelar prejuicios y promover una sociedad más inclusiva y equitativa. He visto de primera mano cómo la información y la sensibilización pueden cambiar percepciones y actitudes. Parece magia, pero no, es el resultado de dedicación, empatía y entendimiento.
La visibilidad de las personas LGBTIQA+ en todos los ámbitos de la vida pública también es crucial para normalizar la diversidad y desafiar los estereotipos.
Preocuparnos por la orientación sexual no es una invasión a la privacidad, sino un reconocimiento de que la discriminación y el estigma social basados en la orientación sexual siguen siendo una realidad que debemos enfrentar. Cada quien debería vivir su sexualidad y afectividad de forma libre y placentera, pero para que eso sea posible, debemos hacernos cargo de que la orientación sexual es causa de discriminación.
Las consecuencias de esta discriminación son públicas y tangibles.
Continuar trabajando por la igualdad y la inclusión de la comunidad LGBTIQA+ es esencial para construir una sociedad donde todas las personas, independientemente de su orientación sexual, puedan vivir con dignidad y respeto.
Sigamos luchando, sigamos educando, y sigamos visibilizando. Porque cada paso hacia la igualdad es un paso hacia un mundo más justo y humano para todes.