Debemos entender la carta de la Federación de Fútbol de Chile como un primer, pero insuficiente, paso para esclarecer las circunstancias en que la credibilidad de las reglas deportivas del fútbol, que constituyen su principal capital, ha sido puesta en serio riesgo.
Más allá de que el fútbol es manejado por una Corporación de Derecho Privado como es la Federación de Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), y sus respectivas confederaciones, no debemos olvidar la verdadera esencia que sustenta lo que hoy podría parecer únicamente un lucrativo espectáculo en el que la relación se da entre organizadores y asistentes.
Esa verdadera esencia es que antes del espectáculo y los ingresos, está la adhesión popular en torno a los valores y las características que lo transforman en un deporte único.
Lo sucedido en la Copa América ha puesto el principal capital reputacional del fútbol en riesgo en todo este continente, porque si bien los errores arbitrales forman parte del juego, la Asistencia al Árbitro por Video (VAR), reduce a significativamente la posibilidad de un error humano.
¿Dolo? se requiere una investigación real
La Federación de Fútbol de Chile hizo bien al establecer un reclamo para pedir la liberación de los audios y explicaciones, pero esto no es suficiente. Los hechos, que han sido motivo de análisis internacional, no permiten establecer la simple existencia de meros errores que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) se apresuró a reconocer tras la liberación parcial de algunos de los audios del VAR del partido disputado por nuestro seleccionado con Canadá.
Se debe solicitar una investigación real que permita establecer la inexistencia de dolo en los horrores del VAR. Para ello, se tienen que exigir respuestas sobre temas particulares -y también de fondo- que recuperen y salvaguarden la fe que el deporte requiere como elemento básico y que claramente se han puesto en duda de cara a los aficionados.
En las de fondo, debe responderse una pregunta central: ¿Cómo es posible que con estos medios tecnológicos se produzcan este tipo de fallas a todas luces inexplicables e impropias para esta época?
Interrogantes sobre la tecnología y los procesos
Para ello, se debe transparentar cómo se eligen las ternas arbitrales y a quiénes están a cargo del VAR; cómo y cuándo se realizan las reuniones de capacitación previas al torneo y que fijan las directrices básicas a tener presentes, quiénes las llevan a cabo; quiénes participan en el análisis de post partido y como sus resultados son socializados entre los jueces para no repetir fallos; dónde se documentan las conclusiones y en qué circunstancias.
Como segundo aspecto, pero sin duda no menos importante, en el tema particular que enfrenta Chile, debe clarificarse cuáles eran en realidad las cámaras con que contaba el VAR para determinar el fuera de juego en el segundo partido de la fase de grupos.
¿Es realmente la imagen viralizada la única imagen con que se analizó la jugada del gol argentino?
¿Por qué no se consideró lo obvio relacionado con la ubicación del jugador albiceleste molestando al arquero chileno, algo expresamente prohibido en el reglamento?
¿Qué dijo el VAR sobre el penal argentino no cobrado?
La credibilidad
Ya sabemos qué señaló de manera escandalosa al no expulsar al jugador canadiense, pero no queda claro si el juez colombiano recibió o no también un llamado para colocar la segunda e injusta amarilla al jugador Suazo. ¿Cuál fue el criterio para no llamar al VAR en jugadas como aquella del jugador De Paul contra Suazo o de Romero contra Dávila en el área argentina y que no supusieron siquiera detenerse a un análisis más documentado?
Debemos entender la carta de la Federación Nacional de Fútbol de Chile como un primer, pero insuficiente paso, para esclarecer las circunstancias en que la credibilidad en las reglas deportivas del fútbol, que constituyen su principal capital, ha sido puesta en serio riesgo.