Parece una ironía, pero en la calle José Enrique Rodó, en Asunción del Paraguay, se encuentra la sede de “Más que vencedores”, el grupo evangélico que protagonizó la escena más sorprendente de la actual Copa América, participando fuera de protocolo de la inauguración del evento.
El asunto fue que un pastor evangélico se paró junto al presidente paraguayo de la Confederación Sudamericana de Fútbol y, al lado de la copa, tomó el micrófono y dio un breve discurso bendiciendo el evento y haciendo un llamado a la vida en Cristo.
El laicismo se había caído un peldaño más, mientras la cultura de consumo y éxito promovida por estas denominaciones crecía otro poco.
Y sí, es una ironía que la iglesia “Más que vencedores” funcione en la calle Rodó porque este fue un intelectual latinoamericano de gran talla. Defensor de valores idealistas para América Latina en contra de los valores materialistas que ofrecía Estados Unidos. En sus diversas obras Rodó pensó fundamentalmente en influir en la juventud con miras a la búsqueda de la sabiduría del conocimiento y la belleza estética de las artes.
Pues bien, en la Copa América realizada este año en Estados Unidos (país que lleva dos copas organizadas en menos de una década, otro detalle) también piensan en la juventud, pero distinto a Rodó.
El pastor Agüero en la Copa América
Lo cierto es que la irónica dirección del proyecto pastoral “Más que vencedores” es una anécdota, pero la escena ocurrida en la Copa América con un pastor dando un mensaje religioso al lado de la copa del torneo, es una representación de la conducta constante de algunos líderes de las denominaciones evangélicas que buscan los intersticios de la institucionalidad, y la lealtad de ciertos puestos claves, para insertar su influencia en esferas que están definidas como laicas.
Emilio Agüero fue el pastor que ‘bendijo’ la inauguración de la Copa América. Si alguien imagina que solo la amistad con el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Alejandro Domínguez, fue suficiente para poder ‘colarse’ en el evento, evidentemente se equivoca.
Un evento producido en Estados Unidos no admite ese tipo de informalidades, fundamentalmente por los protocolos de seguridad. Ese hecho necesariamente estuvo visado por la organización de la Copa América y ello es evidente, no solo porque ocurrió sin sobresaltos, sino además porque a nadie se le ha ocurrido impugnar un hecho que va en contra de los reglamentos FIFA. En concreto, Agüero se instaló junto al trofeo y dijo a los millones de televidentes:
“Dios bendiga América. El mensaje de Cristo sigue vigente hoy en día. Él nos llamó a la paz, a la comprensión y al perdón. También nos dijo ‘cree’, porque para aquel que cree todo le es posible. Y estas palabras nos alientan a no desanimarnos, a creer en grande y creer que todo se puede. Dios bendiga todas las naciones de América, a cada equipo y a cada deportista, a todos los hinchas y dirigentes, y a todas las familias del continente. En el nombre de Cristo Jesús, ¡amén!”.
En los reglamentos de FIFA se señala expresamente que están prohibidos los mensajes de naturaleza política o religiosa en sus eventos.
El hecho desató una polémica de la cual ninguna autoridad del evento se ha hecho cargo. El pastor evangélico ha dejado de dar declaraciones pues señala haber sido amenazado, pero en su Instagram hay toda clase de alusiones al hecho y es evidente que está muy satisfecho con el resultado.
La visita a Estados Unidos la ha aprovechado para pasar por el “Creation Museum” de Kentucky, un museo con una tesis central: hay dos cosmovisiones que rivalizan en la actualidad, una es la cosmovisión del hombre y la otra es la de dios.
Por cierto, como los humanos somos falibles y dios no lo es, ya está claro cuál cosmovisión debe ganar. El museo es una oda al creacionismo (doctrina que señala tan falsa como hereje la teoría de la evolución en biología y cualquier tesis evolucionista del universo). Aunque en realidad es más una oda al espectáculo y al mensaje de fondo que el museo tiene en términos de política pública, que es la lucha contra el aborto. El proyecto de museo, en su web, también invita a otra atracción turística: el arca de Noé en tamaño real. Agüero ha pasado por Kentucky para promover la visita a Paraguay de la organización que administra este museo y que ocurrirá a fines de este año.
Contexto latinoamericano del evangelismo
América Latina no solo ha visto crecer explosivamente los fieles de las denominaciones evangélicas desde hace cincuenta años, sino que además está viviendo el paso de estos grupos a una influencia creciente en la política.
La caída de la Iglesia católica y el uso constante de un discurso antielitario han sido el camino de crecimiento de las corrientes evangélicas, principalmente metodistas y bautistas. Por supuesto, esto requiere del apoyo de las misiones evangélicas provenientes de Estados Unidos, donde no solo se marca el origen de esta ruta de cristianismo, sino además desde donde nacen varias de las metodologías de crecimiento de incidencia y financiamiento de estas denominaciones.
El crecimiento cuantitativo de los evangélicos ha tenido en las últimas décadas un siguiente paso: el esfuerzo de estas agrupaciones por penetrar de manera relevante el sistema político, y el marco institucional donde se juega la batalla cultural: los medios de comunicación y las universidades. No entraré en detalle en esta columna, pero indudablemente esos dos capítulos son centrales en cualquier investigación sobre las redes evangélicas y su influencia.
La influencia
Hace cuarenta años, los primeros avances de las diferentes organizaciones evangélicas hacia la política, se produjeron mediante la oferta de algunos líderes religiosos de la posibilidad de incidir en los votos para las elecciones. Desde entonces la seducción al sistema político fue total.
En Chile, ya desde la elección de 1990 la derecha chilena recibió la noticia del firme apoyo a Hernán Büchi por parte de los evangélicos. Aunque nunca se ha logrado demostrar dicha influencia, ni en ese caso ni en otros.
Pero los políticos viven tanto de dar promesas como de recibirlas y están encantados de ser uno más de los elegidos por los evangélicos, sin querer ver que han apoyado a varios de su competencia a la vez.
En la elección presidencial de 2017, un pastor y constante orador de una de las principales radios evangélicas terminaba su oficio gritando: “y vendrás tiempos mejores”. Por entonces el candidato Sebastián Piñera tenía de eslogan de campaña “tiempos mejores”. Michelle Bachelet fue seducida por la tentación de los apoyos evangélicos y facilitó acuerdos altamente beneficiosos para estas denominaciones.
CIPER señala que ocho propiedades fiscales pasaron en comodato a organizaciones evangélicas entre 2014 y 2018. También agrega que durante el gobierno de Bachelet la seducción de apoyar a los evangélicos fue grande y que incluso se contrató un asesor, Darío Salas Verdejo, quien prometió firmas para partidos y apoyos de todo orden que nunca se concretaron, aunque el gobierno sí cumplió sus promesas.
La luna de miel evangélica duraría lo que conviniera para los evangélicos, pues cuando se acercaba la elección de 2017, el giro fue total y no solo dejaron de relacionarse con Bachelet, sino que además fue gravemente insultada en el Te Deum evangélico, hito que no tiene comparación con ningún evento similar en la magnitud de la ruptura de protocolo respecto a la autoridad presidencial.
En los países vecinos
Ya es sabida la influencia evangélica en la política brasileña. Jair Bolsonaro y la Bancada Evangélica es uno de los ejemplos más prominentes. Bolsonaro no es evangélico, pero ha contado con el apoyo decidido de la bancada evangélica, que a su vez se ha convertido en un poderoso bloque en el Congreso brasileño.
En Guatemala, Jimmy Morales (expresidente), un comediante y político evangélico, llegó al poder en 2016 con el apoyo de las iglesias evangélicas. Su campaña se centró en la lucha contra la corrupción y en la promoción de valores familiares. Aunque su gobierno estuvo marcado por escándalos de corrupción (en una gran ironía porque su campaña usaba la promesa “ni corrupto ni ladrón”), y por la supresión de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, entidad reconocida en el país centroamericano por su combate a la corrupción.
Las denuncias por relaciones entre la campaña de Morales y narcotraficantes fue lo más impactante y generó grandes temores, incluso entre sus aliados políticos. Varios ministros de su propio gobierno renunciaron ante los escándalos.
Uno de los ministros de Morales fue Harold Caballeros, fundador de la iglesia El Shaddai y del partido político Visión con Valores (VIVA). Caballeros fue mencionado en los Panama Papers y tiene comprometedoras relaciones con personas que usaron las iglesias evangélicas en dictadura como herramientas parapoliciales contra la insurgencia.
En Costa Rica, Fabricio Alvarado, un periodista y cantante cristiano evangélico, llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018. Aunque perdió la elección, su éxito mostró el poder político emergente de los evangélicos en Costa Rica.
En cualquier caso, son los líderes evangelistas brasileños los que han tenido mayor gravitación. No solo han tenido gran influencia externa, sino que además han creado nuevas metodologías de generación de influencia, y han sido muy osados en la orientación hacia la política.
Los dos grandes nombres al respecto son los brasileños Silas Malafaia, pastor y televangelista brasileño, quien lidera el programa de televisión “Vitória em Cristo”; y Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, quien no solo ha construido un imperio mediático, sino que también ha incursionado en la política. Su influencia se extiende a través de su cadena de televisión, Rede Record, y su apoyo a políticos conservadores.
Acciones tácticas basadas en la grandeza
La obsesión evangélica por la articulación política (justo lo que criticaban a la iglesia católica) es ilimitada. En sus prioridades actuales está el acceso a puestos claves a nivel judicial, la incidencia en las universidades y los medios de comunicación.
La seducción a sus fieles y a los políticos se ejecuta mediante acciones tácticas basadas en el espectáculo de la grandeza. Los sueños de victoria, el éxito material y la presunta capacidad de manejar a millones de personas son sus promesas constantes. Los políticos ceden ante semejantes promesas, aunque no son capaces de entender que los candidatos pasan y la orgánica evangélica queda.
Un gran ejemplo fue el proyecto del “Templo de Salomón”, una supuesta réplica del antiguo emblema, que se construyó en São Paulo, Brasil. Inaugurado en 2014, se ha convertido en un símbolo importante para la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). El ya mencionado Edir Macedo fue el principal impulsor del proyecto. Macedo es conocido tanto por su influencia religiosa como por sus conexiones políticas. Bajo su liderazgo, la IURD ha crecido exponencialmente y ha establecido una presencia significativa en los medios de comunicación a través de la cadena de televisión Rede Record, que es también propiedad de Macedo.
Cuando el Templo de Salomón en Brasil se fundó, estuvo invitada Dilma Rousseff. En los círculos políticos se comentó que hubo un temprano reconocimiento del Partido de los Trabajadores (PT) a la importancia de los votantes evangélicos en Brasil. Por ello, dicho partido estableció algunas alianzas (no del todo sólidas) con líderes de diversas denominaciones evangélicas. Aunque no hay pruebas, la izquierda brasileña consideró un gran éxito el apoyo evangélico pues habría sido un factor en la reelección de 2014.
Por eso la presencia de Rousseff a la inauguración se consideró un imperativo. Se comentó, aunque no hay antecedentes serios, de un apoyo incluso económico de la expresidente al líder evangélico. Pero aun cuando eso es discutible, lo que sí es probable es que diversas autoridades y políticos debieron participar en el apoyo al proyecto pues, parte del área donde está el templo, estaba destinada a un proyecto de viviendas según la Compañía de Vivienda y Desarrollo Urbano del Estado de São Paulo. Según Macedo, el enorme costo de la fastuosa obra fue logrado mediante donaciones, pero se duda de que la sideral cifra haya sido posible sin concurso de otros fondos más allá de los fieles.
La inauguración del templo fue un fenómeno extraordinario por su puesta en escena. Desde el comienzo la situación generó revuelo: Macedo usando el vestuario de un rabino, no solo fue un gesto que se interpretó políticamente como un apoyo a Israel (que generó protestas palestinas en Brasil), sino que además generó polémicas en el mismo mundo judío, ya que es una falacia histórica: los rabinos recién aparecieron como personajes fundamentales en la religión judía después de la destrucción del templo.
Los sacerdotes anteriores no solo eran distintos a los rabinos, sino que estos últimos nacen en gran medida como rebelión ante los anteriores. Por supuesto, para una cultura como la judía, donde hay mucha proximidad con el conocimiento científico e histórico, este hecho fue considerado de mal gusto.
Pero Macedo estaba allí, pensando en el espectáculo y con la presencia de la presidenta Rousseff, con un edificio que choca con su entorno en tamaño y ostentación. Poco después la líder del gobierno brasileño probablemente consideraría esta visita una mala decisión, ya que Macedo pasó a ser uno de los principales propagandistas de Bolsonaro.
Pero Macedo es más importante que esta anécdota (si acaso es una anécdota un templo que costó US$300 millones). Ha sido él quien generó un diseño de influencia política.
En su opinión los evangélicos deben penetrar con fuerza los tres sectores políticos articulándose en partidos. En primer lugar, un partido de ultraderecha, un partido de centro (normalmente de centroderecha) y un partido de izquierda.
En Chile, la articulación con el Partido Republicano es fuerte, pero no se regalan. Por eso formaron el Partido Social Cristiano, porque al final el candidato J.A. Kast puede pasar sin éxito y los evangélicos quedarán.
La articulación llegó también a Renovación Nacional, donde se articuló la “bancada evangélica” (el nombre proviene de Brasil, así es, usted adivinó, de Macedo). Este fue un intento de Renovación Nacional de ser el partido ancla de los evangélicos. He aquí el típico error de los políticos, que creen que el resto de los mortales valoran tanto como ellos los cargos y las ínfulas de corto alcance.
La verdad es que el negocio para los evangélicos en la articulación con RN ha sido extraordinario, pero no viceversa. Gozan de cupos privilegiados para las elecciones, piden favores internos, pero las principales articulaciones se hacen tácticamente con el actor que deseen.
Por izquierda la idea fue articularse en el Frente Amplio. Esta articulación también ha servido a los evangélicos, siendo el principal logro el gobierno supuestamente conjunto en la Universidad de Santiago de Chile, donde por supuesto los cargos principales ya son todos de los evangélicos y solo asuntos menores y la federación estudiantil están en manos del Frente Amplio.
A los políticos les cuesta entender que la ética interna de los líderes evangélicos es completamente diferente a la externa. Esto implica que no les importará prometer algo y o cumplirlo si es coherente con su causa.
Los políticos mienten y lo saben. Pero los líderes evangélicos están convencidos que dicen la verdad cuando mienten. Y los políticos no lo entienden.
El ejemplo de Rousseff y su gobierno vuelve aquí a mostrar cierta ingenuidad. Durante su mandato, la bancada evangélica recibió diversas concesiones que facilitaron la aprobación de leyes y políticas alineadas con sus valores. Pero apenas se aproximó la siguiente elección, los evangélicos giraron completamente hacia Bolsonaro. Probablemente sea difícil entender el pragmatismo y el mesianismo unidos, pero es evidente que en las organizaciones evangélicas eso es normal.
Volvamos a la Copa América
La acción realizada por el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol no es el acto inocente de un fiel convencido de la importancia del mensaje de su pastor. No fue un arrebato religioso.
El anecdotario de la relación personal entre el pastor y el líder deportivo está bien para la pequeña historia de prensa, pero es evidente para cualquiera que desee comprender la magnitud del fenómeno que no hay casualidad en el hecho, que la transgresión de una norma FIFA ha sido aceptada sin chistar y que otros intereses han participado para que la escena sea posible. Y por supuesto no fue el espíritu santo el que ha procurado el extraño espectáculo, el que no por extraño se convierte en milagro.
La aceptación silenciosa y estoica de la política de países laicos respecto a la intromisión de agendas religiosas en su espacio es un hecho grave. Escucho sistemáticamente la preocupación por estos hechos de políticos y periodistas, pero no veo mucho interés en confrontar el problema.
Hoy son intensos los rumores del lobby evangélico en Chile para incorporarse de manera clara en distintas instancias: tribunales, fiscalía, gobierno (central, regionales y locales), congreso, universidades públicas y medios de comunicación. Estos avances se hacen en nombre de sus porcentajes de crecimiento censal como opción religiosa.
Pero en una sociedad laica una opción religiosa no debe pesar más que cualquier otra preferencia identitaria. Si las opciones religiosas como son las distintas denominaciones evangélicas son tan críticas a la tesis que señala que las identidades de género producen derechos asociados, ¿por qué habrían de tener derechos asociados las identidades religiosas? Después de todo, son cuerpos de creencias ambos, identidades ambos, y no pueden pretender superioridad sobre los valores democráticos y los derivados del sentido de una república con igualdad ante la ley.
Y esto no debe depender de la cantidad de personas que oran en el marco de una u otra institucionalidad religiosa. Pero justamente esta confusión se produce en el marco de una política sin conceptos y con un sentido de oportunidad exacerbado.
Es por esto que no hay que demonizar a los líderes evangélicos, pues los mecanismos de su influencia no son principalmente de responsabilidad de ellos, sino fundamentalmente de la conducta tibia y licenciosa del mundo político que por doquier abre puertas a organizaciones que manejan grupos grandes de personas con la esperanza de un apoyo político. O, al menos, como protección ante la eventual denostación de estos grupos. Y si para eso hay que creer en la Biblia como una fuente científica y no religiosa, pues bienvenido sea.