Ñuñoa, el embudo del delito

16 junio 2024 | 06:30

¿Cumplen los municipios un rol clave en la estrategia de seguridad? Las cifras indican que sí. De lo contrario, no tendría sentido observar cómo se distribuyen los flujos delictivos, y tendríamos una repartición homogénea o al menos equivalente de delitos en relación con los ingresos.

Pero los porfiados datos nos muestran que no es así. Mirando las cifras de Carabineros del ultimo mes, se mantiene la constante del último año: los delitos violentos de Ñuñoa aumentan un 32%.

Un comparado de las comunas aledañas nos permite entender la crisis: disminuyen un 16% en Las Condes, en Vitacura un 11%, en La Reina un 9% y en Providencia se mantienen. Suben menos en Santiago 7% y Recoleta 1%. Ergo, Ñuñoa tiene el triste récord de triplicar en delitos al resto de las comunas analizadas.

Hay un tercio de delitos que el mes anterior, lo que es una constante en cada mes analizado.

Fenómeno del embudo

Especialistas dicen que eso se debe a lo que ha llamado un fenómeno de embudo: mientras todas las comunas aledañas aumentaron su capacidad preventiva y logística de apoyo a carabineros, Ñuñoa -salvo la renovación de equipos- sigue con la misma estrategia de hace 3 años. 3 directores de seguridad en 3 años, ratifican la teoría: no hacer las cosas, improvisar o seguir haciendo lo de antes, sólo atrajo a los delincuentes a la comuna e hizo de esta un atractivo foco delictual. En este caso, concentrando y acumulando el delito en sus calles.

“Tengo miedo, estoy sola”, escribía una vecina en la comuna en un chat comunal, mientras le notificaban que en la casa de al lado entraban ladrones. Desesperada marcaba el teléfono vecinal sin respuesta.

Alguien le debió explicar que el grueso de los turnos de seguridad se realizaba en horario de oficina y que la atención del teléfono de emergencia disminuía en horario nocturno. O sea, la atención de seguridad operaba en su máxima capacidad en horario de oficina, pero los delincuentes no tenían el cuidado de actuar a las mismas horas.

En la mente de esa persona asustada solo debió resonar una pregunta: ¿por qué el Estado -en este caso el Municipio- no está presente cuando más lo necesito?

Es importante destacar que el Estado surgió originalmente con el propósito de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Esta fue la razón primordial por la cual las personas estaban dispuestas a ceder parte de su libertad -y pagar impuestos- a una autoridad: porque existía alguien encargado del bienestar colectivo. Desde un principio, se entendía que aquellos en el poder público debían prevenir que los ciudadanos fueran víctimas de violencia, saqueos o robos.

Uno de los debates más estúpidos que nos ha traído la polarización, son las barras bravas que discuten si se necesita más Estado o si tiene que desaparecer.

Soy un convencido de que lo que se necesita es tener un mejor Estado, más eficiente. En términos de seguridad ciudadana, esto significa que los recursos públicos deben invertirse eficazmente para garantizar la protección de la comunidad. Además, los municipios deben contribuir activamente a la estrategia de prevención del delito.

En el caso del municipio de Ñuñoa, sus esfuerzos no deben resultar en ineficiencias que atraigan el crimen. Por el contrario, las inversiones y estrategias de seguridad deben ser tan efectivas que logren disuadir la delincuencia y mantener la comunidad segura.

Más, ha sido menos

La actual administración de jacta de haber duplicado la inversión en seguridad, lo que a la luz de los resultados agrava la falta. Más, ha sido menos. Si se hubiera avanzado en la implementación de drones de vigilancia aérea, duplicado la cantidad de cámaras, instalado un observatorio delictual o aumentado los turnos nocturnos, otro gallo cantaría. No se trata de cuánto se gasta, sino de cómo se gasta y en qué se enfoca.

Al momento de morir el emperador Vespasiano, exclamó irónicamente: ¡Ay… creo que me estoy convirtiendo en un Dios!”, aludiendo a la práctica romana de transformar en dioses a sus emperadores muertos.

La frase cae de cajón a lo que ha pasado con la generación del Frente Amplio que nos gobierna: en cada decisión que toman y en cada opinión que manifiestan, parecen creer que basta con desear algo para que ocurra. Pero la experiencia nos ha enseñado, tal como lo sabían los antiguos emperadores romanos, que lo que realmente da trascendencia a las autoridades es su capacidad de gestión y de solucionar problemas, no solo sus deseos o buenas intenciones.