Al hablar de prostitución sin duda que existe desconocimiento, mitos y consignas que se han extendido en la población, en el seno de un sistema capitalista y patriarcal que pretende que normalicemos este tipo de prácticas.
Por ejemplo, hemos sido testigos de declaraciones como: “la prostitución existe de tiempos inmemoriales”, “es el oficio más antiguo del mundo”, no obstante, la esclavitud en el mundo fue una práctica que también existió y se normalizó por la mayoría de la población durante muchísimo tiempo y no por ello la solución fue “regularla”, sino abolirla.
La elección en la prostitución: un mito
Frente a esto, algunos/as podrían decir que en este caso, las mujeres consienten y eligen libremente. Sin embargo, datos de la OMS y organizaciones de DDHH en el mundo indican que alrededor de un 5% de las mujeres en prostitución han elegido libremente esta actividad, mientras que la amplia mayoría (95%) manifiesta que lo hace por necesidad y porque no tiene otra salida. Además, sobre el 90% de las mujeres prostituidas provendrían del tráfico sexual (Asociación Mujeres Para la Salud).
Cuando existe un sistema que genera desigualdad económica y de poder, que precariza la vida, principalmente, de mujeres y niñas, sumado a una sociedad indolente y a un Estado que no otorga opciones y soluciones, es la desesperanza, el abandono, el miedo, la falta de redes de apoyo y recursos, entre otros, lo que coacciona a que una mujer acepte la prostitución.
Por otro lado, cuando las personas experimentan situaciones de violencia extrema, fenómenos como la indefensión aprendida y el estrés postraumático, pueden provocar estrategias de supervivencia, llegando incluso a normalizar y justificar lo vivenciado y a los propios agresores. En dicho contexto, la libre elección se vuelve un mito.
Violencia inherente a la prostitución
La prostitución, sea legal o no, implica prácticas sexuales no deseadas, donde el cuerpo de las mujeres pasa a ser una mercancía y, como tal, objetos de los cuales sus clientes pueden disponer, por lo que la violencia es parte inherente de su ejercicio, incluyendo golpizas, humillaciones, amenazas, entre otros. Producto de esto, las mujeres experimentan consecuencias emocionales como depresión, ansiedad, disociación, angustia, intentos suicidas, abuso de sustancias y el ya mencionado trastorno de estrés postraumático.
De acuerdo a estudios, las mujeres que se dedican a la prostitución tienen las mismas consecuencias y daño emocional que los veteranos de guerras o las víctimas de tortura. Esto sin mencionar las enfermedades de transmisión sexual a las que se exponen, los embarazos no deseados, las múltiples lesiones vaginales y anales y la serie de casos donde han sido asesinadas por sus “clientes”.
¿La validez de la práctica “consentida”?
No debemos olvidar que no porque una práctica sea consentida por algunas/os, eso la vuelve automáticamente válida como para que el Estado se empeñe en promoverla. Esto se demuestra, por ejemplo, cuando como país no permitimos el comercio de órganos y nadie se cuestiona legalizar o regular esta práctica sólo porque haya personas dispuestas a vender sus propios órganos a cambio de dinero.
¿Es que acaso a ustedes les gustaría que la prostitución fuese la opción laboral y proyecto de vida que tuviesen sus hijas, hermanas o madres? Es más, ¿aceptarían el desafío de ejercer sólo por un día este trabajo, tal como lo ejercen las mujeres?
Si la respuesta es No, cabe preguntarse por qué, entonces, validamos y promovemos que esto sí sea una opción para las demás, para aquellas mujeres pobres y migrantes (de América Latina, África, Asia y Europa del Este), que son en su gran mayoría, quienes ejercen la prostitución.
Efectos de la regularización en otros países
Si nos vamos a los datos, en países donde la prostitución se ha regularizado, como Países Bajos y Alemania, algunos efectos de dicho proceso fue el aumento de la demanda de servicios sexuales y, con ello, un aumento de la Trata de mujeres. Esto, debido a que no existen suficientes mujeres que estén dispuestas a trabajar en la prostitución, por lo que los proxenetas se encargan de abastecer la sobredemanda por medio del tráfico, lo que incluye el aumento de la explotación sexual infantil.
La organización Childrigth en Ámsterdam estima que el número de niñas/os en prostitución ha aumentado un 300% desde que se aprobó la Ley que “regulariza” la prostitución.
La regulación establecida en Alemania es una de las más liberales del mundo, tanto así que es denominado el burdel de Europa. Anualmente, la prostitución le deja una ganancia de entre 15 a 16 billones de dólares aproximadamente (Fondation SCELLES, 2016). Es incluso una parte importante del PIB, lo que nos ayuda a comprender por qué, a pesar de la evidencia de que este modelo no favorece la erradicación de la violencia, del crimen organizado, y no entrega protecciones reales a quienes la ejercen, aún se sigue promocionando. Y es que su rentabilidad económica es notable.
Por otra parte, los principales compradores de estos servicios son hombres, lo que nos lleva a confirmar que la prostitución es la demostración máxima de la unión entre capitalismo y patriarcado sobre el cuerpo de las mujeres.
Resoluciones y medidas internacionales
El año 2023, la ONU aprobó una resolución para combatir la trata de mujeres y niñas, instando a los Estados miembros a adoptar medidas, haciendo énfasis en eliminar la demanda. Es decir, la compra de servicios sexuales. Y es que esto es fundamental para que los hombres entiendan que acceder al cuerpo de las mujeres a cambio de dinero es en realidad una vulneración a los DDHH.
Ese mismo año, el Parlamento Europeo aprobó un informe donde reconoce la prostitución como una forma de violencia, solicitando adoptar el Modelo “Abolicionista”.
Propuesta del Modelo Abolicionista
Como mujeres feministas proponemos y confiamos en que el Modelo Abolicionista es la mejor estrategia y política pública para abordar la problemática de la prostitución, contando con destacables resultados en diversos países.
Ejemplo de ello es Suecia, país pionero en avanzar en equidad de género y que ha implementado dicho modelo, destacando tres ejes:
1. La protección de las personas en situación de prostitución (sin criminalizarlas).
2. Desincentivar la demanda a través de sanciones y multas al cliente o empresario/a
3. Educación en igualdad.
En resumen, lo que este modelo hace es activar una red estatal para entregar atención integral a las personas en prostitución o trata: atenciones en salud (salud mental, sexual, física y reproductiva), educación (escolarización, alfabetización), trabajo (reinsertar al mundo laboral), vivienda y resguardo, en caso de estar en riesgo sus vidas.
Tras todo este paquete que entrega el Estado, la persona puede decidir si cambia su vida o vuelve al comercio sexual, hecho que no es directamente penalizado.
Según los datos, cerca del 94% decide aceptar estas herramientas desde la institucionalidad y comenzar una nueva vida. La agencia sueca de Igualdad de Género explica que la prostitución callejera ha disminuido considerablemente desde la implementación de la Ley; en las calles de su capital, la cantidad de mujeres prostituidas ha sido reducida a dos tercios y la de clientes en un 80%.
El debate sobre la prostitución no es nuevo, muchas teóricas feministas, en distintas épocas, han escrito al respecto. Desde Flora Tristan, Aleksandra Kollontai, Simone de Beauvoir, Kate Millet, Andrea Dworkin hasta activistas feministas actuales como Sonia Sanchez, Alika Kinan, Elena Moncada, Amelia Tiganus, Claudia Quintero, entre otras.
Muchas de ellas sobrevivientes del sistema prostituyente, que han hecho de su propia experiencia activismo constante para concientizar sobre la importancia de abolir la prostitución.
Dice Carmen Calvo: “la prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, sino la esclavitud más antigua y grande de la historia” y como tal, hacemos un profundo llamado a no regularizara, sino abolirla.
Gabriela Castillo Uribe
Trabajadora Social
Integrante Colectiva Angelina La MoradaValeria Pérez Chavarría
Administradora Pública
Integrante Colectiva Angelina La Morada
@_la.morada