Si el Estado de Chile tiene otra alternativa para que estos miles de jóvenes, año a año, encuentren el camino que los lleve a desarrollar sus respectivos proyectos de vida y, al mismo tiempo, los recursos para que estas instituciones -principalmente el Ejército- sean totalmente profesionalizadas, bienvenida sea. Mientras tanto, el servicio militar continúa siendo una buena opción.

La trágica y lamentable muerte del soldado Franco Vargas, ha dado pie a un sinnúmero de análisis y opiniones sobre el Ejército de Chile y también sobre el servicio militar obligatorio.

Algunas de estas opiniones podrán venir desde el profundo dolor de una madre, un familiar o un cercano a Franco, y merecen el mayor respeto. Otras, muestran cierta carga ideológica. Algunas, no muchas, plantean propuestas interesantes de estudiar, y, otras, vienen definitivamente desde la ignorancia.

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Una realidad innegable dentro del Servicio Militar Obligatorio

En una columna publicada recientemente, se plantea –con mucha fuerza– la idea de que el servicio militar es una institución discriminatoria, principalmente porque enrola a los jóvenes más pobres. Al respecto, tengo que coincidir con aquella aseveración, pero al mismo tiempo, estimo prudente y oportuno complementarla con una mirada integral y ciertamente, un poco más positiva.

El hecho de que ingresen al servicio militar aquellos jóvenes provenientes de los sectores de la sociedad más vulnerables, no hace más que confirmar la innegable realidad de la existencia de dicho segmento en nuestra estructura social.

Ese grupo, proveniente en su mayoría de la educación pública, y que, por distintas razones, no tiene acceso a la educación superior o educación técnico-profesional, ni tampoco al mercado laboral, por lo que ven en el servicio militar una opción, un proyecto de vida. En definitiva, una oportunidad.

Estos jóvenes, una decena de miles cada año, a pesar de las carencias y dramas personales que muchos de ellos han debido vivir durante su infancia y adolescencia, demuestran ser hombres y mujeres de altísimo valor para nuestro país.

Ellos, no solo han estado disponibles para servir a Chile, tal como lo han hecho cientos de generaciones que les antecedieron. También, han estado dispuestos a los mayores sacrificios, algo que quizás suene extraño para algunos por estos días.

La importancia de la función militar

Para entender la importancia del servicio militar, hay que tener presente que prácticamente la totalidad de los jóvenes que ingresan anualmente son voluntarios. Además, una buena parte de ellos corresponde a mujeres, cuyo desempeño ha sido destacado. Esto les permite, gracias a su propio esfuerzo, incorporarse en forma plena a todas las actividades y exigencias que demanda la función militar.

Son ellos, los soldados conscriptos, quienes integran las patrullas y unidades que cumplen misiones de protección de fronteras en el norte del país. Son ellos los que, además, realizan los patrullajes en la Macrozona Sur; se despliegan en los locales de votación para los actos eleccionarios; conforman las Patrullas de Auxilio y Rescate Militar Especializadas, y las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales; y son ellos los mismos que concurren en ayuda de la comunidad cada vez que una catástrofe nos golpea.

Pensar que estos jóvenes son pobres –como se señala en la columna citada– y lo siguen siendo, solo porque provienen de familias humildes, es una apreciación un tanto mezquina.

Muy por el contrario, ellos merecen nuestro mayor aprecio y valoración al transformarse tempranamente en hombres y mujeres que aportan con valores, virtudes y principios al desarrollo de nuestra sociedad.

A falta de alternativas, una buena opción

Valga recordar que el servicio militar entrega a estos jóvenes –conforme a lo estipulado en la Ley 20.045 de modernización del servicio militar obligatorio– la posibilidad de acceder a la nivelación de estudios, para un porcentaje de ellos que no alcanzó a culminar su enseñanza media antes de cumplir sus dieciocho años. Y, además, ofrece la oportunidad de efectuar diversos cursos de capacitación técnica en especialidades y oficios que tienen alta demanda en el mercado laboral local, en coordinación con el Ministerio de Educación.

Pero también -y quizás más importante- es la opción de ingreso a la planta del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Carabineros, Policía de Investigaciones o Gendarmería, como sucede con la gran mayoría de los soldados que año a año cumplen el servicio militar. Lo anterior permite, de paso, a dichas instituciones, acercarse a las cuotas de personal necesarias para su normal funcionamiento.

Ante la invitación a revisar y discutir sobre el servicio militar, es pertinente despejar el análisis de situaciones contingentes, teniendo siempre a la vista lo que significa para muchos de nuestros jóvenes y también para las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad.

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Si el Estado de Chile tiene otra alternativa para que estos miles de jóvenes, año a año, encuentren el camino que los lleve a desarrollar sus respectivos proyectos de vida y, al mismo tiempo, los recursos para que estas instituciones, y principalmente el Ejército, sean totalmente profesionalizadas, bienvenida sea; mientras tanto, el servicio militar continúa siendo una buena opción.
- Christian Bolívar Romero. General de División (R)