La Izquierda Estupenda
La Izquierda Estupenda cree firmemente en la Tercera Vía, pero a la chilena. Con acceso a crédito y sin que (ojalá) los demás logren vivir cerca de ellos. Es melancólica del Club La Unión y lamentan el estado de Santiago Centro a pesar de que no les es fácil criticar a la alcaldesa Hassler.
Lamentan el estado en que se encuentra ahora la DC (o los restos de ella). Dijeron en su momento que la Costanera Norte no fue pensada para la clase media. Consideró que el Transantiago fue un proyecto bien pensado y una vez le dijeron a la prensa que les preguntara a las vacas sobre un problema sanitario.
A diferencia de la Derecha Regia, es común encontrar miembros de la Izquierda Estupenda que tengan un padre expresidente o ministro de Estado. Viven bien, se les puede incluso catalogar de ricos, pero su riqueza no nació a partir del shock neoliberal de los 80, sino de antes. Llegaron tarde a Instagram y mucho más tarde a Tiktok, pues catalogaban a estas herramientas como algo de niños.
Pero por mucho que sean opositores de la derecha, en particular de la Derecha Regia, la Izquierda Estupenda comparte con ellos en el marco de la amistad cívica, como en los matrimonios o cuando se encuentran caminando por la playa en Cachagua.
Es muy poco común que alguno de sus miembros sea comunista, pero de todas maneras tienen un muy buen amigo que lo es. Disfrutan del arte y es probable que tengan un Matta en el living. Son cultos lectores y consumidores recurrentes de la editorial Anagrama. No viven en la Comunidad Ecológica pero tiene a algún amigo del hijo viviendo ahí. Viajan a Europa por sobre Estados Unidos y si por alguna razón deben ir al país norteamericano lo hacen con cierto grado de culpa.
La historia y experiencia de la Izquierda Estupenda
Pero la Izquierda Estupenda tiene historia y experiencia, y es eso lo que la hace muy diferente de la izquierda que hoy lidera La Moneda. Muy presente en los partidos que gobernaron entre 1990 y 2010, la Izquierda Estupenda es esencialmente de edad mayor. Y es esa edad de sus miembros lo que aburrió a los votantes que antes confiaban en ellos.
No solo se acostumbraron y avalaron el sistema económico impuesto por su archienemigo, sino que cerraron las puertas a que juventudes de izquierda tuvieran voz y voto dentro de sus filas. Como la generación de Izquierda PostNoventa no vivió ni participó en la lucha contra la dictadura, la Izquierda Estupenda asumió que estos jóvenes carecían de la épica para poder opinar con criterio y entender las cosas.
No se dieron cuenta hasta que esos jóvenes comenzaron a apuntarlos como los responsables de las brechas socioeconómicas y las diferencias entre los chilenos respecto a salud y educación. A diferencia de estos jóvenes, la Izquierda Estupenda no salía a las calles a protestar desde el retorno a la democracia.
La Izquierda PostNoventa se aburrió y formó sus propias filas
Se vieron sobrepasados por un adversario que estaba más cerca de ellos que la derecha. Al igual que la Derecha Regia, la Izquierda Estupenda se desconectó de la sociedad. Pero también se desconectó de su propia realidad: estaban envejeciendo.
Actualmente, están algunos en La Moneda ejerciendo cargos como una especie de reforzamiento para la administración que ha demostrado que adolece de tomar decisiones asertivas. Pero a pesar de estar ahora trabajando de la mano con quienes los criticaron, siguen envejeciendo mientras los jóvenes de Palacio aprenden de ellos.
La Izquierda Estupenda cree que con la pasantía que están haciendo junto al Frente Amplio obtendrán ese colágeno perdido, pero eso no es un hecho. Sino que un ideal que no es del todo probable.
De la misma forma en que la Izquierda PostNoventa los basureó en el gobierno de Ricardo Lagos y los dos de Michelle Bachelet, esta lo puede volver a hacer cuando dejen La Moneda en la eventualidad que entre alguna de las derechas en las próximas elecciones. Y ahí el colágeno ajeno obtenido no habrá servido de nada.