Quienes creemos en Biobío y la importancia del desarrollo regional, no podemos abstraernos de la difícil decisión que han tenido que tomar los “hombres de acero” en Huachipato.
Soy nieto de un obrero que emigró, como muchos, desde el campo a la ciudad para hacer realidad Huachipato en los años ‘40.
Crecí en Higueras escuchando las historias de los primeros pabellones.
Fui voluntario y testigo del trabajo y disciplina de la Octava Compañía de Bomberos, que nació en esos mismos pabellones, y hasta el día de hoy soy un hincha del club deportivo fundado al alero de los hombres de acero.
El Estado tiene que intervenir
Al margen de lo personal, no podemos permitir que una gran empresa que ha generado empleo y desarrollo para Biobío y Chile se deje caer como la propia escoria que genera su proceso productivo.
Un estudio realizado por académicos de nuestra Universidad deja en claro el impacto que tendría el cierre definitivo de operaciones de la compañía siderúrgica: Huachipato genera más de 20.000 empleos directos e indirectos y, además, se vincula con más de 1.000 pymes y aporta $524 mil millones a la producción nacional. Esto se traduciría en una contracción del 3% del PIB total de Biobío y la inversión regional podría contraerse hasta 25%.
Se critica mucho el neoliberalismo y libre mercado, pero no se actúa con suficiente fuerza y determinación cuando hay claras evidencias de que una industria compite con la cancha dispareja.
Cuando los mercados no son perfectos, el Estado tiene que intervenir y la mejor prueba es que hasta las economías más liberales a nivel global, protegen a sus industrias con fuertes sobretasas arancelarias.
Chile y Biobío no se merecen esto, menos en los momentos que estamos viviendo.
La unión hace la fuerza y hoy todos podemos ser hombres de acero para seguir marchando juntos.