¿Dónde se dirigirá el malestar mañana? ¿A qué grupo de privilegios se le cobrará la cuenta? ¿O vendrá una nueva pacificación, basada en el arrepentimiento o en la mera decepción por vislumbrar imposible una solución?
En las elecciones PASO de Argentina (PASO es acrónimo de Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) del año 2021 Javier Milei postulaba como candidato a diputado. Su cierre de campaña fue un espectáculo sorprendente. Milei apareció citando una canción del grupo La Renga:
“Hola a todos yo soy el rey, soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida, corrió la casta, sin entender, Panic Show a plena luz del día. Yo soy un rey de un mundo perdido. Soy el rey, te destrozaré, toda la casta es de mi apetito. Viva la libertad carajo”
“Corrió la casta”, “toda la casta es de mi apetito”, dijo Milei, el autoproclamado león.
Entender el origen del uso del concepto ‘casta’, de reciente aparición en el mundo político global, merece la pena. Y es que en su evolución hay una oportunidad de comprensión de un proceso.
Todo empezó en un día de crisis
La deuda hipotecaria en Estados Unidos había pasado del 46% al 73% en poco más de diez años. Muchos analistas vieron que la crisis de gran magnitud era inminente, pero en rigor las medidas más radicales tuvieron que esperar la apoteosis de la tragedia: el 15 de septiembre el banco Lehman Brothers se declaró en quiebra con un pasivo de US$430.000 millones, un monto más grande que el PIB del 70% de los países mundo.
Lehman Brothers era el cuatro actor, según tamaño, del mundo de las inversiones en Estados Unidos. Pero aunque tenía activos por más de seiscientos mil millones de dólares, no tenía más respaldo para eso que un 4%.
La crisis redundó en una agenda de reformas potenciales al sistema capitalista en general. Un líder de derecha, el Presidente Sarkozy en Francia, había señalado que toda la Unión Europea coincidía con la necesidad de volver a barajar las cartas, señalando que era necesario tener una nueva reunión tipo “Bretton Woods”, la famosa conferencia en donde luego de la Segunda Guerra Mundial se acordaron los pilares de la economía mundial.
Ante esto George Bush desespera y señala que “unos meses de crisis no pueden acabar con 60 años de prosperidad” y advierte que los problemas que se estaban viviendo no decían nada sobre el éxito o fracaso del sistema capitalista. De todos modos, sí reconocía la necesidad de nuevas regulaciones.
La crisis económica mundial de 2008 fue, como era lógico, un movilizador de procesos de crisis políticas. El fallo sistémico, de cualquier orden, supone siempre que la presión deslegitimadora arribe al sistema político. Y es que la relación entre el orden económico de una sociedad y el orden político no es simétrica.
Un giro mundial hacia la fricción sociopolítica
Cuando adviene una crisis política, no necesariamente llegará una crisis económica. Pero cuando arriba una crisis económica, necesariamente se llegará a una corrosión de la legitimidad del sistema político. Y es que para eso está la política, para hacerse cargo de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y que puede ser previsto e intervenido.
Es por estas condiciones que no debe extrañar que, tres años después de la crisis subprime, hayamos presenciado un giro mundial hacia la fricción sociopolítica. Uno de los giros fundamentales fue el reemplazo de la relación política básica de las sociedades desde el eje ‘izquierda / derecha’ hacia el eje ‘elites / ciudadanos’.
Los movimientos de protesta de 2011 fueron una disputa en el eje vertical. Era un diagnóstico bastante obvio de los procesos globales de 2011. Durante ese año se produjo una especie de ensoñación marxista cuando el movimiento Occupy Wall Street llegó a plantear la contradicción entre el 1% y el 99%.
Ese eje era exactamente el que Marx esperaba como resultado de la conciencia de clase para favorecer así la voluntad de transformación social. Por supuesto, el concepto que había nacido era menos marxista que posmoderno y básicamente recogía una sensación genérica: la necesidad de luchar contra la desigualdad social y la búsqueda de una democracia sólida y verdadera.
En pocos días, durante septiembre y octubre de 2011, logró pasar de una protesta específica el 17 de septiembre de 2011 a casi mil protestas en menos de un mes. Más de ochenta países fueron parte de esta movilización, que venía precedida por las protestas contra la austeridad de 2010, las grandes protestas en España, Francia, Chile, Egipto (y todo el proceso denominado “Primavera árabe”). Incluso el Ayuntamiento de Los Ángeles emitió una declaración otorgando su apoyo al movimiento.
El 30 de octubre de 2012 el periódico The Guardian publicaba la siguiente editorial (de la cual copiamos un largo fragmento):
“Imaginemos a uno de los responsables de las políticas financieras más importantes de Gran Bretaña –un hombre a veces señalado como posible futuro gobernador del Banco de Inglaterra– hablando en un debate organizado por los manifestantes de Occupy, famosos por sus duras críticas al capitalismo contemporáneo. Ahora consideremos audazmente la idea de que este regulador de los bancos pueda en realidad afirmar que Occupy tiene razón. Bueno, no especuléis más, porque este evento saltó de la fantasía a la realidad esta semana.
En un evento organizado por Occupy Economics, Andy Haldane, director ejecutivo del Banco para la estabilidad financiera, afirmó que el movimiento más conocido por los campamentos de protesta del año pasado en la City y en Wall Street había ayudado a iniciar “una reforma de las finanzas”. Más que eso: declaró que sus argumentos sobre la brecha cada vez mayor entre el 1% superior y el resto de nosotros eran “correctos”: “En el corazón de la crisis financiera global, estaban y están los problemas de una desigualdad profunda y creciente. ” Además, reconoció que, lejos de haberse cerrado durante la mayor crisis financiera desde 1929, la brecha de riqueza seguía aumentando”.
La crisis económica y los millonarios rescates a bancos habían destruido las bases de sustentación moral del capital. Se acusaba de traspasar la deuda privada a deuda pública. Y surgían sugerencias muy radicales de modificación de la organización del mercado financiero.
Emmanuel Saez de la Universidad de Berkeley señaló en 2011 que, según sus cálculos, el 1% más rico logró obtener incrementos de sus ingresos de más del 10%, mientras que el resto de la población había aumentado solo un 0,2%.
Es en esta discusión a nivel mundial donde comenzó la satanización de los paraísos fiscales. Y es que al respecto se apreció que no cuadraban los datos públicos de ingresos con los de patrimonio. Es decir, entre los más ricos estaba bajando el dinero que ingresaba, pero el patrimonio crecía.
La casta
Fue así como en todo el mundo la disputa política perdía su fuerza como competencia horizontal de proyectos y pasaba a ser la relación conflictiva entre un poder que se veía capturado por las elites y una ciudadanía víctima de abusos y encargada de pagar la cuenta de los lujos de las elites, sobre todo de las políticas.
A esta forma de conflictividad se le puso un nombre en Italia el año 2012: “casta”. El bautizo lo hizo Beppe Grillo, un líder inusual, antisistema. Así describía este proceso la agencia de noticias Reuters el 2 de julio de 2012:
“ROMA (Reuters) – La afilada lengua, el pelo revuelto y el áspero acento genovés de Beppe Grillo, un agitador televisivo que lleva 30 años haciendo bromas cáusticas contra los políticos, han creado una de las marcas personales más características de Italia.”
“Su movimiento 5 Estrellas, nacido hace menos de tres años, ha hecho campaña basándose en una mezcla ecléctica de propuestas políticas, como la supresión de gratificaciones para los diputados, limitar la propiedad de los medios de comunicación (una clara indirecta para el ex primer ministro Silvio Berlusconi) o mejorar la conexión de banda ancha. Su llamamiento contra la llamada “casta” política lo ha impulsado desde la marginalidad a convertirse en la segunda fuerza política en apenas unos meses.”
Grillo comenzó con un blog satírico sobre política en 2005. Luego fue presentando un show por toda Italia, recorriendo el país en una caravana. Su reivindicación de temas novedosos y su discurso que muy bien se articula con las dinámicas de los ‘indignados’ de inicios de la segunda década del siglo XXI, le dieron un crecimiento muy relevante.
Sus críticas al euro y su mirada antipolítica permitió cierta cercanía con las visiones iliberales de la derecha italiana. Grillo creció denunciando la corrupción con un Berlusconi en el poder. Y a todo ese entramado de poderosos corruptos que han capturado el sistema político, le llamó ‘la casta’.
El uso del concepto ‘casta’ migraría pronto a España. El movimiento y luego partido “Podemos” fueron los herederos del concepto para referir a las elites políticas cuyo poder está articulado con las grandes empresas globales. Desde la fundación de Podemos, uno de los conceptos más utilizados para denunciar fue ‘casta’. Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero hicieron un uso sistemático del concepto.
Podemos llegó a convertirse en la tercera fuerza del país. Pero el uso del concepto de ‘casta’ fue perdiendo protagonismo porque el mismo partido se vio envuelto en polémicas donde se le acusaba de elitismo y privilegios.
“La casta” que utilizó Vox
El concepto ‘casta’ había comenzado en 2012 con Grillo en Italia, en 2014 había pasado a Podemos y a inicios de la siguiente década ocurrió algo impensado: Vox, el partido español ultraderechista, comenzó a usar el concepto de ‘casta’ en contra de la izquierda.
En mayo de 2021, para el día de los trabajadores, Santiago Abascal atacó a la ‘casta sindical’. Y el mismo año, pero en julio, la diputada en la Asamblea de Madrid Alicia Rubio hizo alusión a la “casta LGTBI”.
Es evidente que la acusación de ‘casta’ es muy curiosa en un partido en favor de una monarquía, ya que la casta supone un grupo cuya asignación de estatus se otorga de por vida. El régimen de castas más famoso es el de la India, donde se dividen las castas entre brahmanes (lo más alto, sacerdotes e intelectuales), los Kshátriyas (guerreros y gobernantes), los Vaishyas (comerciantes y artesanos) y los Shudras (campesinos y clase trabajadora). Pero evidentemente el uso que hace Vox proviene de una transvaloración que se produjo en estos años.
Y de pronto fue Milei
Javier Milei habló tanto de la casta que tuvo que precisar sus definiciones. La casta estaría formada por:
– Políticos corruptos.
– Dirigentes sindicales que entregan a los trabajadores.
– Empresarios prebendarios que hacen su fortuna a través de relaciones políticas.
– Profesionales cómplices de los grupos anteriores.
– Académicos cómplices que dan una pátina de validación a los políticos, sindicalistas y empresarios prebendarios.
De la acusación de ‘casta’ concentrada en todo lo que tenga alguna relación con el Estado, Javier Milei derivó el “plan motosierra”, que figura una escena radical de recortes de gastos en el Estado. La ‘motosierra’ obviamente es más que tijeretazo, es el corte absoluto.
El concepto de ‘casta’ fue fundamental para que Milei pudiera validar su proyecto de ajuste del gasto público. En Argentina un ajuste es una acción muy delicada y señalar que la ciudadanía podría tener que pagar la cuenta del país, resultaba ofensivo. Por eso Milei dijo: “esta vez el ajuste lo va a pagar la política, no la gente. Esta vez lo paga el Estado, no el sector privado”.
En definitiva, la acusación de ‘casta’ refiere a la existencia de una elite burocrática que concentra beneficios y protección. Como vemos, en el caso argentino incluso el concepto de ‘casta’ ha logrado superar al concepto de ‘elite’ en el indicador Google Trends desde la aparición de Milei.
La historia de la humanidad nos muestra cómo sistemáticamente las frustraciones económicas se transforman en crisis políticas. En este caso, una crisis de especulación financiera ha terminado en una crítica radical al Estado.
Incluso la población mundial ha dejado pasar si acaso las plataformas como Uber, Spotify, Netflix u otras, pagan o no impuestos en los países donde se ejecutan las compras. O incluso se ha preferido aceptar su funcionamiento fuera de la ley. Por supuesto, eso ocurre porque en la medida que el Estado y los tributos son menos legítimos, entonces su impugnación puede llegar al punto de convertir al aparato estatal en el culpable.
En el Chile de 2011 la crisis generada por el movimiento estudiantil puso al mundo empresarial bajo la mira. El fenómeno cultural que generó la palabra ‘lucro’ denunciada por los estudiantes acotadamente respecto a universidades privadas, terminó convirtiéndose en una crisis general de las empresas y no solo de las universidades privadas.
Comprender la evolución de estos procesos es crucial para saber dónde estamos. Todavía hay mucho que analizar para el caso chileno, pero no hay que olvidar que el fenómeno es global. No en vano en Argentina la discusión arriba/abajo está tan fuerte desde la llegada de Milei, quien dice:
“Están tan asustados… ¿Por qué la casta política, chorra, parasitaria e inútil, le tiene miedo a la libertad? Probablemente debe ser porque se benefician mucho con el modelo actual, porque solo progresaron ellos y nosotros vivimos cada vez peor pese a que cada día trabajamos más”.
¿Dónde se dirigirá el malestar mañana? ¿A qué grupo de privilegios se le cobrará la cuenta? ¿O vendrá una nueva pacificación, basada en el arrepentimiento o en la mera decepción por vislumbrar imposible una solución?