El 2024 es un año bisiesto. El extraño 29 de febrero nos lo recuerda. Pero ¿qué es un año bisiesto? ¿Por qué cada cuatro años introducimos un día extra en el mes de febrero? Esto es una antigua historia y para llegar a una respuesta hay que remontarse más de dos milenios.
El antiguo calendario que se usaba en Roma en el siglo I a.C. era un calendario luni-solar. Utilizaba meses lunares y años solares. El mes lunar, el período entre dos lunas nuevas es de 29,5 días. Por ello se crearon meses que alternaban entre 29 y 30 días.
Dos meses completaban 59 días, dos períodos lunares.
El año empezaba en marzo, con 30 días, luego venía abril, con 29. Así se seguían alternando meses 30 y 29 días hasta llegar a febrero, último mes del año, con 29. Todos los meses empezaban en luna nueva y el 15 del mes era luna llena.
Doce meses de 29,5 días en promedio totalizaban 354 días. El año de las estaciones se conocía muy bien y contiene 3651/4 días. El año del calendario contenía 12 meses lunares y quedaba corto en 111/4 días. El segundo año los doce meses quedaban cortos en 221/2.
Para mantener el calendario alineado con el Sol, en el mes de febrero, seis días antes del fin del mes, el Sumo Pontífice Romano decretaba la intercalación de un mes extra de 22 días. Al terminar el tercer año el desfase era de 113/4 y al final del cuarto año era de 23 días con lo cual se intercalaba un mes extra de 23 días, seis días antes del fin de febrero.
La intercalación era difícil pues había que mantener los meses alineados con la Luna. El primero de marzo debía partir en luna nueva. Por ello la intercalación que he descrito no se seguía con esa claridad y se intercalaban más o menos días cuando el Sumo Pontífice lo consideraba conveniente.
Al transformarse Roma en un imperio, había que comunicar a todos los territorios la futura intercalación. Como siempre ocurría en febrero y los romanos no navegaban en invierno, debían decidir la intercalación a más tardar en septiembre del año anterior para que alcanzase a ser comunicada.
En el año 46 a.C. (año 708 desde la fundación de Roma) Julio César decidió abandonar la parte lunar del calendario y ordenar el calendario para siempre. Asesorado por el astrónomo Sosígenes, Julio Cesar decidió repartir entre los doce meses los 11 días sobrantes, y así subió los meses de 30 a 31 y los de 29 a 30.
Como eran 11 los días a repartir, febrero, último mes del año, no tocó día extra y se quedó con 29. Para solucionar el problema del cuarto de día extra, Sosígenes le propuso a Julio que, cada cuatro años, se intercalara un día extra en febrero, seis días antes del fin del mes, el “ante diem sextum calendas martias”, y el día a intercalar pasó a llamarse “ante diem bissextum calendas martias”, el sexto contado dos veces.
Las calendas de marzo era el primero del mes en que un voceador avisaba en la ciudad que era el primero, el día de las calendas. El día extra en febrero se los llamó bissextum de donde deriva bisiesto en castellano. El día extra era bisiesto, el mes y el año, también.
El 46 a.C. Julio, con la asesoría de Sosígenes, agregaron 3 meses extra de modo que el 45 a.C. el equinoccio de primavera volviese a caer, como era tradicional, el 25 de marzo. Desde entonces, 45 a.C., se ha aplicado la regla juliana de intercalar un día extra en febrero cada cuatro años.
Ha habido ligeros cambios en el calendario desde Julio Cesar. El propio Julio hizo que el año empezara en enero en lugar de marzo. Con ellos el séptimo mes (septiembre), el octavo (octubre) el noveno (noviembre) y el décimo (diciembre) quedaron desfasados en dos.
Luego de morir Julio Cesar asesinado por Bruto, el 15 de marzo del 44 a.C., el Senado romano decidió cambiarle el nombre al quinto mes del año y ponerle “Julio”. Posteriormente el Senado le puso el nombre de “Augusto” al sexto mes. Julio tenía 31 días pero el siguiente mes sólo tenía 30.
Un senador dijo que si bien Julio había sido un gran líder, Cesar Augusto no había sido menos y no era justo que “su mes” tuviese un día menos. Entonces decidieron quitarle un día a febrero que de 29 bajó a 28 y solo sube a 29 en los años bisiestos. Con este cambio rige la canción: “treinta días trae noviembre con abril, junio y septiembre. Los demás con treinta y uno, salvo febrero mocho, que solo tiene veintiocho”. Así el año juliano tiene 365 días y 6 horas. El tiempo transcurrido entre dos equinoccios de primavera boreal consecutivos es de 365 días 5 horas, 48 minutos, y 45 segundos, once minutos y fracción más corto que el “año juliano”.
Eso introduce un error en el calendario de un día cada 128 años.
En el año 325 de nuestra era, en el Concilio de Nicea, se decidió la celebración de la Semana Santa el primer fin de semana, después de la luna llena que ocurre en o después del 21 de marzo.
En esa época el equinoccio se había desplazado al 21 de marzo. La aplicación rigurosa del calendario juliano por casi 1300 años hizo que el equinoccio estaba ocurriendo en 11 de marzo con lo cual la regla de celebración de la Semana Santa estaba siendo cuestionada pues los protestantes decían que era la luna después del equinoccio la que debía tenerse en cuenta.
En 1582, el papa Gregorio XIII hizo un cambio en el calendario. Decidió quitar los diez días extras que había sido introducidos en demasía. Del jueves 4 de octubre se pasó al viernes 15, del mismo mes y año. Con ello, a partir de 1583, el equinoccio de primavera boreal volvió a caer el 21 de marzo.
Para evitar ese error de un día cada 128 años, la reforma gregoriana propuso eliminar tres años bisiesto cada 400 años. Para ello se propuso eliminar como bisiestos los años que terminan en doble cero, a menos que el número global fuese divisible por 400.
Así: son bisiestos los años cuyo número es divisible por 4. No son bisiestos los años divisibles por 100 a menos que sean divisibles por 400.
Con esta regla, 1700, 1800 y 1900 no fueron bisiesto. Si lo fue le 2000. No serán bisiestos ni 2100, ni 2200, ni tampoco el 2300 pero será bisiesto el 2400. Con esto el año gregoriano tiene una longitud de 36597/400 equivalente a 365 días 5 horas y 49 minutos y 12 segundos, apenas 27 segundos más largo que el año trópico.
Este calendario, nuestro calendario, acumula un error de un día cada 3.250 años. En el año 5.000 el equinoccio estará ocurriendo el 20 de marzo. Se han propuesto algunas soluciones, pero este problema no está entre los más urgentes a solucionar en los próximos años, … o décadas.