Al cumplirse 42 años de la muerte del presidente Eduardo Frei Montalva, ha circulado un obituario en el que Nicanor Parra le rindió homenaje en ese entonces, bajo la forma de un antipoema que comienza así:
Con Eduardo Frei desaparece en verdad
algo que hace mucha falta en este país
un amigo sincero del pueblo trabajador
un defensor de los derechos humanos
un Presidente estilo don Pedro
otro quijote de la justicia social
es por eso que casi desde todos los ángulos
se le saluda con emoción y respeto
por encima de fórmulas partidarias
en estos días que parecen noches
en estas noches que parecen murciélagos…
El Partido Demócrata Cristiano ha conmemorado estos 42 años con diversos homenajes a la memoria del expresidente.
El transcurso del tiempo aconseja un enfoque histórico objetivo sobre Eduardo Frei Montalva, presuntamente asesinado por orden de Pinochet.
La llegada de Frei al gobierno en 1964 tuvo lugar en momentos en que la guerra fría agitaba América Latina, continente que venía saliendo de la Crisis de los Cohetes instalados por la URSS en Cuba apuntando a EEUU, y finalmente retirados.
Frente a la atracción que Cuba ejercía entre la izquierda latinoamericana y la proliferación de guerrillas propiciadas por Fidel Castro, el presidente Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, iniciativa para la modernización económica y social de América Latina, un modelo de desarrollo capitalista en la órbita de EE.UU..
En Chile, para la elección presidencial del 64, la Revolución en Libertad propiciada por Eduardo Frei y el PDC encajaba como anillo al dedo dentro de la Alianza para el Progreso, a diferencia de la tercera candidatura de Salvador Allende, que hacía guiños a Cuba y a la idea del socialismo.
La campaña victoriosa de Frei se apoyó en una descomunal campaña del terror, con imágenes de tanques de la URSS frente a La Moneda en caso de que Allende llegara al gobierno.
En las páginas del New York Times y en el Congreso estadunidense, se reveló la existencia de un cuantioso flujo de millones de dólares para la campaña de Frei aportados por la CIA y las compañías estadounidenses dueñas de las minas de cobre en el país. A ello se sumaron elevadas contribuciones de los democratacristianos europeos y los grupos empresariales chilenos.
Salvador Allende, cuya estrecha amistad con Frei se manifestaba en la convivencia de los hijos de ambas familias en la playa de Algarrobo y en encuentros vespertinos de los adultos en torno a una copa de whisky o un pisco sour, no perdonará al democratacristiano la campaña del terror, y la amistad quedará rota para siempre.
El lado sombrío del gobierno de Eduardo Frei quedará marcado por la matanza en 1966 de seis trabajadores y dos mujeres, además de 60 heridos, en el asalto de un contingente de carabineros, soldados y personal de Investigaciones a la sede del sindicato del mineral de El Salvador durante una huelga.
Más tarde, en Puerto Montt, en 1969, en el desalojo de una toma de terrenos en Pampa Irigoin, carabineros dará muerte a once pobladores, a los que se sumará el fallecimiento de un bebé por los gases lacrimógenos. En ambos casos Frei respaldará la actuación de las “fuerzas del orden”.
En protesta por estos hechos, los jóvenes democratacristianos, muchos de los cuales emigrarán hacia el naciente MAPU, fueron a gritar bajo los balcones de La Moneda:
“¡No afloje presidente!
¡Siga matando gente!”
Este lado sombrío de Frei padre se yuxtapone a las realizaciones de su gobierno, en particular la reforma agraria, la reforma de la educación pública y otras medidas que constituyen su legado.